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Luz y Vida — Abril 2022 — Editorial | Luz y Vida — Abril 2022 — Índice | Cuestionario Urantiano: Esteban Cotán |
De la misma manera que todos vamos aprendiendo y evolucionando en nuestra vida, también lo podemos hacer en la vivencia de nuestro mundo emocional.
Para poderlo describir de forma sencilla diremos que hay 4 niveles en la gestión de nuestras emociones, por los cuales vamos transitando y avanzando, cada uno a su ritmo, de manera más lenta o rápida. Ojalá podamos llegar pronto al cuarto nivel.
Definimos las emociones como una respuesta instintiva, primaria, a hechos o sucesos externos que tocan o traspasan los umbrales del instinto, aquellos en los que la persona se siente segura y cómoda. Por poner un ejemplo, pensemos en cuando se despierta la rabia o el miedo ante una amenaza externa que captan mis sentidos y que hacen que mi instinto no se encuentre seguro en el que considero mi territorio o mis posesiones.
En este nivel lo natural es que la emoción se exprese; ahora bien, como somos seres con una cultura que nos marca, y también instintivos, quizá la mente condicionada por la educación y las costumbres sociales nos diga que no está bien expresar lo que sentimos, que hemos de ser valientes, y entonces lo que hacemos es NEGAR, esconder, soterrar lo que sentimos.
Este es el primer nivel, es decir, un punto evolutivo de nuestro camino de vida, donde podemos encontrar emociones de las que a menudo no somos conscientes; están escondidas en una parte de nuestra mente inconsciente, aunque esto no significa que no afecten. De hecho suelen condicionar nuestras conductas, nuestras relaciones e incluso nuestra salud.
Aprendemos a expresar y a hacer conscientes estas emociones que hemos soterrado en la primera etapa.
En este nivel la persona empieza a limpiarse sus traumas y heridas, los pone bajo la luz de la consciencia, los acepta, no los niega ni esconde como hacía en la etapa anterior. Según los sucesos o acontecimientos de nuestra vida, como podría ser una separación matrimonial, una enfermedad, etc., nos pueden ayudar a comenzar a entrar en este nivel. Es un punto del proceso evolutivo donde no siempre acertamos a la hora de expresar todas nuestras emociones.
Aquí aprendemos a gestionar de verdad nuestras emociones. No las escondemos, las aceptamos y expresamos, pero en el momento adecuado, de la manera adecuada, delante de la persona adecuada y con la intensidad adecuada. Todo un avance que sin duda nos ayuda a obtener mejores resultados y a tomar mejores decisiones en nuestra vida. Somos un poco más sabios en este punto evolutivo.
Llegamos aquí a la trascendencia de las emociones: nuestro nivel de sabiduría y comprensión de la vida es ya lo bastante elevado como para no necesitar las emociones, sino poder liderarlas a voluntad.
En este nivel, el hecho de que alguien amenace mi territorio, que por cierto ya no es visto como una posesión, no despierta en mí ningún tipo de miedo o rabia. No pienso en posesiones (mi casa, mi coche, mis hijos): pienso en ser un buen administrador, un buen gestor, y asumo la responsabilidad de dar lo mejor de mí en todo lo que hago o tengo.
La visión de los hechos y acontecimientos cambia radicalmente gracias a la luz de la sabiduría que guía los pensamientos e interpretaciones que hacemos de la realidad externa.
Aquí decido a voluntad el tipo de emociones que quiero sentir, tengo tanta comprensión de la vida y de mí mismo que ya puedo ser libre de mis reacciones instintivas-emocionales. Mejor dicho: estas ya no se manifiestan en mí, sino que puedo decidir cómo y de qué manera se han de expresar.
Es de sentido común pensar que, si puedo elegir, escogeré siempre aquellas emociones que me llenan de energía y de vida, no aquellas que me la quitan como la rabia, la tristeza, el miedo, etc.
De este modo llego a la verdadera paz, una paz que ya no depende de cómo se presenten los sucesos externos, sino que nace de mi interior, de mi liderazgo, de mi comprensión de la vida y de su orden, una paz interna ante la cual ya no hay ningún tipo de hecho externo que la pueda alterar.
Llegar a este nivel es llegar a la auténtica libertad e independencia emocional y espiritual.
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