1 Entonces Tobit terminó de alabar a Dios.
2 Tenía cincuenta y ocho años cuando perdió la vista, que le recuperó al cabo de ocho años; y daba limosna, y crecía en el temor del Señor Dios, y lo alababa.
3 Y siendo ya muy anciano, llamó a su hijo y a los hijos de su hijo, y le dijo: Hijo mío, toma a tus hijos; porque he aquí, ya soy viejo y estoy a punto de partir de esta vida.
4 Ve a Media, hijo mío, porque creo firmemente en lo que el profeta Jonás habló de Nínive: que será destruida; y que por un tiempo habrá paz en Media; y que nuestros hermanos yacerán esparcidos en la tierra desde aquella buena tierra; y Jerusalén será desolada, y la casa de Dios que está en ella será quemada, y será desolada por un tiempo;
5 Y que Dios volverá a tener misericordia de ellos y los traerá de nuevo a la tierra donde construirán un templo, pero no como el primero, hasta que se cumpla el tiempo de esa era; y después volverán de todos los lugares de su cautiverio, y edificarán a Jerusalén gloriosamente, y la casa de Dios será edificada en ella para siempre con un edificio glorioso, como los profetas lo han dicho.
6 Y todas las naciones se volverán y temerán verdaderamente al Señor Dios y enterrarán sus ídolos.
7 Así alabarán al Señor todas las naciones, y su pueblo confesará a Dios, y el Señor exaltará a su pueblo; y todos los que aman al Señor Dios en verdad y justicia se alegrarán, teniendo misericordia de nuestros hermanos.
8 Y ahora, hijo mío, sal de Nínive, porque seguramente se cumplirán las cosas que habló el profeta Jonás.
9 Pero tú guarda la ley y los mandamientos, y muéstrate misericordioso y justo, para que te vaya bien.
10 Y entiérrame dignamente, y tu madre conmigo; pero no os detengáis más en Nínive. Acuérdate, hijo mío, de cómo Amán trató a Aquiácaro que lo crió, cómo de la luz lo llevó a las tinieblas, y cómo lo recompensó de nuevo; sin embargo, Aquiácaro se salvó, pero el otro tuvo su recompensa: porque descendió a las tinieblas. Manasés dio limosna y escapó de los lazos de muerte que le habían tendido; pero Amán cayó en el lazo y pereció.
11 Ahora pues, hijo mío, considera lo que hace la limosna y cómo la justicia salva. Habiendo dicho estas cosas, se entregó en la cama, siendo de ciento cincuenta y ocho años; y lo enterró honorablemente.
12 Y muerta su madre Ana, la enterró con su padre. Pero Tobías se fue con su mujer y sus hijos a Ecbatane, a casa de su suegro Ragüel,
13 Donde envejeció con honor, enterró honorablemente a su padre y a su suegra y heredó sus bienes y los de su padre Tobit.
14 Y murió en Ecbatane de Media, cuando tenía ciento veintisiete años.
15 Pero antes de morir se enteró de la destrucción de Nínive, que fue tomada por Nabucodonosor y Asuero; y antes de morir se regocijó por Nínive.