«Ningún niño acunado yace más suavemente que yo: ven pronto, eternidad.»
1 El rocío que el Señor destiló en silencio sobre mí:
2 E hizo subir sobre mi cabeza la nube de paz que me guardaba continuamente;
3 Fue para mí salvación: todo se estremeció y ellos tuvieron miedo;
4 Y de ellos salió humo y juicio; y yo callaba por orden del Señor:
5 Él fue para mí más que refugio y más que fundamento.
6 Y fui llevado por su madre como a un niño, y él me dio leche, el rocío del Señor.
7 Y me hice grande por su generosidad y descansé en su perfección,
8 Y extendí mis manos en la elevación de mi alma, y fui reconciliado con el Altísimo, y con Él fui redimido. Aleluya.