Un cambio peculiar de personalidad, apenas percibido hasta el regreso del mismo en el último verso.
1 Fui coronado por mi Dios: mi corona está viva:
2 Y fui justificado en mi Señor: Él es mi salvación incorruptible.
3 Fui libre de la vanidad y no fui condenado.
4 Las ataduras que me ahogaban fueron cortadas por sus manos: recibí el rostro y la forma de un nuevo hombre; y caminé en él y fui salvo;
5 Y el pensamiento de la verdad me guió. Y caminé tras ella y no me desvié:
6 Y todos los que me vieron quedaron asombrados y me consideraron como una persona extraña.
7 Y el que me conoció y me crió, es el Altísimo en toda su perfección. Y me glorificó con su bondad y elevó mis pensamientos a la altura de su verdad.
8 Y desde allí me indicó el camino de sus preceptos y abrí las puertas que estaban cerradas,
9 y quebranten las barras de hierro; pero mi hierro se derritió y disolvió ante mí;
10 Nada me parecía cerrado: porque yo era la puerta de todo.
11 Y pasé sobre todos mis siervos para soltarlos; para no dejar a ningún hombre atado o atado:
12 Y transmití mi conocimiento sin repugnancia, y mi oración fue en mi amor:
13 Y sembré mis frutos en los corazones y los transformé en mí mismo; y recibieron mi bendición y vivieron;
14 Y fueron reunidos conmigo y fueron salvos; porque ellos eran para mí como mis propios miembros y yo era su cabeza. Gloria a ti cabeza nuestra, el Señor Mesías. Aleluya.