© 2005 Dr. Antti Roble
© 2005 The Urantia Book Fellowship
Poner en acción las enseñanzas del Libro de Urantia a través de la filosofía integral | Volumen 6, Número 1, 2005 (Verano) — Índice | Un canto de caña |
La ciencia descubre cómo opera la naturaleza y luego da nombres a los nuevos problemas y fenómenos. Especifica las nuevas leyes naturales a través del trabajo experimental y utilizando cadenas de evidencia. Los problemas y métodos probados anteriormente siempre se utilizan como evidencia principal para los nuevos, porque los efectos no pueden existir sin causas. Si tenemos el coraje de seguir esta cadena de evidencia hasta el final y encontrar la causa original, entonces siempre terminaremos con Dios, es decir, encontraremos la razón primaria que no tiene causa. Los ateos intentan escabullirse de este problema lógico inventando algún nombre para esta razón principal, como el Big Bang.
Toda la materia, energía, vida y espíritu se comprimieron en un espacio más pequeño que la cabeza de un alfiler hace catorce mil millones de años, según la concepción científica oficial actual. Sin embargo, los hechos científicos pueden cambiar porque todavía conocemos menos del uno por ciento de las leyes y problemas naturales existentes. La ciencia cambia y mejora nuestra comprensión del universo todo el tiempo; sin embargo, siempre encontraremos a Dios al final de cada sendero científico, ahora y siempre.
La belleza, la sabiduría, la justicia, el amor y la fe no se pueden medir con un calibre ni con ningún instrumento físico o químico. No reaccionan con la materia o la energía, pero siguen siendo tan reales como la roca de granito, porque el espíritu humano los hace visibles. En consecuencia, somos seres espirituales puros que han sido encerrados temporalmente en nuestros cuerpos. Podemos notar este espíritu cuando nos encontramos con los ojos de nuestro amigo y escuchamos sus opiniones; no es la voz del material.
La ciencia no se pronuncia sobre las cuestiones que tienen una importancia fundamental para el espíritu humano, lo que está bien y lo que está mal. La religión encuentra las respuestas a estas preguntas. La verdadera ciencia descubre valientemente aquellas cuestiones materiales que son verdaderas o falsas. Usando la ciencia podemos mejorar el bienestar de nuestros cuerpos. La verdadera religión descubre aquellas cuestiones espirituales que son verdaderas y que alegran el alma de nuestros hermanos y hermanas. Estos efectos positivos pueden usarse para identificar la verdadera ciencia y la verdadera religión de lo falso y lo falso. La verdadera ciencia y religión se apoyan mutuamente.
Nuestra vida y nuestro mundo han sido exactamente y precisamente diseñados así, para que podamos elegir libremente entre la fe y el ateísmo. No podríamos hacer esta libre elección si pudiéramos probar la existencia de Dios o alguna fuerza superior usando algún procedimiento científico.
El ateísmo y el escepticismo necesitan mucha más fe ciega que la fe en Jesús, porque la ciencia no puede probar que Dios no existe. Un luterano, musulmán o judío, puede estar absolutamente seguro de Dios porque no basa su fe en evidencia científica sino en el Ajustador de Dios que vive en nuestras mentes. Esta pequeña fracción de Dios hace posible nuestra supervivencia y despierta nuestra conciencia religiosa.
Necesitamos coraje para encontrar la verdad científica o religiosa. La verdad es difícil de encontrar si no tenemos el coraje de estudiar y explorar todas las fuentes de información, tabúes e incluso fuentes que han sido tildadas de sospechosas. La verdad no depende en absoluto de la fuente de información, autor o ismo; se basa únicamente en hechos científicos y espirituales verificados. También debemos escuchar la voz de nuestro propio sentido y conciencia, que es la razón principal por la que los tenemos.
Podemos encontrar mucha verdad, por ejemplo, en el Corán, la Biblia y también en El Libro de Urantia, que da una explicación lógica de por qué estamos aquí, de dónde venimos y hacia dónde vamos. Nuestro mundo e idioma están cambiando todo el tiempo; no necesitamos apegarnos a interpretaciones milenarias en ciencia y religión. Tenemos suficientes rituales antiguos, iconos sagrados y frases vacías. En cambio, merecemos ciencia, fe y religión dinámicas y vivas que realmente afecten nuestra vida diaria.
Hace dos mil años los cobardes gritaban «Libertad para Barrabás» y «Crucifícales a Jesús». Muchos de nosotros podemos imaginar que esto no nos afecta; sin embargo, en el momento de partir cada uno de nosotros se enfrentará a esta misma selección personal.
Poner en acción las enseñanzas del Libro de Urantia a través de la filosofía integral | Volumen 6, Número 1, 2005 (Verano) — Índice | Un canto de caña |