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Internet está lleno de artículos, investigaciones y consejos sobre la grave pérdida de la generación milenial en las listas de las Iglesias cristianas de todo el mundo, en particular de Norteamérica y Europa. El éxodo de los jóvenes adultos de las Iglesias no es nada nuevo, pero se ha agudizado en la última década y es una de las principales preocupaciones de muchas Iglesias y denominaciones. El movimiento Urantia se enfrenta a una situación muy parecida en sus grupos de estudio e instituciones.
En primer lugar, debo hacer el siguiente descargo de responsabilidad. He compartido información con los jesusianos sobre lo que está ocurriendo en la cristiandad en los últimos años. A menudo me han respondido que lo que ocurre en las Iglesias cristianas no es relevante para el movimiento Urantia. Me he dado cuenta de que algunos lectores entienden poco lo que ocurre en las Iglesias cristianas modernas debido a la excesiva confianza en el análisis del cristianismo que se encuentra en el documento 195 (y en otras secciones).
Sabemos que la redacción de El libro de Urantia se completó en 1934, y cuando miramos de comprender la historia del cristianismo durante los primeros años del siglo XX queda claro que la perspectiva de El libro de Urantia estaba sesgada por los acontecimientos de la cristiandad de aquella época. Durante los primeros años del siglo XX, la Iglesia cristiana luchaba contra la aparición de cepas extremas de fundamentalismo resultantes de teorías como la doctrina de la expiación, la teología de la prosperidad y las afirmaciones de infalibilidad bíblica. La Iglesia cristiana moderna ha experimentado cambios significativos en los más de 80 años transcurridos, a medida que avanzan teologías ilustradas y vigorosos movimientos de conciencia social que no se reflejan en el texto de El libro de Urantia.
Hay tantos recursos que intentan caracterizar a los mileniales que es difícil elegir un estudio concreto que sea representativo del tema. Aunque puede que no haya seleccionado la mejor investigación, permítanme compartir algunas observaciones publicadas para revisarlas. Me disculpo de antemano por el uso de citas extensas. No permitiría a mis alumnos hacer eso en un trabajo académico, pero citar completamente las citas utilizando sus propias palabras presenta la mejor perspectiva de su investigación.
David Kinnaman en You Lost Me: Why Young Christians are Leaving Church and Rethinking Faith sugiere que la Iglesia moderna se está enfrentando a una generación que muestra las siguientes características:
Aislamiento. Una cuarta parte de los que tienen entre 18 y 29 años dicen que la Iglesia demoniza todo lo que está fuera de ella, incluyendo la música, las películas, la cultura y la tecnología que define a su generación.
Superficialidad. Una tercera parte dice que la Iglesia es aburrida, una cuarta parte dice que la fe es irrelevante y que las enseñanzas de la Biblia no están claras. Una quinta parte dice que Dios está ausente de sus experiencias con la Iglesia.
Anticiencia. Hasta una tercera parte dicen que la Iglesia está desfasada en los desarrollos y debates científicos.
Sexo. La Iglesia es percibida como simplista y sentenciosa. Para una quinta parte o más, la filosofía de «solo decir no» es insuficiente en un mundo tecnoporno. Los jóvenes cristianos solteros son tan activos sexualmente como sus amigos que no van a la Iglesia, y muchos dicen sentirse juzgados.
Exclusividad. Tres de cada diez jóvenes sienten que la Iglesia es demasiado exclusiva en esta edad plural y multicultural. Y el mismo número se sienten forzados a elegir entre su fe y sus amigos.
Los que dudan. La Iglesia no es un lugar seguro para expresar dudas, dice más de un tercio de los jóvenes, y una cuarta parte tiene serias dudas que les gustaría discutir.
El Grupo Barna, una organización de investigación cristiana muy respetada, ha publicado recientemente un amplio proyecto de investigación sobre lo que el grupo de edad de 16 a 29 años piensa realmente de la Iglesia cristiana y de sus miembros. He aquí un resumen básico:
La investigación del Grupo Barna reconoce que los jóvenes están votando con sus pies y abandonando la Iglesia en masa. Si se compara la generación actual de 16 a 29 años con la generación de los Baby Boomers, el número de jóvenes que afirman no tener ni querer ninguna relación significativa con la Iglesia es el doble. El estudio también observa que cuando se les pregunta por Jesús, esos mismos jóvenes ofrecen una respuesta muy diferente. Les gusta Jesús y se identifican con su mensaje y ministerio. Sin embargo, piensan que la Iglesia cristiana ya no representa lo que Jesús tenía en mente, que el cristianismo, tal como lo expresan quienes profesan la fe hoy día, no es lo que debía ser. Todo esto ha ocurrido en el espacio de una sola generación.
En Ten Reasons Millennials Are Backing Away from God and Christianity, el Dr. Alex McFarland observó lo siguiente en las páginas de opinión de la conservadora Fox News (30/4/17):
«Para los jóvenes evangélicos que son asesorados por muchos «ministros de estudiantes», el compromiso con Jesús dura tanto como el tiempo que se tarda en lavar las manchas de las camisetas usadas en el retiro de paintball del último año. Es cierto que nuestra cultura se ha vuelto visiblemente antitética a Dios y al compromiso cristiano. Pero al abordar la tasa de desgaste espiritual de los jóvenes estadounidenses, hay que admitir que una Iglesia sin oración y sin poder que vende versiones de «cristianismo light» también tiene culpa. Solo Dios sabe el grado de nuestra complicidad y el momento en que nos preocuparemos lo suficiente como para cambiar de rumbo.»
El Pew Research Religious Landscape Study ofrece algunas estadísticas significativas sobre las actitudes de los mileniales hacia la iglesia y la religión. Véanlo y piensen seriamente en la relevancia de esta información para el movimiento Urantia. Cuando los jesusianos sean conscientes de la situación ante esta generación más joven, quizás entonces podamos ver un cambio significativo en la membresía generacional de nuestro movimiento de El libro de Urantia.
En una iglesia progresista en la que serví recientemente como director de música, se contrató a una joven milenial hermosa, carismática y muy organizada, que trabajaba en una maestría en asesoría para desarrollar un grupo de sus compatriotas en un ministerio específicamente diseñado para ellos. Este proyecto se organizó con gran cuidado. Se prestó atención a las últimas investigaciones y se diseñó y cultivó cuidadosamente un plan que incorporaba muchas sugerencias publicadas a fin de encontrar soluciones para llegar a los mileniales. Aunque al principio la iniciativa tuvo éxito y estaba llena de un potencial apasionante, al cabo de un año el proyecto murió y ella dejó su puesto. ¿Por qué?
La Iglesia cristiana moderna se ve seriamente enfrentada a una situación en la que las canas engreídas que han estado calentando el banco durante cuarenta años tienen un sentido de propiedad y derecho que da como resultado una reacción instintiva que ahuyenta a la gente nueva que puede ser diferente, ofrecer nuevas ideas o traer nueva frescura a la Iglesia. Muchos pastores de Iglesias contemporáneas se enfrentan al dilema de morder la mano que les da de comer. El resultado es que el personal de la Iglesia ve cómo esta sufre mientras la puerta giratoria es testigo de las entradas y salidas de la tan necesaria sangre nueva con nuevas ideas. Se han predicado muchos sermones sobre este tema.
En todos los sermones que he escuchado sobre este tema, el reto siempre vuelve a la propia Iglesia. ¿Está la Iglesia dispuesta y es capaz de cambiar para acomodarse a las expectativas de los mileniales? ¿Son los líderes laicos de la Iglesia capaces de soltar las riendas del poder a gente más joven y con menos experiencia? En el caso de mi iglesia de Discípulos de Cristo, muy progresista, la respuesta fue claramente «SÍ, PERO….». «Pero» porque más de una vez, al dar oportunidades a la generación más joven, la iglesia se quemó. «Pero» porque los cuarentones que calentaban los bancos simplemente no querían cambiar y confiar en otros para compartir su poder y control. «Pero» porque el personal estaba atascado en el dilema organizativo de la Iglesia.
Por favor, créanme, esta misma situación se aplica al movimiento Urantia. El cambio que invite a los mileniales al movimiento Urantia debe venir primero desde dentro.
Dispersos por todo Internet hay literalmente cientos de propuestas, sermones, libros y trabajos de investigación que proponen soluciones para revertir el abandono de las Iglesias por parte de los mileniales. En un documento titulado Twelve Reasons Why Millennials Are All-Over Church (Doce razones por las que los mileniales han terminado con la Iglesia), un grupo llamado Recklessly Alive esboza las actitudes de los mileniales desde una perspectiva más personal y sugiere una serie de soluciones interesantes que suelen ser las típicas de otros proyectos de investigación sobre la Iglesia que se encuentran en la red.
Sospecho que si los jesusianos fueran honestos consigo mismos, todo lo anterior se aplica a nuestra situación actual en Norteamérica y Europa en relación con los mileniales. Si bien se está realizando un trabajo extraordinario con los jóvenes en Filipinas, África y partes de América Latina, la interrelación con la generación milenial, sumamente conectada, a través de tecnologías modernas y métodos conscientes de la juventud, relevantes para su generación, debe convertirse en una alta prioridad de nuestros grupos, instituciones y escuelas, si nuestra misión de compartir la revelación con el mundo ha de desarrollarse y crecer durante la era actual de renacimiento. Aunque la siguiente no es necesariamente una lista completa (estoy seguro de que hay otros puntos importantes que se desarrollarán en esta conversación), aquí hay siete tareas básicas que necesitan el enfoque y la atención del movimiento Urantia.
En un sermón reciente el reverendo Fred Leist, mi pastor metodista, revisó esta última investigación sobre los mileniales que abandonan la Iglesia con la siguiente observación::
«Dos comentarios: 1) La Iglesia tiene obviamente un problema de imagen. 2) A veces me pregunto si no tendremos también un problema de identidad. Observo las diversas expresiones de la fe cristiana que veo en el mundo y me pregunto si no hemos olvidado que debemos ser el rostro de Jesús en el mundo. Como «Cuerpo de Cristo» (piensa en lo que implica esa descripción) debemos ser una extensión de las manos de Jesús y una expresión del corazón de Jesús en este mundo. Esa es una gran responsabilidad y nuestra única misión en el mundo.»
Yo sugeriría que estas palabras predicadas desde un púlpito heterodoxo en una mañana de domingo cualquiera deberían resonar verdaderamente en nuestra comunidad jesusiana. Es importante que nuestro movimiento se tome en serio estas advertencias que se escuchan en toda la cristiandad. Si ignoramos estas palabras de sabiduría, probablemente tendremos los mismos problemas que tantas Iglesias están experimentando hoy en día.
Se predice que un porcentaje significativo de iglesias cristianas cerrará sus puertas en la próxima década. Esto debería ofrecer oportunidades extraordinarias para el movimiento Urantia. Es hora de tomar en serio la llamada a dar un paso adelante y hacer realmente el trabajo de introducir esta nueva revelación de Dios, Jesús y la vida eterna dentro de la Familia de Dios. Es hora de que el movimiento Urantia evolucione, crezca y cambie prestando atención a la generación milenial y presentándoles el transformador mensaje de la verdad espiritual, incluso El libro de Urantia si están preparados para escucharlo, abrazarlo y vivirlo. Es hora de que el movimiento Urantia desarrolle los mentores, líderes, maestros y grupos necesarios para apoyar a la próxima generación antes de que muramos nosotros, los viejos.
¡Ya va siendo hora! La cosecha es abundante, pero los trabajadores son muy pocos. ¿Quién responderá a la llamada de Dios? ¿Quién dirá «envíame»?