Una mezcla de ética y misticismo; de la regla de oro y del árbol de la vida.
1 Soy sacerdote del Señor, y a Él presto servicio sacerdotal, y a Él ofrezco el sacrificio de Su pensamiento.
2 Porque su pensamiento no es como el pensamiento del mundo ni como el pensamiento de la carne, ni como el de los que sirven carnalmente.
3 El sacrificio del Señor es justicia y pureza de corazón y de labios.
4 Presentad vuestras riendas delante de Él irreprochablemente, y no permitas que tu corazón haga violencia al corazón, ni tu alma al alma.
5 No adquirirás a un extraño por el precio de tu plata, ni procurarás devorar a tu prójimo,
6 No le quitarás el velo de su desnudez.
7 Pero vestíos sin medida de la gracia del Señor; y ven a Su Paraíso y hazte una guirnalda de su árbol,
8 Y póntelo sobre tu cabeza y alégrate; y recuéstate en su reposo, y la gloria irá delante de ti,
9 Y recibirás de su bondad y de su gracia; y florecerás en verdad en alabanza de su santidad. Alabado y honor sea su nombre. Aleluya.