[El texto etíope y una versión árabe fueron publicados por Bezold en Festschrift de Nöldeke, Gieszen, 1906.]
LAS HORAS DEL DÍA.
1 Y además, comprende las horas del día y de la noche, y cómo conviene suplicar a Dios y orarle en cada una de sus estaciones. Porque todo esto me enseñó mi Creador, y me dijo los nombres de todos los animales y bestias salvajes, y de las aves del cielo, y luego Dios me hizo entender el número de las horas del día y de la noche, y Me contó cómo los ángeles alaban a Dios. Comprende, entonces, oh hijo mío, que a la primera hora del día la oración de mis hijos asciende a Dios. Y a la hora segunda tiene lugar la oración y petición de los ángeles. A la hora tercera las aves del cielo lo alaban. Y a la hora cuarta los seres espirituales le adoran. Y a la hora quinta le saludan todas las fieras y animales salvajes. A la hora sexta tiene lugar la petición de los Kîrûbêl (Querubines). Y a la hora séptima todos los ángeles entran en la presencia de Dios y salen de allí, porque a esta hora la oración de todo ser viviente asciende a Dios. A la hora octava, los resplandecientes habitantes del cielo lo alaban. Y a la hora nona los ángeles de Dios que están delante del trono del Altísimo le rinden homenaje. Y a la hora décima el Espíritu Santo cubre las aguas con su sombra, y los demonios huyen y se alejan de las aguas. Y si el Espíritu Santo no cubriera las aguas a esta hora todos los días, nadie podría beber de las aguas, [porque si lo hiciera] su carne (es decir, el cuerpo) sería destruida por los demonios malvados. Y si el sacerdote toma agua en esta hora y mezcla con ella aceite santo, y unge con la mezcla a los enfermos y a los poseídos de espíritus inmundos, quedarán sanados de su enfermedad. Y a la hora undécima tienen lugar las glorificaciones de los justos. Y a la hora duodécima Dios, el Altísimo, recibe las oraciones y peticiones de los hijos de los hombres.