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Convertir la adoración y el servicio en el centro de nuestra vida | Journal — Mayo 2021 — Índice | Los mileniales y la Iglesia |
(Adapación de una presentación dada en el primer evento virtual de 24 horas, marzo de 2020)
Tenemos un problema en la comunidad Urantia. Corremos el peligro de convertirnos en una tribu aislada de un mundo aislado. Si no adaptamos constantemente el lenguaje que utilizamos a las culturas que nos rodean, nos aislaremos aún más y no conseguiremos llevar las verdaderas enseñanzas de Jesús al mundo.
Soy filósofo de formación. Mi curso favorito para enseñar era Introducción a la Filosofía. Los cursos introductorios traducen las ideas de un tema al lenguaje común, mientras que los cursos de profundización te enseñan un nuevo lenguaje para desarrollar mejor esas ideas. Me gustaba la idea de tomar lo que podría ser literalmente toda una vida de trabajo y dedicación y reducirlo a una hora de lectura y una hora de clase. Hay que dar suficiente gancho a cada tema para que pueda captar la atención de un estudiante, suficiente profundidad para que muestre la valía de dedicar una carrera a su estudio, suficientes pistas sobre futuros estudios para dar a esos estudiantes caminos para avanzar, pero también suficiente estructura y cierre para que el 99% de los estudiantes que escuchan y no están fascinados puedan recordar más adelante: «Ah, sí, el utilitarismo. Es genial para la toma de decisiones en grupo, pero creo que es defectuoso como sistema moral individual».
Creo que debería aplicarse la misma estructura a El libro de Urantia. Estamos tan entusiasmados con estas enseñanzas que queremos tratar a cada persona como si fuera la única persona entre cien que se va a enganchar a él y lo va a incorporar a su vida. Acabamos haciendo un flaco favor a la inmensa mayoría de personas a las que podríamos dejar con una vaga noción sobre El libro de Urantia. «Urantia, sí… Relación directa entre las personas y Dios, un universo organizado. He conocido a algunas personas a las que les gusta eso. Son normales».
Ese debería ser el primer objetivo de todo esfuerzo de divulgación que hagamos: los estudiantes de El libro de Urantia son normales. Igual que en el juramento hipocrático está «primero, no hacer daño», deberíamos tener una advertencia similar: «primero, no parecer loco».
Cada debate sobre la fe es distinto. No sirve de nada esbozar una lista de control paso a paso. La audiencia es diferente si estamos frente a un grupo pequeño, un aula grande, un solo extraño o un par de amigos durante la cena. Sin embargo, defiendo que todos podemos tener puntos de partida, frases que nos ayuden a entrar en la mentalidad adecuada para discutir las enseñanzas de Urantia con los que no son estudiantes de Urantia.
Con el fin de prepararnos para estos debates, necesitamos un examen honrado de nuestras creencias y de nuestros escollos lingüísticos, un examen de nuestra audiencia y de cuál es nuestro objetivo para esa audiencia, de los idiomas que usan otras comunidades y de los puentes lingüísticos para conectar las enseñanzas Urantia con esa audiencia. Este documento es un vistazo al intento de alguien de conquistar este camino.
En 2013, la Fundación, la Fellowship y la Asociación se coordinaron para contratar a un equipo de formación de medios de comunicación para que fuera a Chicago y nos hiciera un breve análisis de nuestros puntos fuertes y nuestros escollos como comunidad.
La psicología nos dice que tenemos siete segundos para causar una primera impresión. ¿Qué podemos hacer o dejar de hacer para parecer normales durante siete breves segundos? Una lección: ¡dejemos de referirnos a nosotros mismos como seres humanos! Lo hacemos todo el tiempo en las conferencias de Urantia y en las publicaciones de Urantia. «Motivaciones humanas», «razones humanas», «relaciones humanas». De las preguntas frecuentes de la Fellowship: ¿Qué es El libro de Urantia? «Es un libro sobre nuestro mundo. Describe el origen, la historia y el destino de los seres humanos en un universo amistoso y bien ordenado que está sostenido y apoyado por un Dios amoroso». La mayoría de la gente no se refiere a sí misma como «seres humanos». Nos referimos a nosotros mismos como «personas». Al llamar a las personas «seres humanos» es como si nos diferenciáramos de los humanos, los «humanos» son un ELLOS, no un NOSOTROS. Por supuesto, no es nuestra intención que se vea así. Decimos «humano» para diferenciarnos de lo divino. Cuando decimos «relaciones humanas» no queremos contraponer «relaciones humanas» frente a «nuestras relaciones», sino «relaciones humanas» frente a «relaciones divinas». En los círculos Urantia se da por supuesto, es parte de la taquigrafía lingüística que hemos desarrollado en los últimos 60 años. Pero si cometemos el simple error lingüístico de confundir «conversaciones Urantia» con «conversaciones religiosas», corremos el riesgo de parecer locos ante el público en general.
He aquí un ejemplo más: ¿Qué queremos decir con «lectores» o «lectores de Urantia»? Lo decimos literalmente: leemos un libro. Pero en una conversación espiritual, el público americano en general escucha «lector» como «lector de manos», horóscopos o algún otro rincón místico. Al llamarnos «lectores», la población general nos categoriza inconscientemente con un montón de místicos fraudulentos. Solo disponemos de siete segundos, que no son suficientes para diferenciar lo que decimos y lo que queremos decir. Nos descartan por una palabra que usamos siempre. En su próxima conferencia, cuenten cuántas veces oyen la palabra lector en un día.
Creo en los seres intermedios; en los Ajustadores del Pensamiento y los Controladores del Pensamiento; en los sectores mayores y los superuniversos; en Maquiventa y en los Hijos Maestros de la Trinidad, etc. La lista podría llenar unas cuantas páginas, pero cada uno de estos términos es una barrera entre mi audiencia y yo.
Entonces, ¿en qué creo? ¿Puedo tomar los principios básicos de mi fe y traducirlos a la lengua estándar de mi cultura, en mi caso el inglés americano? Creo que cada uno de nosotros tiene una relación directa con Dios. Creo que la vida sigue después de la muerte, pero que la muerte no añade nada a nuestra alma. Creo que una persona que conoce a Dios está obligada a servir a los demás. Creo que la ciencia, la filosofía y la religión son caminos hacia la verdad y que no se contradicen entre sí.
Todos tenemos que sentarnos a pensar en lo que creemos y exponerlo en un lenguaje estándar. Necesitamos tener estas creencias en la punta de la lengua, porque la próxima vez que su primo le pregunte «¿Qué es Urantia?» necesitará una respuesta menos descabellada que «el planeta 606 de Satania».
Hay innumerables formas de clasificar a una gran población, como la educación, la riqueza, la edad, la salud o la religión. Estas divisiones pueden ser útiles para la planificación de las organizaciones, pero son menos útiles cuando llegamos al individuo. Dicho esto, propongo las siguientes divisiones de la población mundial entera. Además, creo que nuestras organizaciones Urantia deberían dedicar diferentes programas de alcance para cada uno de estos grupos:
1. Los que ni han oído hablar de El libro de Urantia ni les han alcanzado sus enseñanzas.
Este es nuestro grupo base. Probablemente han escuchado las enseñanzas de «Urantia» en su vida, pero quizá no han tenido aún ese momento «eureka». Le estoy robando el ejemplo a Jeff Wattles, quien podría estar robándoselo a alguien más, pero hay dos versiones de Jesús que se destacan en el cristianismo. Una es la del Jesús en la cruz que se sacrifica por los pecados del mundo. La otra es la del Jesús que limpió el templo, que ahuyentó a todos los que se interponen entre el hombre y Dios. Es este segundo Jesús el que el Dr. Wattles enfatizaba en sus clases, y me sirvió para comprender mejor las formas en que puedo llegar a los cristianos estadounidenses. Seguramente conocían a Jesús y el templo, pero quizás no lo habían destacado todavía como parte importante de su propia religión.
Hay muchos de esos puentes «eureka» en nuestra cultura. Ya sean las comedias de Norman Lear, Star Trek, J.J. Benítez o filosofía moral básica. Está ahí fuera, en el éter, solo que todavía no se le ha dado forma de manera religiosa. Podemos ayudar a hacerlo.
2. Los que nunca han oído hablar de El libro de Urantia pero les ha alcanzado alguna de sus enseñanzas.
Hay millones de personas que se aferran a algunas enseñanzas como las de Urantia y buscan el significado de lo que han captado. Es posible que hayan escuchado al Papa Francisco decir: «Gracias a los que nos han alegrado con su arte, con la belleza, que es el camino para llegar a Dios. La belleza nos lleva a Dios. Y un testimonio verdadero nos lleva a Dios, porque Dios también es la verdad, es la belleza, es la bondad, y un testimonio dado para servir es bueno, nos hace buenas personas, porque Dios es bueno. Nos lleva a Dios. Todo lo que es bueno, todo lo que es verdadero, todo lo que es bello nos lleva a Dios. Porque Dios es bueno, Dios es bello, Dios es la verdad». (Esto es de su discurso en Filadelfia el 27 de septiembre de 2015, pero en realidad solo hay que buscar en internet «Papa verdad belleza bondad» y se obtendrán un montón de resultados).
O puede que hayan leído a Rob Bell decir: «… hay algo en el aire, estamos en medio de un replanteamiento generalizado, un movimiento está ganando impulso, un momento de la historia se está gestando: hay una sensación creciente entre un número cada vez mayor de personas de que cuando se trata de Dios, estamos en el final de una era y el comienzo de otra, todo un modo de entender y hablar de Dios está muriendo mientras algo nuevo está naciendo». (What We Talk About When We Talk About God [De qué hablamos cuando hablamos de Dios], capítulo 1, pero si van a leer solo un libro de Rob Bell, lean Love Wins [El amor gana]).
Estas ideas han echado raíces en su mente y están pensando en ellas, están rezando sobre ellas, están buscando a otros que puedan ayudar a dar sentido a esas verdades. Y nosotros podemos ayudar, podemos ser como Jesús y hacer preguntas y ayudarles a verbalizar las creencias que ya tienen y a hacerlas suyas como verdades importantes de su vida.
3. Los que han oído hablar de El libro de Urantia
Tal vez sea su amigo o su hermana el que estudie ese libro que tanto nos gusta. Tal vez escucharon un podcast sobre él o vieron algo en Internet. Tal vez conocieron a una persona al azar en una cafetería o viven en Boulder (Colorado). ¿Qué piensan de El libro de Urantia? ¿Creen que somos normales? ¿Raros? ¿Hippies? ¿Místicos? ¿Una secta? (De los expertos de Media Training: «No digan secta. No digan nunca la palabra secta. Si usan la palabra, no la repitan. No digan nunca secta»).
Se trata de personas que han oído hablar de El libro de Urantia pero que por alguna razón nunca han leído nada de él. ¿Cuál es esa razón? Lo más probable es que sea simplemente porque todavía no han tenido suficientes interacciones con El libro de Urantia. La gente que trabaja en ventas dice que hay un proceso hasta llegar a una venta y que implica tres interacciones positivas con la idea de hacer la compra antes de hacerla (quizá cinco interacciones, quizá doce, dependiendo de a quién preguntemos y de lo que se esté vendiendo).
Su conversación con esta persona es otra oportunidad para dejarle una interacción positiva con la idea de El libro de Urantia.
4. Los que han leído algo de El libro de Urantia.
Se han distribuido cerca de un millón de Libros de Urantia, pero solo hay unos 25.000 nombres únicos en los registros de nuestra base de datos. Incluso descontando a los que tenemos una docena de libros (mi mujer y yo tenemos cada uno una docena más o menos) parece que hay un gran número de personas que han leído algo de El libro de Urantia pero nunca han contactado con ninguna organización ni han seguido a la comunidad Urantia.
Y están ahí fuera. Mi mujer estaba leyendo El libro de Urantia en una cafetería y se le acercó un hombre que tenía un Libro de Urantia pero que nunca había leído mucho, aunque le gustaba. Unas semanas más tarde se encontraron de nuevo y él dijo que había sacado su libro y lo estaba leyendo de nuevo. Estos contactos han continuado durante el último año, pero nunca se ha presentado a un grupo de estudio.
5. Los que son estudiantes activos de El libro de Urantia pero no están implicados en la comunidad Urantia.
Hay un grupo de tamaño desconocido que son estudiantes activos de El libro de Urantia pero que sin embargo no participan en la comunidad Urantia. Una encuesta realizada en 2012 por la Fundación Urantia, la Urantia Book Fellowship y la Asociación Urantia Internacional reveló que el 65% de los encuestados nunca había asistido a un grupo de estudio. Y eran personas que estaban lo suficientemente comprometidas e implicadas en El libro de Urantia como para estar dispuestas a tomarse 15 minutos para responder a una encuesta en Internet.
6. Los que asisten a grupos de estudio.
«Grupos de estudio» aquí es un término abierto con el que quiero simbolizar el «compromiso mínimo en la comunidad Urantia». Tal vez asistan a un grupo de estudio físico o participen en un grupo de Internet. Tal vez participen en foros de discusión en línea o asistan a eventos anuales, si no semanales. Estas son las personas que conocemos.
7. Los que son activos en la comunidad Urantia.
Estas personas asisten a seminarios y conferencias. Pueden formar parte de un comité organizado de vez en cuando. Votan en las elecciones y dan a conocer su opinión.
8. Los que son hiperactivos en la comunidad Urantia.
Estas personas dedicarán una cantidad significativa de tiempo a un proyecto Urantia. Pueden formar parte de consejos o juntas directivas. Están dispuestos a dedicar tiempo cada semana durante años a la comunidad Urantia.
9. Los ultra-activos en la comunidad Urantia.
Estos son los líderes organizativos que van a dedicar parte de casi todos los días a la comunidad Urantia durante años.
Si vamos a tener una conversación al azar en una cafetería, o a inculcar las enseñanzas de Urantia en escenarios no religiosos, o a dar una presentación religiosa que puede o no mencionar El libro de Urantia, necesitamos conocer a nuestra audiencia y cuáles son nuestros objetivos para ese grupo. Obviamente las cosas son diferentes para cada individuo, pero como grupo sugiero que nuestros objetivos sean, primero, no parecer locos, y segundo, hacerles «subir» un nivel. Si nunca han sido tocados por las enseñanzas de Urantia, entonces traten de alimentarles con un pensamiento «eureka». Nuestro enfoque cambia cuando el objetivo no es «hablar de El libro de Urantia», sino resaltar algunas ideas e ideales más elevados con los que ya están involucrados y, naturalmente, nuestra elección de palabras también cambiará.
Si ellos tienen ese pensamiento «eureka», entonces háganles saber sobre El libro de Urantia. Este es quizás el momento en el que más nos equivocamos y donde necesitamos más entrenamiento. Conocemos a alguien con un gran pensamiento urantiano y tratamos erróneamente de convertirlo en un miembro de pleno derecho de la comunidad Urantia. Nos saltamos demasiados pasos. Al igual que una buena enseñanza puede pasar desapercibida para una persona, pero convertirse en un pensamiento «eureka» para otra, también la lectura de El libro de Urantia debe ser la idea que ellos tengan para sí mismos, no la idea que ustedes les inculquen. Aquí es donde entra en juego la formación de Introducción a la Filosofía. No tenemos una hora de lectura y una hora de clase. Tenemos siete segundos. Ese es el tiempo que tenemos para causar una primera impresión. Si dominamos esos primeros siete segundos, podemos conseguir otros treinta.
Tenemos siete segundos para proporcionar un gancho que capte su atención y les deje con ganas de más información, pero al mismo tiempo proporcionamos una historia completa que pueda quedarse en la cabeza del 99% que no se engancha, para que puedan recordarla si vuelven a oír la palabra Urantia. Y no debe parecer una locura. («Urantia. Sí, una vez conocí a una de esas personas. Parecían normales»).
Y si les dan otros treinta segundos, ¿pueden hablar durante todo ese tiempo de las enseñanzas básicas de Urantia sin pasarse? Necesitan un principio, un medio y un final, un gancho que pueda atraer más preguntas, pero también una narración completa para los que no pregunten.
¿Funcionó? ¿Pueden hablar un poco más? Ahora tienen tres minutos. ¿Ahora qué dicen? Mi consejo es que dejen de hablar de El libro de Urantia y en su lugar cuenten una historia personal que conecte una de sus creencias fundamentales con la vida real. Yo soy padre y por eso voy a una historia sobre la fe y el amor y los padres y los hijos, pero es distinto para cada uno.
Se trata de una formación básica de divulgación. Es el deber de cada uno de nosotros prepararse para ello, y el deber de nuestras organizaciones sociales proporcionar una formación básica.
Sí, la comunidad Urantia ha desarrollado un lenguaje propio abreviado, pero también lo ha hecho cada comunidad religiosa y grupo de interés. No se puede esperar que una persona aprenda todos los lenguajes especiales. Lo mejor que podemos hacer es aprender algunos que nos interesen. Después de años de organizar stands en ferias de libros, exposiciones sobre mente/cuerpo/espíritu y otros eventos en los que esperamos despertar algún interés, nuestra comunidad tiene una idea de qué eventos dan más frutos. Me han dicho que nuestras exposiciones más exitosas son las de OVNIs, alienígenas y ciencia ficción. Esa es nuestra gente. Por desgracia no hablo ese idioma, pero sí hablo el filosófico. A menudo describo mi camino para conocer a Dios en los términos de Descartes. Como hablo filósofo, también hablo ateo, es decir, puedo dirigirme a quienes valoran la razón y la lógica por encima de la fe. También soy controlador aéreo, por lo que puedo hablar ese lenguaje (frases cortas, sin excesivos detalles ni palabras, los sustantivos son probablemente innecesarios. Nunca he conocido un adverbio que me guste). Recientemente me he unido a la iglesia presbiteriana local y estoy aprendiendo a hablar su dialecto cristiano.
Y el cristiano es un lenguaje interesante, muy diferente del filosófico. Asistí a un estudio bíblico en el que nos hacen leer pasajes seleccionados de toda la Biblia. Así que tomaron este pasaje del Libro de Isaías, que si no lo has leído últimamente, sácalo y dale una vuelta. Es como una escena de El Padrino en la que Dios es el jefe de la mafia, malvado y violento, e Israel es el humilde panadero. Dios dice: «Soy poderoso y ¿has visto toda esa gente que he matado, esas tribus que he aplastado, esas tierras que he quemado? Pero tú, Israel, oh, eres mi amigo. Quiero que seas feliz, y que tus hijos se sientan seguros, porque eres mi amigo. Por supuesto, si no fueras mi amigo podría devastarte a ti y a toda tu estirpe y destrozarte hasta que no fueras más que polvo. Pero no lo haré, porque somos amigos, así que ¿qué tal un buen sacrificio de vez en cuando?».
Así que en este estudio bíblico, el párrafo que nos hacen leer solo tiene a Dios diciendo: «Tú, Israel, oh, eres mi amigo. Quiero que seas feliz, y que tus hijos se sientan seguros, porque eres mi amigo». Lo que parece completamente fuera de contexto. Pero en realidad no lo está en el lenguaje de esta Iglesia. La Iglesia enfatiza el Nuevo Testamento y el concepto de Jesús de Dios como un Padre amoroso en el Cielo. Y cuando tienes esta revelación, naturalmente lees las escrituras anteriores a la luz de este padre amoroso. Es difícil apagar una revelación. Y sí, es difícil apagar El libro de Urantia cuando leo la Biblia, pero se trata de aprender su lenguaje. Se trata de su vocabulario. Todos hablamos diferentes idiomas culturales. Y con la práctica podemos aprender a traducir.
Los puentes cortos conectan distancias pequeñas. Los puentes grandes pueden recorrer una distancia mucho mayor, pero también son más difíciles de construir y presentan retos desconocidos. En Praga hay un puente llamado el Puente del Suicidio porque es el único puente de la ciudad lo suficientemente alto como para que mueras si saltas de él. Es más seguro construir puentes pequeños. Ustedes y su vida hacen la mitad del trabajo. Sí, es demasiado pedir a una sola persona que tienda puentes entre todas las comunidades, pero ustedes se mueven libremente entre varias comunidades a lo largo del día, desde su profesión hasta su iglesia pasando por sus amigos, aficiones y estudios sobre Urantia. Solo necesitan construir pequeños puentes para conectar estos grupos y los idiomas que ya hablan.
Construir un puente no es tarea fácil para todos. Algunos pueden hacerlo de forma natural, pero para la mayoría es una tarea consciente que requiere práctica. ¿Conocen el lenguaje de su propia fe? ¿Conocen el lenguaje de su audiencia? ¿Pueden traducir entre ambos? ¿Están dispuestos a practicar?
Por lo menos, casi todo el mundo habla su lengua materna de manera genérica. Si podemos traducir los principios clave de nuestra fe a un lenguaje estándar, podremos comunicar nuestra vida interior con los demás.
El libro de Urantia nos dice: «Hacer la voluntad de Dios es ni más ni menos que una manifestación de la buena voluntad de la criatura por compartir su vida interior con Dios…» [LU 111:5.1]. Si creen, como yo, que nuestra relación con Dios nos lleva a servir a los demás, y si hacer la voluntad de Dios es compartir nuestra vida interior, ¿podemos estar de acuerdo en que parte del servicio a los demás implica compartir nuestra vida interior con ellos?
Podría cortar y pegar citas de El libro de Urantia para argumentar que Jesús siguió de forma natural un método similar al que se discute aquí, que era la única persona capaz de tender puentes entre todas las comunidades, que se esforzaba por aprender el lenguaje cultural de todas las comunidades, que sondeaba a la gente para determinar en qué punto de su vida espiritual se encontraban y ofrecerles una pequeña lección que los elevara al siguiente nivel. En su lugar, terminaré con cuatro párrafos del documento 132, «La estancia en Roma», sección 4, «Ministerio personal». Dice en una página lo que yo diría en diez.
Mientras estuvo en Roma, Jesús no dedicó todo su tiempo libre a esta tarea de preparar a hombres y mujeres para que se convirtieran en futuros discípulos del reino venidero. Pasó mucho tiempo adquiriendo un conocimiento íntimo de todas las razas y clases de hombres que vivían en esta ciudad, la más grande y cosmopolita del mundo. En cada uno de estos numerosos contactos humanos, Jesús tenía una doble finalidad: deseaba conocer la reacción de sus interlocutores ante la vida que estaban viviendo en la carne, y también era propenso a decir o a hacer algo que hiciera esta vida más rica y más digna de ser vivida. Durante estas semanas, sus enseñanzas religiosas no fueron diferentes de las que caracterizaron su vida posterior como educador de los doce y predicador para las multitudes.
La idea central de su mensaje era siempre el hecho del amor del Padre celestial y la verdad de su misericordia, unido a la buena nueva de que el hombre es un hijo por la fe de este mismo Dios de amor. La técnica habitual que Jesús utilizaba en sus contactos sociales consistía en hacer preguntas a la gente para hacerles hablar y llevarlos a conversar con él. Al principio de la entrevista, él era el que habitualmente solía hacer las preguntas, y al final eran ellos los que le interrogaban. Tenía la misma habilidad para enseñar haciendo preguntas como contestándolas. Por regla general, a quienes más enseñaba es a quienes menos decía. Los que obtuvieron el mayor beneficio de su ministerio personal fueron los mortales agobiados, ansiosos y deprimidos, que encontraron mucho alivio en esta posibilidad de desahogar sus almas con un oyente compasivo y comprensivo, y él era todo esto y mucho más. Cuando estos seres humanos inadaptados habían contado sus problemas a Jesús, éste siempre estaba en condiciones de ofrecerles sugerencias prácticas e inmediatamente útiles para corregir sus verdaderas dificultades, y nunca dejaba de decirles palabras de alivio para el presente y de inmediato consuelo. A estos mortales afligidos les hablaba invariablemente del amor de Dios, y mediante métodos diversos y variados, les trasmitía el mensaje de que eran los hijos de este afectuoso Padre que está en los cielos.
De esta manera, durante su estancia en Roma, Jesús tuvo personalmente un contacto afectuoso y edificante con más de quinientos mortales del mundo. Consiguió así un conocimiento de las diferentes razas de la humanidad que nunca hubiera podido adquirir en Jerusalén y quizás tampoco en Alejandría. Siempre consideró estos seis meses como uno de los períodos más ricos e instructivos de su vida terrestre.
Como era de esperar, un hombre tan hábil y dinámico no podía vivir así durante seis meses en la metrópolis del mundo sin ser abordado por numerosas personas que deseaban obtener sus servicios para algún negocio o, más a menudo, para algún proyecto de enseñanza, de reforma social o de movimiento religioso. Recibió más de una docena de proposiciones de este tipo, y aprovechó cada una de ellas como una oportunidad para transmitir algún pensamiento de ennoblecimiento espiritual mediante palabras bien escogidas o por medio de algún favor servicial. A Jesús le encantaba hacer cosas — incluso de poca importancia — por toda clase de gente.
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