© 1994 Everett Sloffer
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¿Tiempo de cambio? | Volumen 1 - No. 1 — Índice | ¿Quieres que tus hijos te quieran? Jesús tiene un modo |
En algún momento de nuestras vidas, prácticamente todo el mundo tiene alguna experiencia especial, una percepción espiritual que desearíamos compartir con nuestros compañeros de búsqueda. Seguramente tales experiencias se derivan del espíritu de Dios interior. Algunas pueden ser muy intensamente personales para ser compartidas. Otras pueden tener un valor espiritual que no debemos guardar para nosotros.
Everett Sloffer tuvo una de esas ideas que compartió en su artículo, «El poder de la comprensión espiritual», impreso en el Spiritual Fellowship Journal 2 (2), 1992. Se le ocurrió mientras escuchaba a un amigo dirigirse a un grupo pequeño y, para él, abrió un nuevo significado más profundo del primer y más grande mandamiento. (Debes amar al Señor tu Dios con todo tu corazón…)
El comentario que hizo fue «Jesús buscó la voluntad del Padre hasta en su más pequeño deseo». Para Everett, esta declaración abrió nuevas puertas de comprensión de la vida y el amor, del trabajo y el juego, y de cada momento del ser. Anteriormente, Everett tendía a asumir, como lo hacemos la mayoría de nosotros, que la voluntad de Dios solo se aplica a las grandes decisiones, aquellas acciones que dirigen o redirigen nuestras vidas. Mucha gente cree sinceramente que Dios está demasiado ocupado dirigiendo el universo como para preocuparse por los detalles minuciosos de nuestras actividades diarias.
El Libro de Urantia nos dice que esto no es cierto:
[…] el Espíritu divino debe dominar y controlar cada fase de la experiencia humana. LU 34:6.7
[…] Jesús siempre sometía sus más pequeños deseos a la voluntad del Padre que está en el cielo […] LU 139:4.9
Everett dice que estas declaraciones implican tres cosas:
Primero, la voluntad de Dios se extiende a cada acción y decisión posible, y a cada momento del ser. En cuestiones de espíritu no existe algo como «las pequeñas cosas». Jesús demostró que siempre hay una manera divina, incluso para hacer las cosas pequeñas.
Segundo, la voluntad de Dios es la fuerza más liberadora del Universo. La mayoría de nosotros estamos en desventaja por el error conceptual de que los caminos de Dios son de alguna manera limitantes. Por su vida, Jesús nos mostró que hacer la voluntad de Dios conduce a la máxima liberación.
Tercero, la voluntad de Dios nos llama a actuar. Aunque debemos «ser» antes de poder «hacer», la acción es necesaria simplemente porque las decisiones no pueden consumarse hasta que actuemos. Y si no estamos seguros, siempre podemos cambiar nuestra mente por la mente de Jesús y preguntarnos: «¿Qué habría hecho Jesús?»
Dios siempre nos está guiando suavemente hacia adelante. Él sabe que con el tiempo y con Su ayuda, habrá un progreso continuo. Así que actuemos, recordando siempre que Jesús buscó la voluntad del Padre hasta en su más pequeño deseo. Nosotros también. Gracias, Everett, por compartir tu conocimiento.
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