Los teólogos nunca se han puesto de acuerdo sobre una explicación de esta desconcertante Oda.
1 Descansé en el Espíritu del Señor, y el Espíritu me elevó a lo alto.
2 Y me puso de pie en la altura del Señor, ante su perfección y su gloria, mientras lo alababa con la composición de sus cánticos.
3 El Espíritu me llevó ante la faz del Señor y, aunque era hijo del hombre, fui llamado el Iluminado, el Hijo de Dios:
4 Mientras yo alababa entre los que alaban, y grande era yo entre los poderosos.
5 Porque según la grandeza del Altísimo así me hizo, y como su propia novedad me renovó; y me ungió según su propia perfección:
6 Y me convertí en uno de sus vecinos; y mi boca se abrió como una nube de rocío,
7 Y mi corazón se derramó como un torrente de justicia,
8 Y mi acceso a Él fue en paz; y fui establecido por el Espíritu de su gobierno. Aleluya.