© 2006 Chris Ragetly
© 2006 Association Francophone des Lecteurs du Livre d'Urantia
Aquí hay un mandato del Padre que fue transmitido por Jesús cuando enseñó a sus apóstoles este martes por la tarde, 4 de abril del año 30, en el Monte de los Olivos. “…Mi Padre pide a todos sus hijos que crezcan en la gracia y en el conocimiento de la verdad…” (LU 176:3.5). Crecer en gracia cobra aquí un significado particular, esta palabra significa belleza, encanto y armonía, esto a nivel intelectual y espiritual. Esta gracia de la mente y del espíritu va de la mano con el conocimiento de la verdad, la una no va sin la otra. Se nos enseña que la verdad es una de las características de la divinidad: “La Divinidad es inteligible para las criaturas como verdad, belleza y bondad…” (LU 0:1.17) y: “Las sucesivas revelaciones planetarias de la verdad divina abrazan invariablemente los más elevados conceptos existentes de valores espirituales como parte de la nueva y mejorada coordinación del conocimiento planetario…” (LU 0:12.12). Una vez más nos damos cuenta de que nuestra mente está utilizada al 100%. El mismo fenómeno ocurre con todas las adquisiciones que obtenemos a través de nuestros propios esfuerzos, ya sea por revelación o evolución. Cada vez que se obtiene una adquisición, se potencian todas las anteriores y este resultado global nos acerca un paso más a Dios. Considere la siguiente cita: “…A todo el que tiene, se le dará más, y tendrá en abundancia; pero al que no tiene nada, hasta lo que tiene le será quitado…” (LU 176:3.5). Ilustra perfectamente nuestro punto, pero además tiene una advertencia: “…pero al que nada tiene, aun lo que tiene le será quitado…” En otras palabras, el que no avanza no ¡No retrocedas, y ahí el fracaso está asegurado, porque le quitaremos incluso lo que le fue dado! “…No podemos permanecer estancados en los asuntos del reino eterno…_” (LU 176:3.5).
“…Tú, que conoces estas verdades, debes producir crecientes frutos del espíritu y manifestar una creciente devoción al servicio desinteresado de tus compañeros que sirven contigo. Acordaos que en la medida que sirváis al más humilde de mis hermanos, me estáis sirviendo a mí.
“Así debéis atender los negocios del Padre, ahora y en adelante, y aún eternamente…” (LU 176:3.5-6) Demostrar dedicación creciente al servicio desinteresado de nuestros compañeros es demostrar crecimiento a nivel mental y nivel espiritual. Cuidar los negocios del Padre es un servicio desinteresado. Incluso el más humilde de los mortales tiene derecho a nuestro servicio desinteresado. Oh, no siempre es fácil, a menudo nos encontramos con personas que no están para nada interesadas en su progreso mental y menos aún en su progreso espiritual. Aquí es donde resulta útil el modo en que Jesús apela a la curiosidad de su interlocutor. Al principio resulta difícil, pero poco a poco esta actitud se convierte en costumbre. Estas intervenciones son y deben ser siempre personales. Hacemos bien en acostumbrarnos a ocuparnos de los asuntos del Padre, incluso en nuestro pequeño nivel, porque ésta será ahora nuestra ocupación por la eternidad.
Cuando hablamos de nuestras experiencias entre nosotros, no es para predicar a los convencidos, sino para edificarnos y satisfacernos unos a otros. Todo conocimiento de la verdad nos aumenta en gracia y nos impulsa a estar en los asuntos del Padre.
(Las citas de El libro de Urantia están en cursiva)
CM Ragetly