© 1992 Ann Bendall
© 1992 ANZURA, Asociación Urantia de Australia y Nueva Zelanda
Ann Bendall, Nambour, Queensland
Veo a muchos de mis amados hermanos y hermanas corriendo de un lado a otro tratando de encontrar a alguien que los guíe, alguien a quien seguir.
¿Por qué alguno de nosotros necesita una persona inferior a Jesús a quien seguir? Quizás sea porque Jesús, en amor, se niega a hacer lo que le pedimos: decirnos exactamente lo que deberíamos hacer. ¿No se supone que debemos hacer la voluntad de Dios? Entonces, ¿por qué no podemos recibir nuestros pedidos directamente? ¿Será que se ha infiltrado en nuestra mente una idea falsa sobre lo que realmente significa la voluntad de Dios? En respuesta a una pregunta Jesús dijo:
«La voluntad del hombre es el camino del hombre, la suma y la sustancia de lo que el mortal escoge ser y hacer. La voluntad es la elección deliberada de un ser auto-consciente, que conduce a una decisión y a un comportamiento basados en una reflexión inteligente.» (LU 130:2.7)
Al buscar conocer y hacer la voluntad de Dios, lo importante no es tanto lo que hacemos sino cómo lo hacemos. Dios no va a tomar nuestras decisiones por nosotros. Progresamos espiritualmente sólo al tomar nuestras propias decisiones. Hacerlas de acuerdo con la voluntad de Dios simplemente significa tomar decisiones semejantes a Dios y luego llevarlas a cabo de una manera semejante a Dios. Nuestro modelo a seguir para hacer esto debe ser descubierto en la vida y las enseñanzas de Jesús. El Libro de URANTIA nos dice:
«La evolución material os ha proporcionado una máquina viviente, vuestro cuerpo; el Padre mismo os ha dotado de la realidad espiritual más pura que se conoce en el universo, vuestro Ajustador del Pensamiento. Pero la mente ha sido puesta en vuestras manos, sometida a vuestras propias decisiones, y es a través de la mente como vivís o morís. Con esta mente y dentro de esta mente es donde tomáis las decisiones morales que os permiten volveros semejantes al Ajustador, es decir semejantes a Dios.» (LU 111:1.4)
Pero persistimos en querer órdenes directas: que nos digan qué hacer. ¿Cómo puede Jesús decirnos el futuro? Él sabe muy bien que el futuro es de Dios. Él sabe muy bien que Dios nos armará con todo lo necesario para afrontar y superar cualquier adversidad que se nos presente.
¿Por qué deberíamos ser tan desconfiados? No pretendemos serlo, pero lo somos, y en nuestra ansiedad corremos hacia un hermano o hermana amoroso hasta que encontramos uno que está tan ansioso por nuestro amor y aprobación que perturba sus propias mentes para satisfacer nuestra necesidad. Luego nos sentamos a los pies de nuestros gurús y nos engañamos a nosotros mismos. Les pedimos que tomen nuestras decisiones, que nos digan nuestro futuro y ellos obedecen. El libro nos dice que Jesús no se sentó a los pies de nadie (LU 126:2.3).
Al seguir a nuestro nuevo líder, escribimos nuestro propio futuro en el proceso, obligando a nuestro paciente Ajustador del Pensamiento a desechar el plan preferido, en deferencia a nuestra voluntad. ¡Qué creemos que nuestro Ajustador del Pensamiento está haciendo todo el día sino tratar de espiritualizarnos!
Qué bendición tener El Libro de URANTIA. Había buscado un modelo en la vida. Alguien a quien emular. Alguien a quien admirar. Alguien a quien pudiera copiar, sabiendo que su forma de pensar, sentir y hacer las cosas, eran las formas, pensamientos y sentimientos que yo podría esforzarme en adoptar, como la mejor manera de vivir para mí.
Debido a que perdí a Jesús en la Biblia, necesitaba el Libro de URANTIA, y entonces mi héroe, mi líder, mi modelo se convirtió en realidad como un ideal alcanzable. Aquí estaba mi modelo perfecto para la «semejanza de Dios». Pero al observar su vida, la descripción del crecimiento de su madurez moral, emocional y mental, me di cuenta de que requiere mucho trabajo. Jesús había culminado su crecimiento en perfección a una edad cronológica, unos años antes de que yo comenzara la mía. Entonces reconocí que me quedaba un largo camino por recorrer para alcanzar el nivel de madurez que él alcanzó en Urantia. Quizás tendré el mismo aspecto que mi modelo, que tenía unos treinta y tantos años, cuando le diga adiós con la mano cuando me vaya a Edentia. Pero él seguirá siendo mi modelo en esos días venideros, porque me habrá mostrado un modelo de Jesús-Miguel a seguir en mi camino hacia el Paraíso.
Como ser humano, es triste que encontremos modelos que copiar en la vida, como nuestros padres en nuestros primeros años de vida, solo para que nuestros sueños se hagan añicos con la realidad de que nuestros modelos humanos son simplemente humanos imperfectos normales. Qué bendición descubrir un modelo en el Jesús humano, que un día podrá revelarse ante mí como un modelo semiespiritual, seguido de un modelo espiritual y así sucesivamente, dependiendo de mi capacidad de ver y apreciar. No necesito otro modelo. ¿Por qué conformarse con el segundo puesto?
El futuro es de Dios. Tiene la idea para la historia de mi vida. Deseo que la voluntad de Dios sea mi voluntad y sé que la voluntad de Dios es el camino de Dios, un proceso de ser, no de hacer. Quiero que mi voluntad y mi mente estén tan en sintonía con la de mi Ajustador del Pensamiento que los dos sean indistinguibles y así, con abundante apoyo y asistencia de mi amado Ajustador, trato de tomar mis decisiones como creo que Jesús las habría tomado, sabiendo que, al hacerlo, es más probable que estén en armonía con los deseos de Dios para mí.