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El discurso sobre la verdadera religión | Luz y Vida — Núm. 37 — Junio 2014 — Índice | La parábola de las minas |
Para entender la parábola del propietario de la viña y los denarios, o sea «La discusión sobre la riqueza», hay que retomar la lectura de todo el Documento 163.
Todo viene debido a la ordenación de los setenta y al compromiso que hacen para ir a predicar sobre las buenas cosas del reino. Estos mensajeros del evangelio abandonaron todo lo que poseían y se dedicaron a ir por diferentes ciudades proclamando la paz en la Tierra y la buena voluntad entre los hombres, hablando de que el reino de los cielos se encontraba cerca, etc.
En este documento, Jesús trata de hacer ver que aquel que se sintiese llamado a representarle hablando en su nombre debería abandonar el apego por sus seres queridos y por sus propiedades.
Andrés presenta a Jesús a cierto joven rico que era un fervoroso creyente y que deseaba recibir la ordenación, y mantiene una conversación muy directa en la que le cuenta la condición indispensable, a lo que el muchacho parece ser que no estaba muy de acuerdo, por lo que el Maestro lo desestima y le invita a volver a su casa.
Dice el documento que:
Siempre ha sido así y siempre será así: Los hombres deben tomar sus propias decisiones. Los mortales pueden hacer uso de cierta gama de posibilidades dentro de la libertad de elección. Las fuerzas del mundo espiritual no desean coaccionar al hombre; le permiten seguir el camino que él mismo ha elegido. LU 163:2.8
Parece ser que, años después, este muchacho pudo realizar el sueño que anteriormente no se atrevió a seguir debido a su apego por lo material.
El documento también dice:
Las riquezas no tienen ninguna relación directa con la entrada en el reino de los cielos, pero el amor a la riqueza sí tiene que ver. Las lealtades espirituales hacia el reino son incompatibles con la servidumbre a la codicia materialista. El hombre no puede compartir su lealtad suprema a un ideal espiritual con una devoción material. LU 163:2.10
Jesús expuso que, si la riqueza que uno posee no invade los recintos del alma, eso no tiene ninguna consecuencia sobre la vida espiritual de los que desean entrar en el reino de los cielos. Dice que el Padre trata a todas sus criaturas según sus necesidades y siempre de acuerdo con las justas leyes de la consideración misericordiosa y amorosa por el bienestar del universo.
El discurso sobre la verdadera religión | Luz y Vida — Núm. 37 — Junio 2014 — Índice | La parábola de las minas |