1 Entonces el capitán en jefe descendió a casa de Abraham, se sentó con él a la mesa e Isaac les servía.
2 Y terminada la cena, Abraham oró según su costumbre, y el capitán oró con él, y cada uno se acostó a dormir en su lecho.
3 E Isaac dijo a su padre: «Padre, yo también quisiera dormir contigo en esta cámara, para poder también escuchar tu discurso, porque me encanta escuchar la excelencia de la conversación de este hombre virtuoso».
4 Abraham dijo: «No, hijo mío, sino vete a tu aposento y duerme en tu lecho, para que no seamos molestos para este hombre».
5 Entonces Isaac, después de recibir la oración de ellos y después de bendecirlos, fue a su cámara y se acostó en su lecho.
6 Pero el Señor puso en el corazón de Isaac el pensamiento de la muerte, como en un sueño,
7 Y alrededor de la hora tercera de la noche, Isaac se despertó, se levantó de su lecho y vino corriendo a la cámara donde dormía su padre con el arcángel.
8 Entonces Isaac, al llegar a la puerta, gritó diciendo: «Padre mío Abraham, levántate y ábreme pronto, para que entre y cuelgue de tu cuello y te abrace antes de que te aparten de mí».
9 Entonces Abraham se levantó y le abrió, y entró Isaac, se colgó de su cuello y comenzó a llorar a gran voz.
10 Entonces Abraham, conmovido de corazón, también lloró a gran voz; y el capitán, al verlos llorar, lloró también.
11 Estando Sara en su habitación, oyó su llanto, vino corriendo hacia ellos y los encontró abrazados y llorando.
12 Y Sara dijo llorando: «Señor mío Abraham, ¿qué es esto que lloras?
13 Dime, Señor mío, ¿te ha traído este hermano que ha sido hospedado por nosotros hoy la noticia de que Lot, el hijo de tu hermano, ha muerto? ¿Es por esto que te afliges tanto?
14 El capitán respondió y le dijo: «No, hermana mía Sara, no es como tú dices, sino que tu hijo Isaac, según creo, tuvo un sueño y vino a nosotros llorando, y nosotros, al verlo, nos conmovimos en nuestros corazones y lloramos».