© 2002 The Brotherhood of Man Library
No es posible que el Espíritu pueda tener más bondad que el Padre, ya que toda bondad tiene su origen en el Padre, pero en los actos del Espíritu podemos comprender mejor tal bondad. La fidelidad del Padre y la constancia del Hijo se hacen muy reales para los seres espirituales y las criaturas materiales de las esferas por el ministerio amoroso y el servicio incesante de las personalidades del Espíritu Infinito.
La ciencia sólo se satisface con las causas primeras, la religión con la personalidad suprema y la filosofía con la unidad. La revelación afirma que estos tres son uno y que todos son buenos. Lo real eterno es el bien del universo y no las ilusiones del tiempo del mal del espacio. En la experiencia espiritual de todas las personalidades, siempre es cierto que lo real es bueno y lo bueno es real.
«¿Por qué me llamas bueno? Ninguno es bueno sino Dios,» (Jesús)
El Jesús humano vio a Dios como santo, justo y grande, así como verdadero, hermoso y bueno. Todos estos atributos de la divinidad los enfocó en su mente como la «voluntad del Padre que está en los cielos». El Dios de Jesús era al mismo tiempo «El Santo de Israel» y «El Padre viviente y amoroso que está en los cielos».
El pecado es una experiencia de la conciencia de la criatura; no es una parte de la conciencia de Dios.
La posibilidad del mal es necesaria para la elección moral, pero no la actualidad del mismo. El mal potencial actúa igualmente bien como estímulo de decisión en los dominios del progreso moral. El mal se convierte en una realidad de la experiencia personal sólo cuando una mente moral elige el mal.