1 Entonces Tobit escribió una oración de regocijo y dijo: Bendito sea el Dios que vive por los siglos, y bendito sea su reino.
2 Porque él azota y tiene misericordia; desciende al infierno y hace subir; no hay quien pueda escapar de su mano.
3 Confesadlo delante de los gentiles, hijos de Israel, porque él nos ha esparcido entre ellos.
4 Allí proclamad su grandeza y ensalzadle delante de todos los vivientes, porque él es nuestro Señor y Dios nuestro Padre para siempre. [1]
5 Y él nos azotará por nuestras iniquidades, y nuevamente tendrá misericordia y nos reunirá de entre todas las naciones entre las cuales nos dispersó.
6 Si os volvéis a él con todo vuestro corazón y con toda vuestra mente, y actuáis con rectitud delante de él, entonces él se volverá hacia vosotros y no ocultará de vosotros su rostro. Mira, pues, lo que hará contigo, y confiésalo con toda tu boca, y alaba al Señor del poder, y ensalza al Rey eterno. En la tierra de mi cautiverio lo alabo y declaro su poder y majestad a una nación pecadora. Oh pecadores, convertíos y haced justicia delante de él: ¿quién puede decir si os aceptará y tendrá misericordia de vosotros?
7 Ensalzaré a mi Dios, y mi alma alabará al Rey del cielo y se regocijará en su grandeza.
8 Que todos hablen y que todos lo alaben por su justicia.
9 Oh Jerusalén, ciudad santa, él te azotará por las obras de tus hijos, y volverá a tener misericordia de los hijos de los justos.
10 Alaba al Señor, porque es bueno, y alaba al Rey eterno, para que con alegría se edifique en ti su tabernáculo, y que allí regocije en ti a los cautivos, y ame en ti por siempre aquellos que son miserables.
11 Muchas naciones vendrán desde lejos al nombre del Señor Dios con presentes en las manos, presentes para el Rey del cielo; todas las generaciones te alabarán con gran alegría.
12 Malditos todos los que te aborrecen, y bienaventurados todos los que te aman por siempre.
13 Alegraos y alegraos por los hijos de los justos, porque se reunirán y bendecirán al Señor de los justos.
14 Bienaventurados los que te aman, porque se alegrarán en tu paz; bienaventurados los que se entristecen por todos tus azotes; porque se alegrarán por ti, cuando hayan visto toda tu gloria, y se alegrarán por siempre.
15 Que mi alma bendiga a Dios, el gran Rey.
16 Porque Jerusalén será edificada con zafiros, esmeraldas y piedras preciosas; tus muros, tus torres y tus almenas, con oro puro.
17 Y las calles de Jerusalén serán pavimentadas con berilo, carbunclo y piedras de Ofir.
18 Y todas sus calles dirán: Aleluya; y lo alabarán, diciendo: Bendito sea el Dios que lo exaltó por los siglos.