1 Isaac solía ayunar todos los días y no rompía el ayuno hasta la tarde.
2 Ofrecería sacrificios por sí mismo y por todos los de su casa, para la salvación de sus almas.
3 Se levantaba a media noche para orar y durante el día oraba a Dios. Siguió haciendo esto durante muchos años.
4 También ayunaba durante los tres períodos de cuarenta días, cada vez que llegaba el período de cuarenta días.'
5 Y no comió carne ni bebió vino en toda su vida.
6 Tampoco le gustaba el sabor de la fruta ni dormía en la cama, porque se dedicaba a la oración todos los días y a la súplica a Dios durante toda su vida.
7 Entonces, cuando las multitudes oyeron que un hombre de Dios había aparecido, acudieron a él desde todas las regiones y lugares para escuchar sus instrucciones y recomendaciones vivificantes y para estar seguros de que el Espíritu de Dios hablaba en él.
8 Entonces los grandes que habían acudido a él dijeron: «¿Qué es este poder que descendió sobre ti después de que el brillo de tu vista te abandonó, y cómo has tenido un respiro para ver ahora?»
9 Entonces el fiel anciano sonrió y les dijo: A los que se han presentado les diré que Dios me sanó cuando vio que me había acercado a la puerta de la muerte.
10 Él me concedió este honor en mi vejez para que pudiera ser sacerdote del Señor.
11 Entonces alguien (¿Jacob?) le dijo: «Empieza a hablarme para que me consuele y me aferre a él».
12 Entonces nuestro padre Isaac le dijo: «Si hablas con ira, guárdate de la calumnia y guardate de la vanidad.
13 Mira que no hables solo (con una mujer).
14 Tened cuidado de que de vuestra boca no salga mala palabra.
15 Guarda tu cuerpo para que sea puro, porque es templo del Espíritu Santo que habita en él.
16 Cuida las funciones menores de tu cuerpo, para que sea puro y santificado.
17 Cuídate de no jugar con tu lengua, no sea que de tu boca salga una mala palabra.
18 «Cuídense de extender la mano hacia lo que no poseen.
19 No presentéis ofrenda si no estáis ritualmente limpios; báñate en agua cuando pretendas acercarte al altar.
20 No mezcles tus pensamientos con los pensamientos del mundo mientras estás ante el altar en presencia de Dios.
21 Haz tu ofrenda para ser pacificador entre los hombres.
22 Cuando estés a punto de presentar tu ofrenda a Dios, cuando te hayas acercado al altar, orarás a Dios cien veces sin cesar.
23 «Al principio expresarás esta acción de gracias de la siguiente manera: «Oh Dios, el incomprensible, que no puede ser buscado, el poseedor del poder, la fuente de la pureza, límpiame con tu misericordia, un regalo gratuito tuyo a mi.
24 Porque soy un ser de carne y hueso que huyo hacia vosotros.
25 Sé de mi inmundicia y ciertamente tú me limpiarás, oh Señor.
26 Porque he aquí, mi causa está en tus manos y a ti recurro.
27 Conozco mi pecado; límpiame, Señor, para que pueda entrar en tu presencia con dignidad.
28 Ahora mis delitos son graves; Me he acercado al fuego que arde.
29 Tu misericordia está sobre todas las cosas, para que puedas quitar todas mis transgresiones.
30 Perdóname, también a mí, pecador.
31 Y perdona a todas tus criaturas que tú creaste, pero que no oyeron ni aprendieron de ti.
32 ««Soy como todos los que son a tu imagen. He recurrido a hacer lo que me está prohibido.
33 He venido a ti y soy tu siervo y el hijo pecador de tu nación, pero tú eres el que perdona.
34 Perdóname por la misericordia que viene de ti y escucha mi súplica para que sea digno de estar ante tu santo altar.
35 Que este holocausto os sea aceptable.
36 No me hagas volver a mi ignorancia a causa de mis pecados. Recíbeme como a la oveja descarriada.
37 Que el Dios que proveyó a nuestro padre Adán, a Abel, a Noé y a nuestro padre Abraham, esté contigo, oh Jacob, y también conmigo.
38 Reciban de mí mi ofrenda.»
39 «Si, pues, te acercaste y hiciste esto antes de subir al altar, ofrece tu sacrificio.
40 Pero vosotros tendréis cuidado y estar alerta para no contristar el espíritu del Señor.
41 Porque la obra del sacerdocio no es fácil, ya que a cada sacerdote le corresponde, desde hoy hasta el fin de las generaciones y el fin del mundo, no saciarse bebiendo vino ni se saciará comiendo pan; y que no debería hablar de
42 las preocupaciones del mundo ni escuchar a quien habla de ellas. Pero los sacerdotes deben dedicar todos sus esfuerzos y su vida a la oración, a la vigilancia y a la perseverancia en la piedad, para que cada uno pueda pedir al Señor con éxito.
43 «Además, a todo hombre en la tierra, ya sea desdichado o afortunado, le corresponde guardar los mandamientos apropiados.
44 Los hombres, después de poco tiempo, serán alejados de este mundo y de su intensa ansiedad.
45 Entonces, por causa de la pureza, se dedicarán al servicio santo y angelical.
46 Por sus ofrendas puras y su servicio angelical, serán presentados ante el Señor y sus ángeles.
47 Porque su comportamiento terrenal se reflejará en el cielo, y los ángeles serán sus amigos debido a su perfecta fe y pureza.
48 Grande es su estima ante el Señor, y no hay nadie, ni pequeño ni grande, en quien el Señor no mejore; porque el Señor quiere que cada uno sea sin culpa ni ofensa.
49 «Y ahora, continúa suplicando a Dios con arrepentimiento por tus pecados pasados, y no cometas más pecados.
50 Por tanto, no matéis con la espada, no matéis con la lengua, no fornicéis con vuestro cuerpo y no os quedéis enojados hasta la puesta del sol.
51 No recibas elogios injustificados ni te alegres de la caída de tus enemigos o de tus hermanos.
52 No blasfemes; cuidado con la calumnia.
53 No mires a una mujer con ojos lujuriosos.
54 De estas cosas y de sus semejantes os guardaréis, para que cada uno de vosotros se salve de la ira que se manifestará desde el cielo. »