© 2006 Dominique Ronfet
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Intentos de explicar el concepto de verdad viva. | Le Lien Urantien — Número 38 — Invierno 2006 | ¿Adorar a Dios? una invitación a viajar fuera del espacio-tiempo |
El capítulo “La oración y el alter ego” (Fasc. 91 Cap. 3) nos abre algunas puertas sobre los modos de funcionamiento de la psicología humana.
Me gustaría compartir con ustedes lo que me inspiró la lectura de este capítulo.
Estos pensamientos son obviamente míos.
Un hombre nunca está completamente solo gracias a su particular funcionamiento mental. Tiene la posibilidad de “reflexionar”, de proyectarse a través de determinadas conversaciones imaginarias.
«Cuando los niños aprenden por primera vez a utilizar el lenguaje, tienen tendencia a pensar en voz alta, a expresar sus pensamientos en palabras, aunque no haya nadie para escucharlos. En los albores de su imaginación creativa, manifiestan la tendencia a conversar con unos compañeros imaginarios. De esta manera, el ego en ciernes trata de mantenerse en comunión con un álter ego ficticio. El niño aprende pronto, por medio de esta técnica, a convertir sus conversaciones a base de monólogos en unos seudodiálogos en los que este álter ego contesta a sus pensamientos verbales y a la expresión de sus deseos. Una gran parte de las reflexiones de los adultos se lleva a cabo mentalmente bajo la forma de conversaciones.» (LU 91:3.1)
Esta facultad tan humana (¿crees que un gato maúlla para sí mismo?) de mantener un diálogo imaginario me lleva a recordar que somos portadores de una Personalidad que es más que nuestra individualidad.
Este concepto, ampliamente desarrollado en los Fascículos, sigue siendo todavía imposible de definir.
Pese a todo, puede entenderse como una fuerza invariante, una voluntad, absoluta en su esencia, una cualidad, una potencial facultad unificadora cuyo único objetivo sería revelarse a través de la unión de los elementos dispares de nuestro individuo.
En el ejemplo del hombre que habla consigo mismo, la Personalidad parece presentarse entonces como un espejo. Refleja nuestra identidad humana y nos invita, como Alicia en el país de las maravillas, a cruzarla para superar este reflejo imperfecto, esta proyección hecha de nuestros miedos, esperanzas y sueños (creencias).
¿Podríamos entonces ser los humanos comunicantes animales que progresan a través de esta técnica de intercambio en la búsqueda de sí mismos y de sus orígenes?
La importancia de este factor de comunicación se extiende luego, bajo la influencia de las corrientes espirituales, después del otro humano, hacia el otro divino.
Ésta es la progresión humana hacia la religión natural.
La forma de oración inicial y primitiva se parecía mucho a las recitaciones semimágicas de la tribu de los Todas de hoy en día, unas oraciones que no se dirigían a nadie en particular. Pero estas técnicas de oración tienden a transformarse en un tipo de comunicación dialogada gracias a la aparición de la idea del álter ego. Con el tiempo, el concepto del álter ego es elevado a una posición superior de dignidad divina, y la oración como acto religioso hace su aparición. Este tipo primitivo de oración está destinado a evolucionar a través de muchas fases y durante largas épocas, antes de alcanzar el nivel de la oración inteligente y realmente ética. (LU 91:3.2)
Las conversaciones se convierten luego en oración hacia la divinidad del momento.
Para evitar ser meros monólogos, los humanos deben interpretar los signos de una respuesta donde puedan.
Pero estos intercambios quedan por encima de todas las proyecciones.
Al hombre le queda encontrar esta hostia divina por la intuición, objetivo final de esta búsqueda de identificación.
Tal como lo conciben las generaciones sucesivas de mortales que practican la oración, el álter ego evoluciona desde los fantasmas, los fetiches y los espíritus hasta los dioses politeístas, y finalmente hasta el Dios Único, un ser divino que personifica los ideales superiores y las aspiraciones más elevadas del ego en oración. La oración funciona así como la acción más poderosa de la religión para conservar los valores e ideales superiores de las personas que oran. Desde el momento en que se concibe un álter ego hasta la aparición del concepto de un Padre divino y celestial, la oración es siempre una práctica socializadora, moralizadora y espiritualizadora. (LU 91:3.3)
Se alcanza entonces un punto máximo de equilibrio entre una oración orientada hacia el exterior (activa), procedente de nuestro deseo de proyectarnos hacia el alter ego, y una oración agradecida (pasiva) orientada hacia la revelación interior, la intuición de una divinidad interior.
Aparte de todo lo que supone el yo superior en la experiencia de la oración, se debe recordar que la oración ética es una manera magnífica de elevar el propio ego y de reforzar el yo con vistas a una vida mejor y a unas consecuciones más elevadas. La oración induce al ego humano a buscar asistencia en dos direcciones: ayuda material en el depósito subconsciente de la experiencia humana, e inspiración y guía en las fronteras superconscientes donde lo material se pone en contacto con lo espiritual, con el Monitor de Misterio. (LU 91:3.5)
La oración iluminada no solamente debe reconocer a un Dios externo y personal, sino también a una Divinidad interna e impersonal, el Ajustador interior. Cuando el hombre reza, es muy conveniente que se esfuerce por captar el concepto del Padre Universal del Paraíso; pero, para la mayoría de los efectos prácticos, la técnica más eficaz consistirá en volver al concepto del álter ego cercano, tal como solía hacer la mente primitiva, y luego reconocer que la idea de este álter ego ha evolucionado desde la simple ficción hasta la verdad de que Dios reside en el hombre mortal mediante la presencia real del Ajustador, de manera que el hombre puede hablar cara a cara, por así decirlo, con un divino álter ego real y auténtico que reside en él, y que es la presencia y la esencia mismas del Dios vivo, del Padre Universal. (LU 91:3.7)
Esta búsqueda del equilibrio, que algunos llamarán sabiduría, es sin duda la clave para evitar tener una religión demasiado humana (el cristianismo), que por un exceso de exteriorización tiende a crear una divinidad demasiado humana, o una filosofía/religión budista, que por el contrario Por el contrario, favorece la interiorización, pero luego parece, debido a una intuición demasiado fuerte del Ajustador, incapaz de llegar al concepto de un Dios personal.
Esta filosofía sostenía también que la naturaleza (divina) de Buda residía en todos los hombres; que el hombre, por medio de sus propios esfuerzos, podía alcanzar la comprensión de esta divinidad interior. Esta enseñanza es una de las presentaciones más claras de la verdad acerca de los Ajustadores internos que ninguna otra religión de Urantia haya realizado jamás. (LU 94:11.5)
¿Entonces vimos la necesidad de comunicación? del alter-ego a la oración hacia el alter-divino para llegar a la voluntad de identificación con una fuente única, la intuición del Padre del Paraíso.
Nuestra necesidad natural de proyectar nuestra investigación se encuentra con nuestra aspiración interior hacia una mayor perfección.
No hay duda de que este camino de intercambio/revelación continuará mucho después de nuestra estancia aquí.
5. Mientras conseguís hacer satisfactoriamente sociable vuestra personalidad en los niveles intelectuales y prácticos, perfeccionar aún más vuestra capacidad para vivir en contacto íntimo con seres similares y con seres ligeramente diferentes, experimentando cada vez menos irritabilidad y menos resentimientos. Los directores de la reversión contribuyen mucho a hacer realidad este último logro mediante sus actividades recreativas en grupo.
6. Ajustar todas estas diversas técnicas de adaptación a la vida social para fomentar la coordinación progresiva de la carrera de ascensión al Paraíso; aumentar vuestra perspicacia universal mediante el mejoramiento de vuestra capacidad para captar las metas y los significados eternos, ocultos en estas actividades espacio-temporales aparentemente insignificantes.
7. Y finalmente, llevar a su punto culminante todos estos múltiples procedimientos de adaptación a la vida social con el acrecentamiento simultáneo de la perspicacia espiritual, tal como están relacionados con el aumento de todas las fases de la dotación personal mediante la asociación espiritual y la coordinación morontial entre los grupos. En el aspecto intelectual, social y espiritual, cuando dos criaturas morales emplean la técnica de la asociación, no simplemente duplican sus potenciales personales de consecución universal, sino que casi cuadruplican sus posibilidades de consecución y de realización. (LU 43:8.9-11)
¡Buen viaje a todos!
Dominique Ronfet
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