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Eugenesia: un tema controvertido | Luz y Vida — Núm. 36 — Marzo 2014 — Índice | Sólo la vida interior es realmente creativa |
La muerte para mí es un tema muy recurrente desde mi niñez, porque me vi rodeado de ella a muy corta edad, por lo que mi relación con ella siempre ha sido normal, jamás traumática ni incomprensible pese a algunas tragedias muy cercanas que me han tocado vivir.
Partí como todos, o como la gran mayoría acá en Chile, con el concepto católico, porque fui educado en colegio católico, con curas. El infierno, el purgatorio, el cielo, algo misterioso y del todo terrorífico. La sola idea de un purgatorio me daba terror, se me ocurría frio, lúgubre y húmedo, a eso llegue en clases de religión, misas y cuentos de los curas. Además, la sola palabra PURGATORIO me recordaba la cura para los dolores de estomago, la purga.
El misterio de la vida, el nacer, el ser, el desarrollarnos, el cuestionamiento y las preguntas que todos nos hemos hecho en la vida: ¿quién soy? ¿Qué hago en esta vida? ¿Por qué vivo? ¿Para qué? ¿Dónde iré? Y por último, la gran pregunta, la del millón: ¿QUÉ PASARÁ DESPUES DE LA MUERTE? Poco a poco, a medida que iba creciendo en edad, la pregunta se me transformó en un misterio cada vez más grande y profundo, puesto que nadie, curas, masones, filósofos, psiquiatras, nadie me lo podía aclarar. Las respuestas de todos eran, y son hoy día las mismas: mira, yo creo…yo pienso… bla, bla, bla. No me cuadra el hecho de morir, y que por ese solo hecho me siente a la diestra del Padre convertido en un santo, menos aún el hecho de ir a parar a una caja y a un hoyo y ahí se terminó todo; como pensar que el esfuerzo de toda una vida, la experiencia adquirida a un costo tan sumamente alto, como lo es el hecho de vivir esta vida, termine en un hoyo tapado de tierra en un cementerio. ¡NO! No lo podía aceptar. Después me llego la transmigración del alma, la reencarnación, tan en boga hoy día. Ahí me quede bastante tiempo, aunque se me hacía igualmente complicado pensar que los creadores pudieran ser tan poco generosos de tenernos en un mundo complicado como este, girando y girando una y otra vez, para finalmente partir, pero hacia dónde, y una vez más me quedaba sin respuestas. Por lo que seguí adelante, buscando y buscando, hasta que me encontré con este magnífico libro azul, y aquí cerré los círculos, y esto es lo que compartiré con ustedes.
Primero que nada, vamos a coincidir en que la muerte es lo único cierto y certero que tenemos en esta vida. Podemos planear lo que vamos a estudiar, lo que haremos, lo que trataremos de ser, el día a día, etc. Pero la muerte no está en los planes de nadie y nos visita sin aviso. Nadie sabe el cómo ni el cuándo, solo sabemos que va a llegar. En nuestra sociedad, y en general en toda la civilización occidental, la muerte es tratada como un tabú, más que como algo absolutamente normal. En el oriente tienen otra mirada muy distinta de la muerte. Para ellos, que son pueblos en general bastante más religiosos y filosóficos, la muerte no es ningún problema, aunque de una u otra forma también comparten la misma falta de información. Hay muchas personas que no permiten que se hable de ella en su presencia, por puro temor, temor a lo desconocido, incluso personas que se dicen religiosos observantes y practicantes, de la muerte no quieren hablar.
También podemos convenir en el hecho de que vivimos dentro de un cuerpo material, que somos reproducidos por un macho y una hembra mamíferos, con un periodo de gestación, con dos cerebros, recorridos por millones de cables eléctricos, millones de procesos químicos por minuto, cientos de miles de sensaciones neuronales, calcio, rótulas con su correspondiente lubricación, consumidores de hidratos de carbono, proteínas que procesamos y tenemos desechos digestivos por un lado, y les extraemos todo lo necesario para convertirlo en la energía que necesitamos para mover el cuerpo. Poseemos un sistema respiratorio que ventila y lleva oxígeno al cloruro de sodio que nos inunda. Nuestros cuerpos son un aparato electroquímico que se gesta, nace, crece, es niño, adolescente, joven, adulto, viejo y se terminó. Por lo tanto, para llevarlo a términos vulgares: tenemos fecha de vencimiento.
Unos antes, otros después, unos niños, que siempre nos causan mucho dolor, pero todos, inexorablemente en algún momento determinado tendremos una falla por múltiples razones, físicas, accidentales, fatiga de materiales, etc. Y eso nos causará la muerte física, la muerte de este aparato electroquímico que nos permite vivir y habitar este planeta. Es un aparato magnifico. Vemos, oímos, sentimos, nos emocionamos, tenemos alegrías y tristezas, sabemos de frio y de calor, de dolores y placeres, todo esto centrado en un procesador que es nuestro aparato cerebral separado en dos cerebros unido por un mismo hipotálamo. Para qué vamos a ahondar en los sistemas endocrinos, glandulares, eléctricos, cardiaco, etc., que bien sabemos que son fundamentales para el buen funcionamiento de nuestros cuerpos, pero no es lo que nos convoca.
La muerte, que es lo que nos convoca, y que conocemos, es entonces viendo lo expuesto con referencia al cuerpo, la muerte física, la muerte y fin de la existencia de estos aparatos que nos permiten vivir aquí. ¿Y nosotros? ¿Qué o quiénes somos? Lo que somos, nuestra experiencia, logros, fracasos, desilusiones, discernimiento, ¿dónde va a parar?
Esta revelación nos confirma una información maravillosa al respecto: somos Materia (el cuerpo), Mente y Espíritu. La materia, o el cuerpo, ya lo entendimos y dejamos claro de qué se trata. Pero además tenemos una mente que se describe como una unidad funcional, ¿y por qué? Porque en ella funciona la personalidad, el intelecto humano y el espíritu. La mente, nos dicen es: «El mecanismo del organismo humano que piensa, percibe y siente. El total de la experiencia consciente e inconsciente. La inteligencia, asociada con la vida emocional, que va hacia arriba, mediante la adoración y la sabiduría, hasta el nivel de espíritu.»
Es importante aclarar que la adoración no la tenemos que tomar como algo sumiso hacia un dios airado y malhumorado que nos castiga por no brindarle nuestra adoración. No, la adoración a la Deidad, desde nuestra alejada posición cósmica del Centro de todas las cosas, es la simple admiración, por ejemplo, por la belleza de una puesta de sol, por pensar un instante cómo giramos en esta esfera, en el espacio, sujetos de lo invisible e inexplicable. Esa es la verdadera adoración.
No hay nadie aun aquí en la tierra que nos diga cómo es la mente, dónde está la mente, cómo contacta con el cuerpo, cómo le ordena a los cerebros. Nadie lo sabe ciertamente. Hablamos siempre de la mente con gran soltura, pero ¿dónde está? ¿Cómo es? ¿Cómo funciona? Pero ya lo veremos en el desarrollo del tema.
Voy a volver un poco atrás, a la muerte, a lo que somos, a dónde vamos a parar. Dijimos que somos Materia, Mente y Espíritu. Pues bien, la mente entonces, como unidad funcional, nos es dada aproximadamente 9 meses antes de nacer y a ella llegan la personalidad, el intelecto y los primeros 7 circuitos o ayudantes de la mente que son: Intuición, Entendimiento, Valor, Conocimiento, Asesoramiento y he aquí una de las grandes diferencias que tenemos con los animales: Adoración y Sabiduría.
O sea que antes de nacer ya somos personas porque tenemos personalidad. Describen la personalidad como la PERMANENCIA EN PRESENCIA DEL CAMBIO. Es fantástica, es lo que nos hace únicos, es la diversidad en el cosmos infinito. Ya hablaremos más de esto.
Nacemos a la vida por primera vez, y en este planeta girante del espacio, sujetos al tiempo y al espacio mismo. Desde ese momento hasta la muerte física, tenemos un espacio de tiempo, en un lugar del espacio mismo para vivir nuestras vidas. Entre los 5 y los 6 años, en la generación del año 20 del siglo pasado, nos dicen que a los 5 años, 10 meses y 4 días aproximadamente. O sea alrededor del día 2134, cuando por medio de nuestra personalidad hacemos actuar nuestra voluntad y tomamos nuestras primeras decisiones morales, nos llega el espíritu del Padre, y a partir de ese momento y a raíz de ese acontecimiento se empieza a crear, a tejer nuestra alma, que será en ella donde se registrará y guardará todo lo que tenga valor de trascendencia, el contacto con otras personalidades, el cumplimiento de la lealtad a nuestros amigos, en general el correcto proceder, todo lo que sean los discernimientos espirituales, o las cosas que tengan valor para nuestras próximas vidas, cada vez menos materiales. Esta alma será en la próxima vida nuestra mente, porque esta que tenemos ahora solo nos sirve acá, muere, se termina. Nos dicen: «La interrupción de la vida destruye los esquemas cerebrales físicos para la dote mental, y la destrucción de la mente, termina la conciencia mental.» (LU 112:5.14)
Por lo tanto, podemos ver que lo que nos sucede en la vida lo percibimos en la mente. Si bien es cierto que nos trasladamos, vemos, nos reconocemos unos a otros, respiramos, etc., con el cuerpo, y, lo sentimos en el cuerpo, pero lo analizamos y decidimos en la mente, que es a través de su mediación que la personalidad hace actuar por medio de la voluntad al cuerpo mismo. Por lo tanto, cuando el ser humano desea cambiar la realidad física, sea esta él mismo o su medio ambiente, lo consigue hasta el punto en que haya descubierto los caminos y maneras de controlar la materia y dirigir la energía, y estas son decisiones y situaciones que dirimimos en nuestras mentes. No nos vamos a quedar en la mente, ya que tampoco es lo que nos convoca, pero para aclarar el CÓMO suceden las cosas es que armo esta secuencia.
Bien. Dijimos entonces que nacemos a este mundo por primera vez, y que al hacerlo disponemos de un espacio de tiempo para vivir nuestras vidas y el tiempo es fundamental para que podamos hacerlo. Acerca del tiempo, nos dicen: «El tiempo es la dote universal de todas las criaturas volitivas»; (podemos decir que la voluntad es nuestra facultad de elección) es EL TALENTO confiado a todos los seres inteligentes.
Todos nosotros tenemos tiempo para asegurar nuestra sobrevivencia; el tiempo se desperdicia fatalmente solo cuando se le entierra en la negligencia, cuando no lo utilizamos para asegurar la sobrevivencia de nuestras almas. El fracaso en mejorar el propio tiempo hasta el grado más alto posible no impone castigos fatales; meramente retrasa al peregrino del tiempo en su viaje de ascensión. Si se gana la sobrevivencia, todas las demás perdidas pueden ser reencontradas. En este punto nos aclaran qué es y para qué es el tiempo, entonces lo mejor que podemos hacer con él es darle el mejor uso posible y, como además sabemos que contamos con la voluntad, que es la facultad de elección, debemos siempre pensar en tomar la mejor decisión, elegir el camino correcto, el más ético, si vamos a hacer algo, a quien sea que pueda afectar nuestra decisión, que los efectos de esa decisión no le hagan a nadie lo que no quisiéramos que nos hicieran a nosotros. Nos dicen: «La vida mortal es como una cadena ininterrumpida de muchos eslabones. Tu corta estadía en este mundo, en esta esfera de infancia mortal, es tan solo un eslabón, el primero en la larga cadena que ha de extenderse a través de los universos y a través de las edades eternas. No es tanto lo que aprendes en esta primera vida; es la experiencia de vivir esta vida lo que es importante. Aun el trabajo en este mundo, aunque importantísimo, no lo es tanto como la manera en la cual cumples ese trabajo. No existe recompensa material para la vida recta, pero hay una profunda satisfacción (conciencia de logro) y esta trasciende toda recompensa material concebible.» (LU 39:4.13)
Huelgan las palabras entonces para que expliquemos lo correcto, lo bien hecho. Todos sabemos perfectamente lo que está bien y lo que no, todos los que estamos aquí tenemos autoconciencia de nosotros mismos y conciencia de nuestros actos. Entonces vemos que son nuestros actos en el tabernáculo de la carne, nuestras decisiones, las que nos llevarán del caos a la gloria.
Hablamos de la personalidad, pues bien, eso es lo que realmente somos, nuestro pequeño yo soy, y esa es la mayor distinción y la mayor dignidad, lo que nos hace hijos de Dios y no siervos de Dios. Lo que nos debe hacer sentir que estamos en nuestro hogar, en la creación de Dios nuestro Padre, y es esa personalidad, lo que somos realmente, lo que viene a buscar ese espíritu del Padre del que les hablé, que llega a nuestras mentes entre los 5 y los 6 años, porque ellos, esos espíritus no tienen personalidad, esa maravilla que somos cada uno de nosotros, seres absolutamente únicos, es lo que vienen a buscar, diversos, llenos de libre albedrio, para que decidamos libremente dentro de los bordes de lo posible. En eso estamos en esta vida, viviéndola para adquirir experiencia, la experiencia de vivir esta vida. Esta experiencia es única y cada uno de nosotros la está adquiriendo. Y es en nuestras almas, el lugar donde se guardan estas experiencias de vida, y el que guarda y cuida celosamente lo mejor de nosotros, es ese espíritu, que nos guía ahora y nos guiará siempre y por toda la eternidad. Nos dicen del alma: «La personalidad humana se identifica con la mente y el espíritu, vinculados en enlace funcional por la vida en un cuerpo material. Este enlace funcional de mente y espíritu no da como resultado una combinación de las cualidades o atributos de la mente y el espíritu, sino más bien da un valor universal enteramente nuevo, original y único de perduración potencialmente eterna: el alma.» (LU 111:2.3)
Nos dicen de este espíritu: «La mente es tu buque, el espíritu es tu piloto, la voluntad humana es el capitán. El dueño del barco mortal debería tener la sabiduría de confiar en el piloto divino para guiar a su alma ascendente a los puertos moronciales de la supervivencia eterna. Solo mediante el egoísmo, la pereza y el pecado puede la voluntad del hombre rechazar la guía de un piloto tan amante y finalmente naufragar su carrera mortal en los acantilados malignos de la misericordia rechazada y contra las rocas del pecado aceptado. Con tu consentimiento, este piloto fiel te conducirá con seguridad a través de las barreras del tiempo y de los obstáculos del espacio a la fuente misma de la mente divina y aun más allá, aun hasta el Padre de los espíritus.» (LU 111:1.9)
Mencioné al inicio que no me parece que, por el solo hecho de morir, uno pueda convertirse en un santo o que pueda sentarse, como nos ofrecen la mayoría de las religiones evolutivas, al otro día a la diestra de Dios Padre. ¡Porque, por el solo hecho de morir, si no soy una buena persona, no me puedo convertir en una buena persona! Porque, si al momento de la muerte no hablo alemán, ¿puedo hacerlo? Esas cosas nunca me han calzado y, antes de encontrarme con este libro, más se acrecentaban mis dudas, pero aquí encontré respuestas coherentes al respecto y, como dije, me cerraron los círculos.
Existe un abismo gigantesco entre nosotros y la espiritualidad. De hecho aquí, en este planeta, no hay nada espiritual ni sagrado, por lo tanto tenemos que salvar este abismo, ¿y cómo? si somos casi 100% materia, excepto por ese núcleo espiritual de nuestro Padre que mora en nuestras mentes materiales, ¿cómo sigo adelante?
Cómo será entonces el próximo estado de cosas y materia, cómo seremos, qué consumiremos para energizarnos, tendremos desechos digestivos, tendremos nuevamente envejecimiento, sentiremos dolores, tendremos sexo, nos reproduciremos, qué pasará con nuestras familias, nuestros hijos, padres, madres, suegras, jajajaja. Nos revelan que existe un estado, una materia distinta, una forma de expresión de la realidad diferente, y la llaman material de moroncia. Y existe esta otra materia distinta a esta y a la espiritual, porque hay que atravesar otras experiencias antes de ser seres espirituales. Por lo tanto será en esta materia, más liviana que esta, donde volveremos a ser, donde llegará nuestra personalidad, nuestra alma con la memoria experiencial, y seremos reensamblados en esa materia, tendremos un nuevo cuerpo mucho más liviano que este, donde empezaremos nuevamente, pero con la experiencia y el conocimiento adquiridos aquí y hasta el momento del fin de la vida de nuestros cuerpos materiales actuales, que nos ha permitido vivir la vida como seres humanos. No vamos a tener ni un solo conocimiento más, ni una sola experiencia más que las obtenidas aquí, además de la última experiencia como seres humanos, el inescapable paso por el umbral de la muerte.
Pero quiero volver acá, a lo importantísima que es esta vida, a la enorme importancia que tiene vivirla, sentirla, oler, escuchar, palpar, disfrutar, dejar de lado lo que nos oprime y detiene nuestro crecimiento, lo que nos hace retroceder al animal que todos somos, y que debemos sacudirnos. Debemos aprender a sacar de nuestras mochilas el temor, la envidia, los celos, la angustia, el ego, la ira, la sospecha, etc. Al lograr dominar estas taras que tenemos casi todos los humanos, podremos empezar a rendir los frutos del espíritu que son: el amor, la alegría, la paz, la resignación, la dulzura, la bondad, la fe, la humildad y la templanza. Si logramos de verdad rendir estas cualidades, internalizarlas en nuestro ADN, en nuestro diario vivir estos frutos, estaremos de verdad dando pasos ciertos y firmes en pos de un muchísimo mejor vivir, la porción de tiempo remanente de cada uno, y a su vez estaremos dándole oportunidad al espíritu del Padre y a nuestras almas para que nos preparen para dejar estos cuerpos libremente, con total tranquilidad y dignamente.
Por todo esto yo los invito humildemente, pero con una tremenda pasión, a que miren de frente el futuro, con calma, con resignación inteligente, y vivan cada momento, cada hora, cada acontecimiento, cada instante que tienen acá, en esta esfera girante del espacio, como si fuera el último. Recuerden que al momento en que se nos termine el tiempo para estar aquí, en este estado material, y nos comiencen los fallos que inexorablemente nos llevarán al cese de nuestras vidas de carne y hueso, para lograr en esos momentos, que seguramente serán de una incertidumbre sublime, mirarla, a la muerte, cara a cara, con garbo, con paz, tranquilos y confiados, y lo que nos brindará esa quietud será nuestro recto proceder. Debemos comprender que iniciaremos el viaje sin fin hacia lo infinito y eterno, conceptos que nuestras pequeñas mentes en este estado no nos pueden traducir.
Es muy importante también hablar un poco sobre la evolución que ha ido teniendo el concepto de la muerte a través del paso del tiempo. Para el salvaje de los primeros tiempos del ser humano, hace aproximadamente 1.000 .000 de años, la muerte violenta era común entre ellos por los terribles peligros a que se veían expuestos, la caza de animales salvajes, eras glaciales, terremotos, inundaciones, etc. No tenían claro que la muerte fuera natural y que les tocaría a todos, no, en el comienzo de la especie la asociaban solo con accidentes. Luego empezaron a ver que existía el envejecimiento y que las personas se morían, dejaban de existir sin razones ni motivos aparentes y esto les trajo muchas dudas e incertidumbres. Este hecho le costó edades al ser humano. De ahí nació el primitivo concepto de los fantasmas, el soñar con los muertos lo interpretaron de muchas formas buenas y malas. Interpretaron el vaho que exhalamos con el frio como que se les escapaba la vida, lo mismo ocurrió con el estornudo y luego poco a poco, lento como es la evolución, empezaron con el tema de los espíritus y comenzaron pensando que estos se convertían en seres muy poderosos, los cuales había que mantener muy contentos puesto que temían con horror su furia, la que aplacaban con todo tipo de ofrendas. Esa pobre gente vivía aterrada por los fantasmas malos, malos espíritus, mala suerte, etc. Ustedes se podrán imaginar lo que era una serie de estornudos 4 o 6 , por una alergia o un resfrío, quedaban aterrados «SE ME VA LA VIDA». Esto evolucionó al primitivo concepto de que somos un cuerpo y un espíritu.
«El sueño fantasmal constituye una de las primeras diferencias que aparecieron entre la mente animal y la humana. Los animales no visualizan la supervivencia después de la muerte». LU 68:3.2
El infortunio o mala suerte fue un factor muy importante en la vida de los hombres y mujeres que vivían constantemente bajo el filo de la navaja de una existencia precaria y difícil. La idea del azar y la suerte colorearon muy fuertemente la filosofía de todos los pueblos antiguos y aun en tiempos recientes en la sabiduría de Salomón está escrito: «Me volví y vi que no es de los ligeros la carrera, ni la guerra de los fuertes, ni aun de los sabios el pan, ni de los prudentes la riquezas, ni de los elocuentes el favor, sino que tiempo y ocasión acontecen a todos. Porque el hombre tampoco conoce su tiempo; como los peces que son presos en la mala red y como las aves que se enredan en lazo, así son enlazados los hijos de los hombres en el tiempo malo, cuando cae de repente sobre ellos.» LU 86:1.6
Por lo tanto el salvaje entre la suerte, mala o buena, los fantasmas, etc., empezó a visualizar un nuevo concepto de vida futura. De ahí podemos llegar a los griegos que creían, por ejemplo, que los hombres débiles debían tener almas débiles; y así inventaron el Hades como el lugar indicado para tales almas anémicas. Los chinos y los egipcios antiguos creían que el alma y el cuerpo permanecían juntos, y esto condujo a los egipcios a la construcción de las pirámides y a los esfuerzos por conservar los cuerpos.
Todo esto evolucionó en fetiches, amuletos, magia, totemismo y la práctica de todo tipo de ritos, sociedades secretas, etc. Luego empezaron con los pecados, el tabú, el renunciamiento, la humillación y los sacrificios, el sacrificio humano y el canibalismo, la redención y los pactos, los sacramentos y la remisión de los pecados y todo esto manejado hábilmente por chamanes, curanderos, brujos y todo tipo de sacerdotes. No olvidemos los cultos fálicos, ya que se pensaba que los órganos reproductores y ritos sexuales de todo tipo eran del agrado de los fantasmas y espíritus.
En la India, unos 1900 años A. d J.C. los sacerdocios brahmánicos, védicos, arios y todo tipo de influencias del Dekan Dravidiano tuvieron por miles de años y aun hoy lo vemos presente la teoría de la reencarnación. Todas estas teologías las podemos encontrar en las escrituras más recientes de la fe hindú, las Brahmanas y la Upanishad. Fue durante los tiempos de la escritura Upanishad cuando apareció el budismo en la India. Estuvo 1000 años luchando pero no lo logró contra el hinduismo, y el budismo en el norte de la India terminó siendo avasallado por la embestida del Islam militante, con un concepto claro y monoteísta de Alá como dios supremo del universo.
Por otro lado en China, unos 600 años A. d J.C., apareció Lao-Tsé y Confucio, y casi en paralelo en la India otro maestro de la verdad apareció, GautamaSiddhartha. Todos ellos promovieron la verdad del alma, el espíritu del Padre, la muerte como un paso más, una experiencia más en la carrera evolutiva hacia Dios. Lucharon tenazmente contra sacerdocios, sacrificios humanos y de todo tipo, adoración de falsos ídolos, etc. Y hace 2000 años, la más potente de todas las revelaciones que ha recibido este universo local, con la encarnación de Jesús Cristo en nuestro planeta, y el clarísimo mensaje de la paternidad de Dios nuestro Padre y la hermandad de los hombres. Si tan solo meditáramos por un minuto el enorme significado de esto, el mundo empezaría a cambiar.
Y por último, para cerrar quiero terminar con una cita de El Libro de Urantia respecto a la muerte: «El amor por la aventura, la curiosidad y el pavor a la monotonía, esas características inherentes a la naturaleza humana en evolución, no se pusieron ahí tan solo para irritarte y perturbarte durante tu breve estadía en la tierra, sino mas bien para sugerirte que la muerte es tan solo el comienzo de una interminable carrera de aventura, una vida sempiterna de anticipación, un viaje eterno de descubrimiento.» (LU 14:5.10)
Horacio Gamboa Verdugo.
Eugenesia: un tema controvertido | Luz y Vida — Núm. 36 — Marzo 2014 — Índice | Sólo la vida interior es realmente creativa |