© 1978 David Glass
© 1978 The Urantia Book Fellowship (anteriormente Urantia Brotherhood)
««El reino de Dios está dentro de vosotros» fue probablemente la proclamación más grande que Jesús hiciera nunca, después de la declaración de que su Padre es un espíritu vivo y amoroso.» (LU 195:10.4)
En las enseñanzas de Jesús sobre el «reino de Dios interior», impartió mucha verdad y sabiduría con respecto a este reino interno de la realidad espiritual, accesible a nuestra mente, que el Padre ha otorgado a cada uno de nosotros. Y nuestro conocimiento acerca de la presencia espiritual interna del Padre ha sido enormemente aumentado por nuestra quinta revelación de época. En el centro del reino interior habita un fragmento espiritual real y perfecto del Dios viviente. El reino espiritual interior es la fuente de la inspiración y los ideales mediante los cuales avanzan nuestras civilizaciones planetarias, y los fragmentos espirituales de Dios dentro de nosotros son las fuentes indispensables a las que recurrimos para la evolución de nuestra sabiduría humana.
Hay cuatro ámbitos de la vida espiritual relevantes para el intento humano de contactar el reino interior del Padre. Éstos son el ejercicio de la fe, la consagración de la voluntad, la experiencia del amor y el ministerio del servicio.
Maquiventa enseñó que la fe en Dios es todo lo que se necesita para establecer una relación directa y favorable con Dios… la simple fe en la bondad de Dios es suficiente para asegurar la supervivencia post-mortal del alma ascendente del hombre. La fe es la primera e indispensable puerta de entrada del hombre al descubrimiento personal y experiencial de Dios. Jesús enseñó: «La verdad revelada, la verdad descubierta personalmente, es la delicia suprema del alma humana;… Pero la verdad nunca puede llegar a ser posesión del hombre sin el ejercicio de la fe.» (LU 132:3.4-5) Por la fe el hombre alcanza la libertad espiritual a través del descubrimiento personal de la realidad de Dios y de su presencia divina en nuestro interior.
La libertad de elección y la libertad de voluntad es uno de los mayores regalos del Padre a sus hijos mortales. Y el uso personal más elevado que hace el hombre de su libre albedrío consiste en la decisión de buscar y hacer la perfecta voluntad de su Padre Paradisiaco. Jesús dice: «No olvidéis nunca que sólo hay una aventura más satisfactoria y emocionante que la tentativa de descubrir la voluntad del Dios vivo, y es la experiencia suprema de intentar hacer honradamente esa voluntad divina.» (LU 155:6.11) Al ejercer su libre albedrío, el hombre descubre su capacidad de juicio tanto correcto como erróneo. Pero a través de su decisión de alinear el funcionamiento de su voluntad mortal con la voluntad omnisapiente del Padre, el hombre hace que las líneas creativas del mundo de pensamiento de su vida interior gradualmente lleguen al unísono concordante con el pensamiento perfecto de su fragmento individualizado de divinidad. Y esta unificación progresiva de la voluntad del hombre y la voluntad de Dios se consuma inicialmente en la fusión del alma sobreviviente del hombre con su Ajustador del Pensamiento asociado, que es la voluntad de Dios. La consagración de la voluntad del hombre a la búsqueda de la voluntad del Padre hace posible que el hombre encuentre a Dios en el reino espiritual interior, en su ascensión al universo, en la Isla del Paraíso y en la eternidad.
El amor de Dios por el hombre y por todos los hijos de su universo es ilimitado, espontáneo e inherente a la perfecta bondad del Padre. El amor del hombre por Dios hace posible que el hombre alcance la comunión con el Padre en el nivel más elevado de la individualidad, la personalidad. El amor es el único reino experiencial en el que el hombre tiene acceso inmediato al Padre infinito. Compartir el amor entre el hombre y su Padre celestial sirve para estabilizar, equilibrar y unificar la identidad individual del hombre. «Todo amor verdadero procede de Dios, y el hombre recibe el afecto divino a medida que ofrece este amor a sus semejantes. El amor es dinámico. Nunca puede ser apresado; es vivo, libre, emocionante y está siempre en movimiento.» (LU 117:6.10)
Es el Ajustador del Pensamiento divino el que proporciona el canal a través del cual el amor de Dios emerge en la conciencia humana, después de lo cual puede expresarse a los hermanos humanos. ¡El amor fraternal tiene suficiente poder en sí mismo para efectuar el despertar espiritual de toda Urantia! El servicio a los hermanos representa el acto de la criatura de entrar en asociación voluntaria con el Creador.
Amar y servir al hermano libera en él los vastos potenciales espirituales de su reino interior y, por tanto, mejora la probabilidad de que pueda realizar sus propias dotes espirituales latentes. A través del servicio, la dotación de poder espiritual del hombre se multiplica mediante la distribución como panes y peces benditos.
Ponerse en contacto con el reino interior debe dar como resultado la realización del reino exterior. ¡Mediante la fe y el esfuerzo voluntario, mediante la recepción del amor divino y su participación en el servicio fraternal, progresivamente se hará la voluntad del Padre y su reino vendrá a la tierra como en el cielo!
David Glass
Bradenton, Florida
El material anterior es un extracto de un discurso preparado para la Tercera Conferencia Estatal de Florida. Los editores agradecen el permiso para utilizarlos y desearían que hubiera espacio disponible para reimprimir el texto en su totalidad.