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La Primera Fuente y Centro. Primera Persona de la Deidad y patrón primario de la no deidad, Dios, el Padre Universal, creador, controlador y sostenedor; amor universal, espíritu eterno y energía infinita; potencial de todos los potenciales y fuente de todos los actuales; estabilidad de todo lo estático y dinamismo de todo cambio; fuente del patrón y Padre de las personas. LU 105:3.2
Cuando nos adentramos en El libro de Urantia, no es difícil percibir la colosal y magnífica creación de nuestro Padre celestial. Las cifras son impresionantes, desde la incontable cantidad de planetas, galaxias y mundos habitados hasta la inmensidad de hijos descendentes creados. El aspecto más impactante es darse cuenta de que todo esto fue creado para nosotros con el fin de elevar nuestra conciencia cósmica y nuestra progresión espiritual, una carrera evolutiva de la imperfección a la perfección. Todo y todos están a nuestro servicio, incluido nuestro Padre celestial, el creador, controlador y sustentador de todas las cosas y seres. Nos sirve de innumerables maneras; en algunas comparte todas nuestras experiencias, como con los Ajustadores del Pensamiento, buscando siempre guiarnos hacia la perfección. Otras veces, por ejemplo, simplemente proporciona todas las formas de energía que sostienen el universo de universos, sin fin y sin agotarse. A veces no nos damos cuenta de cosas tan simples como ver y tener el sol, la lluvia, el aire y todos los recursos naturales que nos sirven. Todo proviene de la misma fuente…
Más adelante, nos enteramos de los innumerables órdenes de seres creados, con infinitos recursos y capacidades, siempre sirviéndonos de diversas maneras. Servir y servir, al Padre y a todos nosotros.
Nos apoyan, nos iluminan, nos proveen y sirven grandiosamente con amor, paciencia, tolerancia, con asombrosa determinación y persistencia y, sobre todo, respetando siempre nuestro libre albedrío. Puede que no nos demos cuenta, pero están ahí.
Incluso nosotros, los mortales, después de alcanzar nuestro destino y propósito, servimos incansablemente:
Durante la presente edad del universo los finalitarios vuelven a los universos del tiempo para servir en ellos. Son destinados a trabajar sucesivamente en los diferentes superuniversos, pero nunca en su superuniverso nativo hasta después de haber servido en las otras seis supercreaciones. LU 31:0.10
El servicio amoroso y desinteresado al Padre y al reino es el camino para elevar a todos los seres vivos de cualquier orden. No podría ser diferente para nosotros, los mortales. Quienes han encontrado a Dios y anhelan la instauración del reino de Dios entre los hombres desempeñan un papel fundamental en la construcción de este reino, que es precisamente el de servir de enlace, de complemento, y ayudar a sus semejantes a conectar, a encontrar a Dios.
Se trata de un trabajo complementario porque, naturalmente, no tenemos el poder de establecer una conexión que solo pueden establecer el Espíritu y el individuo. Sin embargo, podemos ser la herramienta viva, perceptible, real, capaz de revelar al individuo la maravilla de vivir en el reino de Dios.
La gran pregunta que desafía nuestra mente es: ¿cómo servir? ¿Qué hacer? Nos alarma la cantidad de problemas que hay que resolver en el mundo y, por supuesto, no seríamos capaces de resolver todos esos problemas individualmente, pero lo cierto es que somos una parte importante de la solución. El sentimiento de impotencia se apodera de nuestro ser y la frustración trae consigo la inacción.
El error es precisamente llevar este desafío a la mente, ahí está el error. Debemos permitir que el Espíritu nos guíe, que fluya con su amor, su luz y su guía a través de nosotros, que coordine nuestra mente. Nuestra tarea no es quitar el peso de las decepciones materiales de los hombros de los afligidos, aunque eso pueda ser deseable en muchas situaciones. Tampoco tenemos soluciones inmediatas para todas las enfermedades y desgracias que nos rodean.
Nuestra tarea es llevar a todos estos afligidos la fe, la esperanza y el consuelo de un Padre fuerte, amoroso y consolador. Los desafíos materiales, nuestras desgracias, no desaparecerán. Seguirán existiendo. Lo que cambiará es la forma en que los afrontamos, sin perder la esperanza de un futuro eterno mejor, con la comprensión de que las aflicciones son experiencias temporales.
«Os exhorto a que recordéis siempre que vuestra misión entre los hombres es proclamar el evangelio del reino: la realidad de la paternidad de Dios y la verdad de la filiación de los hombres. Proclamad toda la verdad de la buena nueva, no solo una parte del evangelio salvador.» LU 193:0.4
No debemos culparnos por todos los problemas que no podemos resolver, pero es una pena cuando nos omitimos a nosotros mismos en aquellos retos que están dentro de nuestra jurisdicción, entre nuestra familia, amigos, en nuestro trabajo, en todas las oportunidades de nuestra vida diaria.
Tenemos la oportunidad de comprometernos en esta tarea de innumerables maneras, pero el punto central es siempre el amor y el servicio. Necesitamos formar grupos de estudio: sean líderes o participen en uno de ellos. Necesitamos traductores: sean uno de ellos. Nuestra lista de trabajo voluntario es casi interminable. Ciertamente, algunas de estas tareas pueden contar con su amorosa dedicación.
Que nuestro Padre nos guíe e ilumine siempre.
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