El Padre Universal es Causa Primera y Controlador de todo lo que es.
Creó los universos finitos para que fueran habitados por criaturas inteligentes que pudieran conocerlo y amarlo, y ser amados por él. La meta suprema de las criaturas volitivas es alcanzar a Dios, ser como él.
«Ser perfectos como yo soy perfecto» es el primer deber de la humanidad.
La perfección en sentido infinito es inalcanzable para los mortales. Su meta divina es en aspectos finitos de divinidad de motivación y voluntad.
El verdadero significado del mandato divino de ser perfecto siempre impulsa al hombre hacia adelante en la búsqueda de valores espirituales y significados universales.
La justicia divina no está dominada por una estricta justicia retributiva; La misericordia de Dios como nuestro Padre trasciende la justicia de Dios como nuestro juez.
Dios ama no como un padre sino como un padre. Él es el Padre del Paraíso de cada personalidad del universo.
Cuando el hombre consagra su voluntad a hacer la voluntad del Padre, cuando el hombre da a Dios todo lo que tiene, entonces Dios hace a ese hombre más de lo que es.
El Padre es espíritu universal, fuente de verdad, realidad primordial y personalidad paterna.
Dios no es un concepto antropomórfico, la «obra más noble del hombre».
En la experiencia humana, el conocimiento de la realidad de la existencia de Dios depende del Dios-Espíritu que mora en nosotros y que da lugar a la conciencia de Dios y al impulso de buscar a Dios y ser como él.
La existencia de Dios (que es espíritu) no puede demostrarse por medios materiales, pero es razonable a la lógica y la filosofía, es esencial a la religión y es la esperanza de la supervivencia personal.
La prueba de la existencia de Dios está en la experiencia de su presencia.
Dios mantiene contacto inmediato con sus hijos del universo por medio de su presencia espiritual.
Dios es espíritu, una presencia espiritual universal.
Los ‘fragmentos’ espirituales del Padre que habitan en hombres y mujeres fomentan la evolución de sus almas inmortales.
La mente que se une a la materia no puede sobrevivir a la muerte. La mente rendida al espíritu de Dios transmuta las fases potencialmente espirituales de la mente en las realidades del alma asegurando así su supervivencia.
Dios, que es absoluto, eterno e infinito, también es bueno, verdadero, misericordioso y compasivo.
La infinitud de la perfección de Dios lo constituye eternamente en misterio. El misterio de los misterios es su presencia divina en la mente de los hombres y mujeres mortales.
Si un ser mortal elige sobrevivir a la existencia mortal, el espíritu de Dios acompaña a esa persona en su viaje eterno que lo lleva a la misma presencia del Padre.
El Dios del amor universal se manifiesta indefectiblemente en la plenitud de la capacidad de cada mortal.
Dios no hace acepción de personas, espirituales o materiales.
Nuestro concepto de la naturaleza de Dios es de importancia crítica durante todas las etapas de desarrollo de nuestra relación personal directa con el Dios-Espíritu-Interno. Si comenzamos con ideas equivocadas acerca de Dios, tendremos un tiempo difícil por delante.
Jesús vio a Dios como santo, justo, grande, verdadero, hermoso y bueno. Sobre todo, Jesús vio a Dios como misericordioso, lleno de gracia y compasivo. Jesús nunca insistió en que creamos en sí mismo, solo que creamos en ese aspecto del Dios infinito, insondable y trascendente al que se dirigió como Padre, y que es Padre para todos los hombres y mujeres de todas las religiones, incluida la de ninguna religión.
Ninguna religión humana puede ser autoritaria en el sentido de que lleva la autoridad de Dios. Para todos los seres humanos, tal autoridad es individual, personal y reside en el Dios-Espíritu-Interno. La verdad espiritual siempre es experiencial, y el camino a Dios es por fe y solo por fe.
Por eso la verdad de cualquier religión se evidencia únicamente por los frutos del espíritu que se manifiestan en la vida de sus seguidores. Esos frutos son: