Judá, el cuarto hijo de Jacob y Lea. Él es el gigante, el atleta, el guerrero; relata hazañas heroicas. Corre tan rápido que puede adelantar a una cierva.
1 LA copia de las palabras de Judá, lo que habló a sus hijos antes de morir.
2 Entonces se reunieron y vinieron a él, y él les dijo: Escuchen, hijos míos, a Judá, su padre.
3 Yo fui el cuarto hijo de mi padre Jacob; y mi madre Lea me llamó Judá, diciendo: Doy gracias a Jehová, porque también me ha dado un cuarto hijo.
4 Fui ágil en mi juventud y obediente a mi padre en todo.
5 Y honré a mi madre y a la hermana de mi madre.
6 Y cuando me hice hombre, mi padre me bendijo, diciendo: Serás un rey prosperado en todo.
7 Y el Señor me mostró favor en todas mis obras, tanto en el campo como en la casa.
8 Sé que corrí con una cierva, la cacé, preparé carne para mi padre y él comió.
9 Y yo dominaba las corvas en la caza y alcanzaba a todos los que había en la llanura.
10 Una yegua salvaje la alcancé, la atrapé y la domé.
11 Maté un león y le saqué un cabrito de la boca.
12 Tomé un oso por la pata y lo arrojé por un acantilado, y quedó aplastado.
13 Corrí más rápido que el jabalí y, agarrándolo mientras corría, lo partí en pedazos.
14 Un leopardo en Hebrón saltó sobre mi perro, lo agarré por la cola, lo arrojé contra las rocas y se partió en dos.
15 Encontré un buey salvaje pastando en el campo, y agarrándolo por los cuernos, haciéndolo girar y aturdiéndolo, lo arrojé lejos de mí y lo maté.
16 Y cuando los dos reyes de los cananeos vinieron enfundados y armados contra nuestros rebaños, y mucha gente con ellos, yo solo me abalancé sobre el rey de Hazor, lo golpeé en las grevas y lo arrastré hacia abajo, y así lo mató.
17 Y al otro, el rey de Tappuah, mientras estaba sentado en su caballo, lo maté, y así dispersé a todo su pueblo.
18 Encontré al rey Acor, un hombre de estatura gigante, que lanzaba jabalinas por delante y por detrás mientras montaba a caballo; y tomé una piedra que pesaba sesenta libras, la arrojé, golpeé su caballo y lo maté.
19 Y luché con este otro durante dos horas; y partí su escudo en dos, le corté los pies y lo maté.
20 Y mientras yo le quitaba la coraza, he aquí nueve hombres suyos comenzaron a pelear conmigo,
21 Y me enrollé mi manto en la mano; y les lancé piedras, y maté a cuatro de ellos, y los demás huyeron.
22 Y mi padre Jacob mató a Beelesat, rey de todos los reyes, un gigante de fuerza de doce codos de altura.
23 Y el miedo se apoderó de ellos y dejaron de luchar contra nosotros.
24 Por eso mi padre estaba libre de preocupaciones en las guerras cuando yo estaba con mis hermanos.
25 Porque vio en una visión acerca de mí que un ángel poderoso me seguía a todas partes para que no fuera vencido.
26 Y en el sur nos sobrevino una guerra mayor que la de Siquem; y me puse en orden de batalla con mis hermanos, y perseguí a mil hombres, y de ellos maté a doscientos hombres y a cuatro reyes.
27 Subí a la muralla y maté a cuatro hombres valientes.
28 Entonces capturamos a Hazor y nos llevamos todo el botín.
29 Y al día siguiente partimos hacia Aretán, una ciudad fuerte, amurallada e inaccesible, que nos amenazaba de muerte.
30 Pero Gad y yo nos acercamos por el lado oriental de la ciudad, y Rubén y Leví por el oeste.
31 Y los que estaban en el muro, pensando que estábamos solos, se abalanzaron contra nosotros.
32 Entonces mis hermanos treparon en secreto por ambos lados de la muralla con estacas y entraron en la ciudad, sin que los hombres lo supieran.
33 Y la tomamos a filo de espada.
34 Y a los que se habían refugiado en la torre, les prendimos fuego y nos apoderamos de ella y de ellos.
35 Y mientras nos íbamos, los hombres de Tappuah se apoderaron de nuestro botín y, al ver esto, peleamos con ellos.
36 Y los matamos a todos y recuperamos nuestro botín.
37 Y estando yo junto a las aguas de Kozeba, los hombres de Jobel vinieron contra nosotros para pelear.
38 Y peleamos con ellos y los derrotamos; y a sus aliados los matamos en Silo, y no les dejamos poder para venir contra nosotros.
39 Y al quinto día los hombres de Maquir vinieron sobre nosotros para apoderarse de nuestro botín; y los atacamos y los vencimos en feroz batalla; porque había entre ellos un ejército de hombres valientes, y los matamos antes de que hubieran subido la cuesta.
40 Y cuando llegamos a su ciudad, sus mujeres hicieron rodar sobre nosotros piedras desde la cima de la colina sobre la que se encontraba la ciudad.
41 Y Simeón y yo nos pusimos detrás de la ciudad, tomamos las alturas y destruimos también esta ciudad.
42 Y al día siguiente nos dijeron que el rey de la ciudad de Gaash con un ejército poderoso venía contra nosotros.
43 Dan y yo nos hicimos pasar por amorreos y entramos aliados en su ciudad.
44 Y en plena noche vinieron nuestros hermanos y les abrimos las puertas; y destruimos a todos los hombres y sus bienes, y tomamos por presa todo lo que era suyo, y derribamos sus tres muros.
45 Y nos acercamos a Thamna, donde estaban todos los bienes de los reyes enemigos.
46 Entonces, insultado por ellos, me enojé y me lancé contra ellos hasta la cima; y seguían lanzando contra mí piedras y dardos.
47 Y si mi hermano Dan no me hubiera ayudado, me habrían matado.
48 Entonces nos abalanzamos sobre ellos con ira y todos huyeron; y pasando por otro camino, pelearon contra mi padre, y él hizo la paz con ellos.
49 Y no les hicimos ningún daño, sino que se hicieron tributarios de nosotros y les devolvimos su botín.
50 Y yo edifiqué Tamna, y mi padre edificó a Pabael.
51 Yo tenía veinte años cuando estalló esta guerra. Y los cananeos temían a mí y a mis hermanos.
52 Tenía mucho ganado y tenía como jefe de pastores a Iram el adullamita.
53 Y cuando fui a él, vi a Parsaba, rey de Adulam; y nos habló, y nos hizo un banquete; y cuando me enojé, me dio a su hija Bathshua por esposa.
54 Ella me dio a luz a Er, a Onán y a Sela; y a dos de ellos hirió Jehová; porque Sela vivió, y vosotros sois sus hijos.