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Más sobre cuántos sobreviven (última parte) | Luz y Vida — Núm. 14 — Septiembre 2008 — Índice | Noticias de la Asociación Urantia de España |
Sobrevivir es una idea que siempre ocupó mi mente, aun antes de conocer sobre el evangelio de Jesús, porque en realidad, si todo acaba con la muerte, la vida no solo sería absurda sino hasta cruel. Pero creo que el milagro no está en la continuidad sino en nuestra existencia misma. Estar aquí es el verdadero milagro y, si hoy vivo, ¿por qué no viviré mañana? Jesús demostró la falacia de la muerte, su resurrección es nuestra garantía pero, ¿sobreviviremos todos?
Nadie sabe hasta dónde puede llegar la misericordia de Dios, y es una temeridad de alguien decir si esa o aquella persona se perderá o se salvará, pero hay algo muy claro y es que todos no sobreviviremos. De hecho hay seres que rechazarán la vida aún después de haber trascendido. Es cierto que nos ha tocado vivir en un planeta experimental, donde realmente andamos a ciegas en cuanto al conocimiento de lo espiritual, pero eso no nos justifica cuando de forma deliberada y consciente elegimos hacer el mar, robar, asesinar, violar…Son actos execrables y los que los cometen saben que están dañando al prójimo. Hay gente que se regodea en su maldad; lo sé porque la vida me puso en lugares donde se aprende hasta qué límites puede llegar la miseria humana. Conocí a un hombre que mantenía relaciones sexuales con sus cinco hijas, a las que tenía amenazadas so pena de muerte. Con dos de ellas tenía descendencia, y ese hombre lo contaba con un cinismo y una perversidad tremenda. Conocí a muchos otros que habían asesinado a sus padres y amigos, otro que mantuvo a un niño amarrado por varios días para cometer abusos sexuales. Yo me pregunto, ¿'sobrevivirán estas personas? Yo estoy seguro que no, porque todas estas personas de las que hablo sabían que estaban cometiendo actos perversos, aun cuando no conozcan nada sobre el mundo espiritual. Es cierto que para estas personas también el Señor les ofrece la oportunidad del arrepentimiento, pero si no lo hacen, y de hecho muchas personas no se arrepienten nunca de sus maldades, ellos mismos se estarán condenando a la muerte espiritual. En la página 1229 el libro habla de tres tipos de muertes, aclara que cuando el hombre rechaza de forma consciente esta muerte es definitiva, aun cuando el sistema de energía continúe temporalmente.
Pero ahora quiero poner en consideración algunas teorías existentes. Por ejemplo, tengo un amigo teosofista que, en una conversación sobre este tema, un día me dijo, y cito textualmente: «Yo sé que tengo algunos defectos, que tengo problemas con la bebida, el cigarro y que le soy infiel a mi mujer. Son cosas que tengo que superar, pero yo no me preocupo porque todavía me quedan setecientas-no-sé-cuántas reencarnaciones».
Veamos otro ejemplo, el de los que promueven la teoría de que después de la vida no hay nada, y que por lo tanto lo mejor es tratar de vivir lo mejor que se pueda, no importa de la forma que sea. Si total, se tiene que morir lo mismo el bueno que el malo.
Si alguna de las teorías antes mencionadas fuera cierta, los que las promueven estarían en lo cierto y nosotros, como dijo el apóstol Pablo, seríamos los más dignos de conmiseración en el universo y los verdaderos iluminados serían entonces los apáticos y los materialistas.
Ahora, yo me pregunto: si la doctrina de la salvación universal es cierta, ¿qué ventaja tendríamos los creyentes sobre los incrédulos? ¿Para qué esforzarnos en ser éticos y buscar lo bueno y lo bello, si al final el malvado y el justo tienen la misma suerte que yo? De ser así, tendríamos que sentir pena por los cristianos del primer siglo, que murieron en los circos de Roma o crucificados por mantener su fe. Si en un final sus verdugos tuvieran el mismo premio que nosotros mismos, ¿para qué enrollarnos en tanto estudio y especulaciones filosóficas si al final la supervivencia está garantizada? Sería mejor dedicarnos a cosas más prácticas.
Todas las religiones serias nos advierten sobre la posibilidad de una pérdida del alma. Por otra parte, si existe un verdadero libre albedrío, quiere decir que el hombre puede decidir cómo usarlo, ya sea para bien o para mal. Dios no condena al hombre; es el hombre a través de sus actos quien elige salvarse o perderse.
Para terminar con mi idea, quiero hacerlo con una cita que se encuentra en el documento 49, LU 49:6.7: «Los supervivientes dormidos de una era planetaria son repersonalizados asi en los llamamientos dispensacionales. Pero en cuanto a las personalidades no salvables de un reino, ningún espiritu inmortal se encuentra presente para actuar con los guardianes colectivos del destino, y esto representa el cese de la existencia de la criatura». Quiere esto decir claramente que hay personas que se van a perder. En definitiva, que para que exista un verdadero libre albedrío el hombre tiene que tener potencialmente la posibilidad de elección, tanto para sobrevivir como para perderse porque, si todos vamos a sobrevivir, el tal libre albedrío sería un mito y el hombre estaría condenado a sobrevivir.
Este es mi modesto criterio. Puede que esté equivocado, pero eso es también parte del plan universal.
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