Una explicación notable de las «capas de piel» en el tercer capítulo del Génesis.
1 Alcé mis brazos al Altísimo, a la gracia del Señor, porque él había liberado de mí mis ataduras, y mi Ayudador me había elevado a su gracia y a su salvación.
2 Y me despojé de las tinieblas y me vestí de luz,
3 Y mi alma adquirió un cuerpo libre de tristeza, de aflicción y de dolores.
4 Y cada vez me ayudaba más el pensamiento del Señor y su comunión en la incorrupción:
5 Y fui exaltado en su luz; y serví delante de Él,
6 Y me acerqué a él, alabandole y confesándole;
7 Mi corazón se desbordó y se halló en mi boca, y surgió en mis labios; y el júbilo del Señor aumentó en mi rostro, y también su alabanza. Aleluya.