1 Entonces el Altísimo dijo: «Llámame aquí Muerte, que se llama rostro desvergonzado y mirada despiadada».
2 Y fue Miguel el Incorporal y dijo a la Muerte: Ven acá; el Señor de la creación, el rey inmortal, te llama».
3 Y la Muerte, al oír esto, se estremeció y tembló, poseída por un gran terror, y acercándose con gran miedo se paró ante el padre invisible, temblando, gimiendo y temblando, esperando la orden del Señor.
4 Por eso el Dios invisible dijo a la Muerte: Ven acá, nombre amargo y feroz del mundo, esconde tu furia, cubre tu corrupción, y arroja de ti tu amargura, y vístete de tu hermosura y de toda tu gloria.
5 y desciende donde Abraham mi amigo, tómalo y tráelo a mí. Pero ahora también os digo que no le asustéis, sino que lo traigáis con buenas palabras, porque es mi amigo.
6 Al oír esto, la Muerte salió de la presencia del Altísimo, se vistió con un manto resplandeciente y se apareció como el sol, y se volvió bella y hermosa sobre los hijos de los hombres, tomando forma de arcángel, con las mejillas ardiendo de fuego, y se fue a Abraham.
7 Entonces el justo Abraham salió de su aposento y se sentó bajo los árboles de Mamre, con la barbilla en la mano, esperando la venida del arcángel Miguel.
8 Y he aquí, llegó hasta él un olor suave y un resplandor de luz; y Abraham se volvió y vio a la Muerte que venía hacia él con gran gloria y hermosura. Y Abraham se levantó y fue a su encuentro, pensando que era el Príncipe de Dios,
9 Y la Muerte, mirándolo, lo saludó, diciendo: Alégrate, precioso Abraham, alma justa, verdadero amigo del Dios Altísimo y compañero de los santos ángeles.
10 Abraham dijo a la Muerte: Te saludo, de apariencia y forma como el sol, gloriosísimo ayudante, portador de luz, hombre maravilloso, ¿de dónde viene a nosotros tu gloria, y quién eres tú, y de dónde vienes? »
11 Entonces la Muerte dijo: «Justísimo Abraham, he aquí te digo la verdad. Soy el destino amargo de la muerte».
12 Abraham le dijo: «No, sino que tú eres la hermosura del mundo, eres la gloria y la belleza de los ángeles y de los hombres, eres más hermoso en forma que cualquier otro, y ¿dices: Yo soy la suerte amarga? de la muerte, y no más bien, soy más justo que todo bien».
13 La muerte dijo: «Os digo la verdad. Lo que el Señor me ha puesto, eso también os lo digo».
14 Abraham dijo: «¿Para qué has venido aquí?»
15 La muerte dijo: «Por tu santa alma vengo».
16 Entonces Abraham dijo: «Sé lo que quieres decir, pero no iré contigo; y la Muerte guardó silencio y no le respondió palabra.»