© 2000 Georges Michelson-Dupont
© 2000 Asociación Urantia Internacional (IUA)
Viviendo La Voluntad De Nuestro Padre —La Experiencia Espiritual | Journal — Septiembre 2000 — Índice | Vivir la volundad del Padre ... practicar lo que predico |
Georges MichelSon-Dupont, Blennes, Francia
Lo que voy a decir esta mañana no debe ser considerado como una tentativa de convencer a aquellos que no creen en Dios, ni un ejemplo para que otros consideren. Debe ser considerado como una forma honesta de compartir mi modesta vida espiritual con mi Padre, mi comprensión de lo que él requiere de mí, una explicación sincera de mi lucha personal entre mis tendencias animales y mis deseos de cultivar la verdad, la belleza y la bondad.
Las respuestas que encontré para mi mismo y que voy a compartir con vosotros son estrictamente personales y no debieran ser aplicables en vuestro caso personal; no obstante, invito a quienes estén interesados en este sujeto a realizar un ejercicio espiritual semejante, en el cual honestidad y humildad son instrumentales.
Mi vida se divide en dos períodos: antes de 1980 y después. Ese año fue crucial y constituyó una encrucijada en mi vida. Perdí a mi madre, experimenté un tiempo duro en mi vida de familia, y mis negocios fracasaron. Yo estaba deprimido, amargo e irritable y era un padre y esposo difícil de convivir. El mundo me rechazó, así que yo rechazaría al mundo. Pensamientos suicidas siguieron golpeando en la puerta de mi mente, y comencé a beber. La situación estaba lentamente volviendose un drama, cuando repentinamente un día, y al contrario de mi opinión, yo me dí cuenta de que, sí yo, yo mismo, era responsable, pesadamente responsable por la situación desastrosa. Yo me comprometí en un examen honesto y sincero de mí mismo. Hice un esfuerzo de averiguar el propósito de mi vida. Llegué a ser consciente de que el dinero posición, y el poder no me traerían felicidad; yo me dí cuenta de que la discriminación entre el bien y el mal, la paciencia y la impaciencia, el egoísmo y el altruismo serian instrumentales en la mejora. Quise sinceramente llegar a ser un mejor hombre, y tomé la decisión de cambiar mi actitud y la gama de mis valores.
Cada vez que el hombre bace una elección moral reflexiva, experimenta de inmediato una nueva invasión divina de su alma. [LU 196:3.20]
Como resultado de esta decisión me sentí inmediatamente en paz y sentí un alivio en mi corazón, que me alentó a continuar. Este sentimiento era muy especial, la clase de sentimiento que se tiene cuando, después de luchar durante mucho tiempo, uno experimenta la certeza repentina que encontró una solución a todas sus ansiedades. No era que mis dificultades desaparecieron repentinamente, sino que tuve una visión nueva, un enfoque diferente: acepté sinceramente el hecho de que estaba cosechando lo que estuve sembrando. Comencé a ver las penas a que mi familia había sido expuesta a causa mía.
Las llaves del reino de los cielos son: sinceridad, más sinceridad, y más sinceridad. Todos los hombres poseen estas llaves. Los hombres las usan —avanzan en estado espiritualmediante decisiones, más decisiones y más decisiones. [LU 39:4.14]
Junto con esas decisiones vino el deseo sincero de pensar acerca de Dios y de encontrar una respuesta a mis preguntas existenciales: ¿Cuál es el propósito de todo este sufrimiento y por qué estoy aquí? Entonces algo extraño aconteció. El Libro de Urantia, que mi padre me había dado unos quince años atrás, estaba en un estante enfrente mío. Realmente me invitó, y después de leer los títulos de los capítulos yo sentí que era capaz de hallar respuestas a mis preguntas. Tomé la decisión a leer 15 minutos todos los días por 15 días. Después que unos pocos días me encontré pasando no minutos sino horas explorando los primeros capítulos.
Cuanto más leía los capítulos, mayor era la comprensión de mi relación con Dios y el universo y más ocupaba mi interés. Al mismo tiempo, mi alma fue invadida por el sentimiento refrescante de paz y felicidad; aconteció especialmente en mi lectura del capítulo 5 «La relación de Dios con el individuo». Me ayudó a descubrir y a aceptar el plan completo, sabio y amoroso establecido por el Padre Universal, por el Hijo Eterno, y por el Espíritu Infinito. El origen, la historia, y el destino fueron completamente revelados a mi mente; y la sabiduría en dificultades, penas y aflicciones fue claramente explicada y completamente aceptada por mí. Traduje esas «aflicciones»en «inevitabilidades», y otra vez esas «inevitabilidades» en «bendiciones». Me convencí que nuestra vida entera era una escuela gigantesca, y Urantia, el campo de juegos, donde todas las oportunidades para el crecimiento espiritual, dominio del carácter, ejercicios de sabiduría y relaciones afectivas eran hechas disponibles.
La mayor aflicción del cosmos consiste en jamás haber tenido aflicciones. Los mortales tan sólo aprenden la sabiduría a través de la experiencia de las tribulaciones. [LU 48:7.14]
Ésta fue durante mucho tiempo uno de mis citas favoritas. Después de algunas semanas, yo me pregunté qué es lo que los autores significan cuando hablan acerca de «hacer la voluntad del Padre» y cuáles eran las razones para «hacer su voluntad» — despues de todo, él me concedio a mí una personalidad con libre albedrío. Mi lógica fue confrontada con una contradicción aparente, una situación de «conflicto de intereses». ¡Por un lado él me dota con una personalidad que viene con «libre albedrío», que es tan sagrada que aún un Ajustador del Pensamiento no puede intervenir — y por otro lado, él me invita «a hacer su voluntad»!
Pronto la solución vino a mí mientras contemplaba las causas de la crisis dolorosa que cambió para siempre el curso de mi vida y que había causado la decisión de cambiar mi escala de valores, con la resultante mejora psicológica, y con el valor educativo del plan de Padre para mi progreso espiritual personal. Después que algunas consideraciones, yo hice la conexión y me dí cuenta de que lo que me dirigió a la crisis de 1980 era el hecho de que era mi voluntad que se haga mi voluntad, no la suya, y que ya había experimentado tanto dolor, entonces fue fácil para mí aceptar la búsqueda de su voluntad.
El reconocimiento intelectual de que yo me encontré con dolor y problemas cuando me distancié de él, llegó a ser una realidad viva cuando, agradecido de que Dios me ama y cuida tanto, yo me dí cuenta de que sabiendo íntimamente todo sobre mi carácter y mis deseos, él tenía un plan para mí. El sentimiento de gratitud por su naturaleza cambió inmediatamente en amor por su persona. Buscando «hacer su voluntad» no sólo me ayudaría en el descubrimiento de su plan pero también me ayudaría a amarlo cada vez más y a agradarlo más a la vez.
Desde ese momento en adelante, mi meditación y adoración diarias llegaron a ser un diálogo silencioso con Dios, quien yo ahora entendí que es mi Padre, y en mis meditaciones yo pedía su iluminación divina y buscaba su perfecta voluntad. Todos los padres amorosos formulan planes para la educación de su progenitura; lo mismo hace Dios, nuestro Padre amoroso, con la distinción de que sus planes para nosotros son perfectos a causa de su naturaleza y atributos perfectos. La fe en nuestro Padre nos dirige a nosotros, sus niños, a confiar en su plan.
«Es mi voluntad que se baga tu voluntad.» [LU 111:5.6 and LU 118:8.11]
¿Pero que significa realmente «hacer la voluntad de Dios»? Esta pregunta atormentó mi mente por meses y meses. ¿Debe la voluntad de Dios ser hecha en ocasiones especiales, en lugares específicos, con gente elegida? Yo me comence a preguntar ¿qué clase de plan mi Padre celestial puede tener para mí?; ¿qué puede ser?
Jesús dijo a sus apóstoles: «Y no os olvidéis que la voluntad de Dios puede realizarse en cualquier ocupación terrenal» [LU 155:6.11]
Sólo una persona motivada por el amor puede realizar y buscar efectivamente hacer la voluntad de Dios.
Esto me convenció que buscar la voluntad de Dios debía extenderse a todas las áreas de mi vida, y que yo no debía limitarme solamente al círculo de mis amigos. Decidí que yo nunca permitiría que el odio invadiera mi corazón porque es tan incompatible con el amor. Evitaría juzgar a mis vecinos, y el perdón sería mi única respuesta a ellos. Yo serviría a mis semejantes con toda mi capacidad en mis alrededores privados así como también en los círculos sociales de los lectores de El Libro de Urantia. Entendí que el voluntad de Dios es aquí y ahora, no en el futuro cercano. Formulé para mí mismo una definición de que la voluntad de Dios es el deseo de Dios al efecto de que yo, en cualquier decisión de contenido espiritual, elija lo que pienso que es bueno, verdadero y justo, según mi comprensión personal de la verdad, de la bondad, y de la belleza; que todas mis relaciones con mis semejantes sean motivadas por el deseo de hacer el bien para ellos, animado con un amor paternal hacia ellos. La vida de Jesús siendo un ejemplo perfecto de una persona viviendo la voluntad de nuestro Padre, yo intento ser inspirado por él y busco también el Espíritu de la Verdad.
Bien, con todas esas buenas decisiones esperaríais que yo estuviera rindiendo los frutos del Espíritu en abundancia; que he llegado a ser tolerante, misericordioso, cariñoso, generoso y amable —en pocas palabras, que jun nuevo San Jorge ha nacido!
“Marlène, do you agree with this description of your husband?”
Marlène, ¿concuerdas con esta descripción de tu esposo? Ciertamente no, y debo confeasr que sin sus advertencias incesantes y a veces no-tan-bien recibidas, mi ego reclamaría más reconocimiento y honor.
No olvidéis nunca que sólo bay una aventura más satisfactoria y emocionante que la tentativa de descubrir la voluntad del Dios vivo, y es la experiencia suprema de intentar hacer honradamente esa voluntad divina. [LU 155:6.11]
Experimenté muchas dificultades en mi intento de hacer la voluntad de mi Padre y de amar a mis semejantes con amor Paternal. La mayor parte del tiempo me encontré demasiado pronto olvidadiso acerca de eso. Mi mente perezosa se resistía, y mi ego encontró buenas excusas para escapar. El sentimiento de culpa envenenó mi vida porque el espacio entre mis anhelos espirituales y mi realidad diaria continuó a ensancharse. Al mismo tiempo, yo encontré muy difícil poner mis decisiones en práctica cuando trabajaba con gente que no estaba necesariamente motivada por deseos espirituales. Sentía la mayor parte del tiempo que yo era mal entendido y abusado. En vez de felicidad y la certeza de hacer el bien, yo experimenté frustración e irritación. Fue un desafío aún con respecto a mis seres queridos.
En todo mortal existe una naturaleza dual: la berencia de tendencias animales y el impulso elevado de la dotación espiritual. Durante la corta vida que vosotros vivis en Urantia, estos dos impulsos diversos y opuestos, difúcilmente pueden reconciliarse plenamente; no pueden ser armonizados ni unificados, pero a lo largo de vuestra vida, el Espíritu combinado no cesa jamás de ministrar para ayudaros a someter cada vez. más la carne a la guía del Espiritu. Aunque debes vivir toda tu vida material, y aunque no puedes escapar al cuerpo y sus necesidades, no obstante, en propósito e ideas, tú estás cada vez más imbuído de poder para someter la naturaleza animal a la supremacía del Espiritu. En verdad existe dentro de ti una conspiración de fuerzas espirituales, una confederación de poderes divinos, cuyo propósito exclusivo consiste en liberarte finalmente de la esclavitud material e impedimentos finitos. [LU 34:6.9]
Cuando discerní este concepto en El Libro de Urantia, muchas cosas se aclararon, y me sentí aliviado. Mi sentimiento de culpa desapareció, y yo me di cuenta de que, con sus orígenes en el nivel animal, era inevitable que mi ego clamaría por gratificación, honor y sentimientos similares. No es natural para un ser humano amar desinteresadamente, aunque la voluntad de Dios es que amemos desinteresadamente. La naturaleza animal del hombre es naturalmente egoista; el hombre es un «sacador». La naturaleza espiritual del Ajustador es inherentemente altruista; él es un «dador».
Yo me dí cuenta por lo tanto que hacer la voluntad de Dios significa también esta lucha interminable entre esas dos naturalezas, entre egoismo y altruismo, entre las necesidades materiales y la atracción espiritual ejercitadas por mi Ajustador. Yo me dí cuenta de que hacer la voluntad de mi Padre consiste también en este proceso lento de la transformación espiritual de mi ego del nivel más bajo de la reacción animal al nivel más alto de una iluminada y sabia reacción espiritual al universo [1095:7]. Cada vez que el hombre bace una elección moral reflexiva, experimenta de inmediato una nueva invasión divina de su alma. [LU 100:2.3].
Cada vez que el hombre hace una elección moral reflexiva, experimenta de inmediato una nueva invasión divina de su alma. [LU 196:3.20]
Ministrar a alguien requiere un deseo verdadero y honesto de olvidarse de las necesidades propias y enfocar en las necesidades verdaderas de la otra persona. No es una tendencia natural, pero el amor es instrumental en el proceso. Descubrí por experiencia que después de haber venerado a Dios, yo era invadido por el amor, y que el amor debía fluir hacia mi projimo; yo estaba más inclinado a ministrar a mis smejantes. Fue un descubrimiento mayor para mí cuando me dí cuenta, verdaderamente experimenté, que mi deseo de hacer su voluntad y de ministrar a mis semejantes era dependiente del mantenimiento de un contacto espiritual con él.
Actualmente, continúo a mantener este contacto diariamente. Rezo y medito acerca de la voluntad de mi Padre. Mis temores materiales han desaparecido totalmente, y mi confianza en Dios es indestructible. Yo siento que soy un ciudadano cósmico, un miembro de la familia de Dios
Quisiera concluir con la cita siguiente de El Libro de Urantia, que representa la esperanza, la certeza para toda humanidad:
El hombre está espiritualmente habitado por un Ajustador del Pensamiento sobreviviente. Si la mente de un hombre está sincera y espiritualmente motivada, si tal alma humana desea conocer a Dios y hacerse como él, si honestamente desea bacer la voluntad del Padre, no bay influencia negativa alguna de carencia mortal ni fuerza positiva de posible interferencia que pueda prevenir la ascensión certera de dicha alma divinamente motivada, hasta las puertas del Paraíso. [LU 5:1.7]
Gracias, Padre, por vuestra presencia en nosotros. Y gracias, mis amigos, por vuestra paciencia.
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