La belleza de la creación de Dios.
1 Como el trabajo del labrador es la reja del arado, y el trabajo del timonel es la conducción del barco,
2 Así también mi trabajo es el Salmo del Señor: mi oficio y mi ocupación son sus alabanzas:
3 Porque su amor alimentó mi corazón, y hasta en mis labios derramó sus frutos.
4 Porque mi amor es el Señor, y por eso le cantaré:
5 Porque su alabanza me fortalece y tengo fe en él.
6 Abriré mi boca y su espíritu proclamará en mí la gloria del Señor y su hermosura; la obra de sus manos y la operación de sus dedos:
7 La multitud de sus misericordias y la fuerza de su palabra.
8 Porque la palabra del Señor escudriña todas las cosas, tanto las invisibles como las que revelan su pensamiento;
9 Porque el ojo ve sus obras y el oído oye sus pensamientos;
10 Él extendió la tierra y estableció las aguas en el mar.
11 Midió los cielos y fijó las estrellas, y estableció la creación y la levantó.
12 Y descansó de sus obras.
13 Y las cosas creadas corren en su curso y hacen sus obras:
14 Y no saben estar de pie y estar ociosos; y sus huestes celestiales están sujetas a su palabra.
15 El tesoro de la luz es el sol, y el tesoro de las tinieblas es la noche.
16 E hizo el sol para que el día brillara, pero la noche trae oscuridad sobre la faz de la tierra;
17 Y sus alternancias unas con otras hablan de la belleza de Dios:
18 IS Y no hay nada que esté sin el Señor; porque Él era antes de que cualquier cosa llegara a existir:
19 Y el mundo fue creado por su palabra y por el pensamiento de su corazón. Gloria y honra a su nombre. Aleluya.