1 No tengas celos de la esposa de tu seno, ni le enseñes malas lecciones contra ti mismo.
2 No entregues tu alma a una mujer para que ponga su pie sobre tus bienes.
3 No te encuentres con una ramera, no sea que caigas en sus trampas.
4 No uses mucho la compañía de una mujer que canta, no sea que te sorprendan sus intentos.
5 No mires a una doncella, para no caer en lo que es precioso en ella.
6 No entregues tu alma a las rameras, para que no pierdas tu herencia.
7 No mires a tu alrededor por las calles de la ciudad, ni deambules por sus lugares solitarios.
8 Aparta tu mirada de la mujer hermosa, y no mires la belleza ajena; porque muchos han sido engañados por la belleza de una mujer; porque aquí el amor se enciende como un fuego.
9 No te sientes con la mujer de otro, ni te sientes con ella en tus brazos, ni gastes tu dinero con ella en el vino; no sea que tu corazón se incline hacia ella, y por tu deseo caigas en destrucción.
10 No abandones a un viejo amigo; porque lo nuevo no es comparable a él: un amigo nuevo es como vino nuevo; cuando esté viejo, lo beberás con gusto.
11 No envidies la gloria del pecador, porque no sabes cuál será su fin.
12 No te deleites en lo que agrada a los impíos; pero recuerda que no quedarán impunes hasta la tumba.
13 Manténte alejado del hombre que tiene poder para matar; así no dudarás del temor de la muerte: y si vienes a él, no cometas falta, no sea que te quite la vida al instante: recuerda que vas en medio de trampas, y que caminas sobre las almenas de la ciudad.
14 Adivina lo más que puedas a tu prójimo y consulta con los sabios.
15 Sea tu conversación con los sabios, y toda tu comunicación en la ley del Altísimo.
16 Y que los justos coman y beban contigo; y que tu gloria sea en el temor del Señor.
17 Por la mano del artífice será alabada la obra, y por el sabio gobernante del pueblo por su palabra.
18 El hombre de mala lengua es peligroso en su ciudad; y el que habla imprudentemente será aborrecido.