Leví, el tercer hijo de Jacob y Lea. Un místico y soñador de sueños, un profeta.
1 Copia de las palabras de Leví, las cosas que ordenó a sus hijos, conforme a todo lo que debían hacer, y lo que les sucedería hasta el día del juicio.
2 Estaba sano y salvo cuando los llamó; porque le había sido revelado que debía morir.
3 Y cuando se reunieron, les dijo:
4 Yo, Leví, nací en Harán y vine con mi padre a Siquem.
5 Yo era joven, como de veinte años, cuando, junto con Simeón, me vengué de Hamor por nuestra hermana Dina.
6 Y mientras estaba apacientando los rebaños en Abel-Maul, el espíritu de comprensión del Señor vino sobre mí, y vi a todos los hombres corrompiendo su camino, y que la injusticia se había construido muros y la iniquidad se asentaba sobre torres.
7 Y yo estaba triste por la raza de los hijos de los hombres, y oré al Señor para que pudiera ser salvo.
8 Entonces cayó sobre mí un sueño, y vi una montaña alta, y estaba sobre ella.
9 Y he aquí, los cielos se abrieron y un ángel de Dios me dijo: Leví, entra.
10 Entré desde el primer cielo y vi allí un gran mar suspendido.
11 Y además vi un segundo cielo mucho más brillante y brillante, porque también allí había una luz ilimitada,
12 Y dije al ángel: ¿Por qué es esto así? Y el ángel me dijo: No te maravilles de esto, porque verás otro cielo más brillante e incomparable.
13 Y cuando hayas ascendido allí, estarás cerca del Señor y serás su ministro, y declararás sus misterios a los hombres y proclamarás acerca de aquel que redimirá a Israel.
14 Y por ti y por Judá aparecerá el Señor entre los hombres, salvando a toda raza humana.
15 Y de la porción del Señor será tu vida, y Él será tu campo y tu viña, y tus frutos, tu oro y tu plata.
16 Escucha, pues, los cielos que te han sido mostrados.
17 Por esta razón, lo más bajo te resulta sombrío, porque contempla todas las acciones injustas de los hombres.
18 Y tiene fuego, nieve y hielo preparados para el día del juicio, en el justo juicio de Dios; porque en él están todos los espíritus de las retribuciones por venganza de los hombres.
19 Y en el segundo están las huestes de los ejércitos que están preparados para el día del juicio, para vengarse de los espíritus del engaño y de Beliar.
20 Y por encima de ellos están los santos.
21 Y en lo más alto de todo habita la Gran Gloria, muy por encima de toda santidad.
22 En el cielo contiguo están los arcángeles, que ministran y hacen propiciación al Señor por todos los pecados de ignorancia de los justos;
23 Ofreciendo al Señor un olor fragante, una ofrenda razonable y sin sangre.
24 Y abajo en el cielo están los ángeles que dan respuestas a los ángeles de la presencia del Señor.
25 Y en el cielo, junto a éste, hay tronos y dominios, en los que siempre alaban a Dios.
26 Por eso, cuando el Señor nos mira, todos nos estremecemos; sí, los cielos, la tierra y los abismos se estremecen ante la presencia de su majestad.
27 Pero los hijos de los hombres, sin darse cuenta de estas cosas, pecan y irritan al Altísimo.