1 Entonces Abraham se levantó y entró en su casa, y allí también lo acompañó la Muerte. Y Abraham subió a su aposento, y la Muerte subió con él. Y Abraham se acostó en su lecho, y la Muerte vino y se sentó a sus pies.
2 Entonces Abraham dijo: «Apartaos, apártate de mí, porque deseo descansar en mi lecho».
3 La muerte dijo: «No me iré hasta que os quite el espíritu».
4 Abraham le dijo: «Por el Dios inmortal, te encargo que me digas la verdad. ¿Estás muerto?
5 La Muerte le dijo: «Yo soy la Muerte. Soy el destructor del mundo».
6 Abraham dijo: Te ruego, ya que eres la Muerte, que me digas si llegas así a todos con tanta justicia, gloria y hermosura.
7 La muerte dijo: «No, mi Señor Abraham, porque tus justicias, el mar ilimitado de tu hospitalidad y la grandeza de tu amor hacia Dios se han convertido en una corona sobre mi cabeza, y en belleza, gran paz y dulzura yo acércate a los justos,
8 pero a los pecadores vengo con gran corrupción y fiereza y la mayor amargura y con mirada fiera y despiadada.
9 Abraham dijo: «Te ruego que me escuches y muéstrame tu crueldad y toda tu corrupción y amargura».
10 Y la Muerte dijo: «No puedes contemplar mi fiereza, justo Abraham».
11 Abraham dijo: «Sí, podré contemplar toda vuestra ferocidad en el nombre del Dios vivo, porque el poder de mi Dios que está en los cielos está conmigo».
12 Entonces la muerte se despojó de toda su hermosura y hermosura, de toda su gloria y de la forma semejante al sol con que estaba revestida,
13 y se vistió con un manto de tirano, y se hizo ver más sombrío y más feroz que toda clase de fieras, y más inmundo que toda inmundicia.
14 Y mostró a Abraham siete cabezas de serpientes ardientes y catorce rostros, (uno) de fuego llameante y de gran fiereza, y un rostro de oscuridad, y un rostro de víbora muy sombrío, y un rostro de terrible precipicio, y un rostro más feroz que el de un áspid, y un rostro de león terrible, y un rostro de cerastes y de basilisco.
15 Le mostró también un rostro de cimitarra de fuego, un rostro con espada, un rostro de relámpago terrible y un ruido de trueno espantoso.
16 Le mostró también la otra cara de un mar embravecido y tempestuoso, y de un río impetuoso, de una terrible serpiente de tres cabezas y de una copa mezclada con venenos,
17 y en resumen le mostró una gran fiereza y una amargura insoportable, y toda enfermedad mortal como olor a muerte.
18 Y a causa de la gran amargura y furia, murieron siervos y sirvientas en número de unos siete mil,
19 Y el justo Abraham cayó en la indiferencia de la muerte, de modo que le falló el espíritu.