© 2014 Carmelo Martíne, Olga López, Eduardo Altuzarra, Santiago Rodríguez y Andrés Pérez
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Luz y Vida — Núm. 36 — Presentación | Luz y Vida — Núm. 36 — Marzo 2014 — Índice | La muerte según El Libro de Urantia |
En el diccionario de la RAE se define la eugenesia como la: «Aplicación de las leyes biológicas de la herencia al perfeccionamiento de la especie humana».
El LU habla de razas superiores e inferiores y de la necesidad de mejorar las razas humanas sin ningún pudor ni prejuicio, hasta el punto de que sorprende e incluso escandaliza a algunos.
He buscado y seleccionado algunas citas al respecto. Son estas: LU 49:1.7, LU 51:4.8, LU 52:2.11, LU 52:2.12, LU 52:3.4, LU 55:4.11, LU 55:6.3, LU 65:3.6, LU 70:8.15, LU 71:3.8, LU 82:6.5. (La cifra entre paréntesis es el número del documento.) Seguro que se me han escapado otras.
¿Qué opináis de esta insistencia en que eliminemos a los inferiores? ¿Qué pensáis que esto supone en la práctica? ¿Por qué nos sorprende esta actitud de los reveladores? ¿Puede divulgarse algo así sin más preparación? ¿Por qué somos tan sensibles a los planteamientos eugenésicos? ¿Es moralmente aceptable la eugenesia? ¿Hay alguna forma de eugenesia que sea más aceptable moralmente que otras?
Queridos amigos: Carmelo ha sacado un tema que fue justamente el que más me costó asimilar no intelectualmente sino emocionalmente. Supongo que fue por esa «caridad mal entendida» que nos inculcaron desde la iglesia católica, según la cual teníamos que considerar a los más débiles dignos de multiplicarse en el mismo grado que los fuertes. Ya Nietzsche se expresó de forma muy dura y muy clara criticando ese afán del cristianismo por igualar a la humanidad por abajo. También me chocaba mucho la forma que tenían los reveladores de hablar de las razas humanas; ellos nos ven desde fuera y por tanto pueden juzgar el problema con mucha más objetividad y frialdad que nosotros. Al fin y al cabo nosotros somos humanos, estamos adscritos a una raza, y nos cuesta admitir que en general la calidad física de los mortales de nuestro planeta deja mucho que desear. Aunque no hay más que echar una mirada a nuestro alrededor (y a nosotros mismos) para darnos cuenta de ello.
En El Libro de Urantia se nos dice que, aunque tenemos igualdad de oportunidades en el terreno espiritual, no somos iguales biológicamente. Y como la biología condiciona el tipo de mente del que podemos disponer, la desigualdad también alcanza a la mente. Personalmente, después de pensar mucho sobre ello, considero que la insistencia de los reveladores en que se reduzca el número de inferiores me parece no sólo justificada, sino que es imprescindible para la mejora espiritual de la humanidad. Nos dicen que tenemos un lastre de seres débiles y de enfermos mentales que nos impedirá despegar si no vamos reduciendo su proporción a lo largo de las generaciones. Justamente estos días estamos estudiando en el grupo la expansión de la raza andita, y cuando hablaba de la decadencia de los pueblos la causa siempre era la mezcla con pueblos circundantes inferiores. Por lo que deduzco del libro, cuando linajes superiores se mezclan con linajes inferiores se produce una elevación efímera del linaje inferior, que no se propaga en las generaciones futuras.
Bueno, todo esto en teoría se puede aceptar y nos parece muy bonito, pero se trata de que en algún momento hay que ponerlo en práctica. Por supuesto, no se trata de gasear a pueblos enteros ni de matar a nadie por considerarlo «inferior». La clave está en restringir la reproducción de los que física o mentalmente tienen alguna enfermedad que pueda impedirles desarrollarse plenamente como personas. Pero ante todo tiene que haber una concienciación de la sociedad acerca de la existencia de este problema, y eso no se da en nuestra sociedad. No sólo no se tiene conciencia del problema, sino que queda políticamente incorrecto siquiera plantearlo. Así que mal empezamos.
Vamos a suponer que sí, que hubiera desde todos los estamentos de la sociedad la convicción de que había que hacer algo al respecto para que los humanos de las generaciones futuras sean más fuertes física y mentalmente. Hoy día ya se han detectado muchas enfermedades hereditarias de las que se puede evitar su propagación a los hijos mediante técnicas que seleccionan embriones sanos. Hemos visto muchos casos por la prensa. Esa sería una forma de hacer «limpieza» de genes defectuosos. Pero claro, la gente tendría que hacer alguna especie de análisis de su genoma para detectar si son portadores de enfermedades hereditarias antes de ponerse a la labor de procrear. Y ahí entramos en cuestiones espinosas hoy día. ¿Se podría «obligar» a la gente a que se hiciera esos análisis? Porque se supone que, si se descubre que eres portador de una grave enfermedad, automáticamente estarías destinado a tener hijos por procedimientos artificiales, ya que la madre naturaleza podría hacer que tus hijos padecieran esa enfermedad. Ahora me viene a la memoria el caso de una pareja que había tenido dos hijos con incapacidad de asimilar la glucosa. Tenían que darles insulina cada dos horas durante las 24 horas (noches incluidas) para que no les diera un coma diabético. La madre había sufrido un infarto pues su corazón no había podido soportar la falta de sueño. Seguro que esa mujer, si hubiera podido elegir, no hubiera querido tener hijos cuya calidad de vida estaba muy deteriorada por culpa de la enfermedad. Pero por otro lado también está la gente que tiene los hijos que Dios les da, y a los que no les importa si vienen con taras hereditarias o no. Por otra parte, habría que tener un criterio claro y bien definido sobre dónde »poner la raya" entre enfermedades hereditarias aceptables e inaceptables. No es lo mismo una miopía que una deformación cardiaca congénita, por ejemplo.
Eso por lo que hace a las enfermedades hereditarias. Pero también nos quedaría resolver la procreación de los débiles, los pusilánimes, los parásitos de la sociedad, los que esperan que los demás se lo demos todo hecho. Habría que evitar fomentar la cultura del subsidio, que haya gente que pueda vivir del cuento sin aportar nada a la sociedad. Está bien que se prevean ayudas, porque una mala racha la puede tener cualquiera, pero lo que se debería evitar por todos los medios es que esas ayudas sean el modus vivendi de algunos. De todas formas, soy consciente de que es muy difícil llevar a cabo estos controles. Por supuesto, esto tendría que ir acompañado de un riguroso control de la natalidad de los «subsidiados».
Este tema, el de la «depuración» de los linajes inferiores, es uno de los que seguramente se dejó reflejado en el libro para que lo aplicara una humanidad futura, porque hoy por hoy veo muy difícil que se llegue siquiera a la fase previa de toma de conciencia del problema. Pero supongo que, como no dejaron ningún detalle al azar y siempre hay un propósito detrás de cada frase del libro, deben esperar que como mínimo seamos capaces de asimilar la necesidad de la eugenesia tanto intelectual como emocionalmente. El tema es desde luego vital para que nuestro mundo llegue a alcanzar la etapa de luz y vida. Y nos han dejado bien claro que, puesto que los planes de mejora del Príncipe y de los Hijos Materiales fracasaron, nos toca a nosotros enderezar con medios humanos lo que desde casi el principio creció torcido.
El tema también a mí me está constando asimilarlo, o mejor dicho, aceptarlo. Pero las explicaciones de Olga, bastante lógicas e interesantes, me están ayudando. En particular, la explicación de nuestra educación y condicionamiento cristianos, y el hecho de que los reveladores nos ven «desde fuera» probablemente como podríamos ver y analizar nosotros a una manada de gorilas. No tendríamos «prejuicios de raza».
Estamos de acuerdo en que no hay que empezar a gasear a nadie, pero está muy claro también que la «biología» condiciona a la mente y por lo tanto debemos mejorarla si queremos progresar mental y espiritualmente.
Es un tema difícil y delicado. Esperemos que el análisis del genoma y la tecnología que surge de él sirvan para este fin, a pesar de lo contrarios que son algunos a tales avances. Esperemos también que poco a poco esta «supersensibilización» social se amortigüe y llegue a cambiar. Yo creo que ambas son las vías para que la mejora biológica sea viable.
Sin embargo, hoy por hoy, yo también lo veo difícil, especialmente porque ¿quién juzgará lo que se debe o no se debe hacer? ¿O quién decidirá a quienes aplicarlo? Con lo defectuosos que son aún nuestros sistemas judiciales y lo mucho que falta para que los políticos sean los ciudadanos mejores, más leales y dispuestos a servir (y no a servirse), ¡como para confiarles semejantes decisiones!
Los reveladores ya nos lo dicen en el párrafo LU 51:4.8.
Poco más que añadir, aparte de que me dejó perplejo cuando me enfrenté a ello por primera vez. Después, vas reparando en que cuando habla de «limpiar» no se refiere a eliminar razas, porque aunque hay razas más capaces que otras desde el punto de vista biológico, siempre habla de «depurar» elementos perniciosos dentro de las mismas razas. Es decir, la mezcla de razas es deseable (por eso aparecen); lo que se ha de hacer antes de la mezcla es «elevar» todo lo posible cada una de ellas por separado (es decir, que hay deseables e indeseables de todos los colores).
El problema que tenemos es que esto se va realizando solo por selección natural durante las primeras épocas de los mortales, cuando desde el punto de vista ético de la gente de esa época se encuentra moralmente aceptable, incluso lo consideran un logro.
El problema es enfrentarlo ahora, que nuestra ética y moral no permitirían ciertas cosas.
Además, hemos de compaginarlo con, por un lado tener «herramientas» para medir qué «estirpes o linajes de cada raza son superiores y en qué, y hacerlo de una manera objetiva. Y además no impedir que los individuos tengan la tan deseada experiencia de la paternidad. Es decir, «un marrón» en toda regla.
Después de leer vuestras opiniones, las citas seleccionadas y algo más del LU he llegado a la conclusión que este tema bien lo podemos dejar para airearlo dentro de 3.000 ó 4.000 años más adelante. Dejemos desfilar el tiempo y corramos un tupido velo sobre esta cuestión, pues como bien dice Olga, no sería políticamente correcto establecer comentarios a estas alturas en las que se encuentra la evolución humana. Sería algo así como darle perlas a los cerdos. Pero eso no me impide daros mi opinión. Lo voy hacer tratando de dar contestación a las preguntas que ha formulado Carmelo.
¿Qué opináis de esta insistencia en que eliminemos a los inferiores?
Yo no interpreto que insistan, más bien entiendo que nos llaman un poco la atención en nuestro comportamiento, pues a pesar de los adelantos científicos, ciertas libertades sociales nos están arrastrando a permitir legalizar cada vez más los comportamientos de «cepas» deformes, inferiores o desviadas, estableciéndose de ese modo patrones de comportamiento cada vez más difíciles de hacerlos desaparecer. Vamos, que en vez de ir un poco hacia adelante, en algunos casos vamos hacia atrás.
¿Qué pensáis que esto supone en la práctica?
¿Supone el qué, Carmelo? No entiendo bien la pregunta.
¿Por qué nos sorprende esta actitud de los reveladores?
Tengo que deciros que cuando yo pasé por primera vez mis ojos por todos esos párrafos, a mí personalmente no me sorprendió lo que leía. Considero que reafirmó ciertas ideas que yo tenía. Siempre he estimado que para ser verdaderos hijos de Dios y representarle como tal, todos los seres humanos deberíamos ser buenos, en todos los aspectos. Si este mundo lo componemos buenos y malos y, como dice Olga, basta con echar una miradita a nuestro alrededor, incluidos nosotros y no logramos el objetivo primordial por desconocimiento de la realidad, o bien nos mezclamos rápidamente o los malos cada vez serán más y todo el proyecto se irá al traste.
¿Puede divulgarse algo así sin más preparación?
Ni hoy ni nunca debemos eliminar a nadie. Pero sí que a través de los organismos internacionales bien se pudieran ir dando consignas concretas o divulgando de un modo acertado y correcto manuales de conducta instructiva avalados por personas sabias e instruidas en el fomento perspicaz de los potenciales creciente y evolutivos, hallados en la experiencia de una vida ejemplar en ética, moral y religiosidad. Vamos, personas que bien pudieran ser ejemplo de vida, que haberlos «haylos» dentro de los diferentes extractos sociales. Pero también es verdad que esto actualmente es casi imposible. Considero que todavía tiene que pasar tiempo hasta que muchos seres humanos lean las páginas del LU y admitan que la mezcla de las razas es lo mejor que le puede ocurrir a la humanidad.
¿Por qué somos tan sensibles a los planteamientos eugenésicos?
Pienso igual que los reveladores. Por los prejuicios sociales y culturales. Por el extremado sentimentalismo y porque Hitler metió mucho miedo a la humanidad. Ninguna comunidad ha prosperado de un modo cuantioso permitiendo la flojera y consintiendo la ignorancia. Debemos hacernos sabios e inteligentes para vencer los escrúpulos mentales que impiden el crecimiento evolutivo.
¿Es moralmente aceptable la eugenesia?
En las mentes actuales, no. Me atrevo a pensar que la moral actual es, en la mayoría de los casos, muy primitiva y en el resto muy condicionada por las consignas emitidas por las diferentes instituciones religiosas.
¿Hay alguna forma de eugenesia que sea más aceptable moralmente que otras?
Esta pregunta tiene muchas respuestas en la página de la Wikipedia (eugenesia), por cierto muy interesante. Os invito a visitarla: http://es.wikipedia.org/wiki/Eugenesia
Muy interesante la página de Wikipedia que nos recomienda Eduardo.
La mala prensa de la eugenesia viene sin duda de los abusos de los nazis. Hoy todo el mundo, y en particular el mundo científico, «se la coge con papel de fumar» cuando habla de ella, pero con las nuevas técnicas genéticas no habrá más remedio que «coger el toro por los cuernos» y regular su utilización. De aquí el interés del tema para nosotros los lectores. Tiemblo sólo de pensar en que quede en manos de los políticos que tenemos actualmente. Es inútil oponerse al avance de la ciencia, como hace la extrema derecha (Bush y compañía) y las religiones más conservadoras (católicos y demás parientes); la cuestión no está en frenar su avance, sino en cómo hacer que sea una ciencia con conciencia (al servicio de la gente). Insisto en que aquí los lectores tendremos algo que decir, no ya como organización de lectores, que no es ésa su función, sino como personas individuales con una determinada forma de pensar y de ser, y con un determinado punto de vista sobre la sociedad y su evolución, fruto todo ello de haber leído el LU y de saber que el Padre nos ha dado este mundo para que lo vayamos llevando a luz y vida. Os invito a reflexionar sobre ello y a prepararos para actuar (cada uno en su campo y dentro de sus posibilidades).
Eduardo no entendía bien una de mis pregustas. Me refería a qué significa en la práctica (en la acción) la eliminación de los inferiores. En la página de la Wiki he encontrado algunas respuestas a esta pregunta.
Queridos amigos: estudiando Historia de la Ciencia, más concretamente la parte en la que trata sobre el darwinismo y las doctrinas sociológicas que surgieron partiendo de la idea de selección natural, he podido comprobar que el concepto de eugenesia «mal entendida» (y que hace que sólo mencionarla quede como políticamente incorrecto) se remonta algo más atrás que la época de auge del nazismo. Indudablemente, el nazismo tomó ideas de pensadores anteriores (ya fueran alemanes o no).
Os adjunto aquí unos párrafos del capítulo «El darwinismo triunfante» de la «Historia de las ciencias ambientales», de P.J. Bowler, donde habla justamente sobre esto:
En el siglo XVII, la cristiandad protestante se apropió la imagen de una máquina mundo construida por Dios para beneficio de la humanidad a fin de justificar la pretensión de que los europeos tenían derecho a explotar los recursos de la naturaleza a escala global. A fines del siglo XIX, esta pretensión se fundó cada vez más en la idea de que la raza blanca era el pináculo del progreso evolutivo, y era la naturaleza, no Dios, quien recompensaba las mismas virtudes de la industria y la iniciativa.
De particular interés para los pensadores sociales fue la pretendida amenaza que contra la raza blanca representaba la proliferación de los miembros menos aptos de la especie humana. A principios del siglo XX florecieron los movimientos pro eugenesia, dedicados a afirmar que los gobiernos debían intervenir para limitar la reproducción de los débiles mentales y los tipos degenerados que florecían en las barriadas miserables. Fundado por Francis Galton, primo de Darwin, el movimiento proeugenesia se basó en el supuesto de que el carácter del individuo está determinado absolutamente por la herencia: ningún tipo de educación o de mejores servicios sociales ayudará a quienes nacieron con inteligencia limitada. Después de 1900 se empezó a pensar que la nueva ciencia de la genética mendeliana proporcionaba un fundamento firme para tales creencias. La pretensión de que la herencia impone limitaciones al comportamiento individual constituye la piedra fundamental sobre la cual se ha erigido toda una multitud de teorías que pretenden demostrar cómo un imperativo biológico particular nos ha sido impuesto por la «naturaleza».
En los Estados Unidos la eugenesia estuvo ligada al temor a la degeneración que se podría producir por la afluencia de inmigrantes pertenecientes a grupos raciales inferiores. Aquí la teoría de la evolución estuvo implicada más directamente, pues una multitud de biólogos y antropólogos físicos trataba de consolidar la noción de jerarquía de los tipos raciales establecida en el siglo XIX. Ya no se veía a la evolución como el ascenso por una sola escalera, sino como un proceso en que muchas líneas paralelas avanzaban hasta diferentes niveles de la misma escala jerárquica. Henry Fairfield Osborn atribuyó a las razas una gran antigüedad, tan vasta que para todos los intentos y propósitos eran especies distintas. Cada una de ellas tenía su carácter único, y por supuesto la raza blanca, en la escala del desarrollo, había llegado más alto que ninguna otra. Así se explotó la teoría de la evolución como medio para condenar a las razas «inferiores» a su bajo status. No necesitaba uno ser genetista para creer que el carácter del individuo está firmemente determinado por su herencia racial. Como paleontólogo de la vieja escuela, Osborn no tenía nada que ver con la ciencia advenediza de la genética, sin embargo, toda su autoridad estaba detrás del movimiento eugenésico y sus llamadas a la restricción de la inmigración.
A propósito de este tema, vi un artículo en Urantology (http://www.urantology.org) que me pareció interesante y que traduje para ponerlo en la sección «Trabajos» de nuestra página web. Podéis leer el artículo en este enlace: http://www.urantia.es/sites/default/files/Eugenesiaetica.pdf. El autor está más a favor de medidas sociales que de medidas genéticas para mejorar la especie humana
¡Excelente artículo!
Reconozco que leyendo LU el tema de la eugenesia me inquietaba. Y es por lo que dice el artículo: «Hitler dio un mal nombre a la eugenesia y retrasó su causa al menos 60 años». Creo que eso es lo que me pasaba y le pasa a mucha gente. Pero el autor tiene las ideas muy claras, es enormemente práctico y propone medidas simples y fáciles de aceptar.
Creo que hay cosas que podrían estar ya en los programas políticos de los partidos. Por ejemplo, en lugar de plantear medidas negativas (restringir los derechos de los adultos) plantearlas positivas (definir y proteger nuevos derechos para los niños, aunque supongan de hecho restringir los derechos de los adultos). Me ha parecido genial, fácil de aceptar por todos y relativamente fácil de poner en práctica; y sumamente eficaz desde el punto de vista eugenésico.
Y qué me decís de esa otra de un «carné de padre/madre» con un cursillo de formación y exámenes como con el carné de conducir. Incluso podría ser «por puntos» (¡¡) ahora que el asunto está de moda. ¿No os parece sencillo de poner en práctica? ¿Acaso la Iglesia Católica no exige cursillos prematrimoniales?
Lástima que no tenga influencia con ningún político para «soplarle a la oreja» que lo meta en el programa de su partido. Habría que intentar hacerles llegar estas ideas. A ver si se me ocurre algo sobre cómo hacerlo.
Otro detalle: el autor ilustra sus ideas con citas del libro muy pertinentes y que arrojan mucha luz sobre su significado; al menos a mí me ha pasado. Definitivamente, el artículo me ha dado un punto de vista diferente, claro y tranquilizador respecto a este tema tan inquietante para mí, al menos hasta ahora.
Si aún no habéis leído el artículo, hacedlo. Merece muchísimo la pena.
Es cierto, cuando leí el artículo tuve la misma impresión que tú. Creo que aborda el tema de la eugenesia de un modo muy elegante pero a la vez propone medidas que cualquiera encontraría de sentido común, y que por lo tanto serían muy efectivas; se trata de hacer eugenesia sin que el ciudadano de a pie la relacione con la «eugenesia perversa» que se hizo en otras épocas. Y desde luego el punto clave es enfocar la cuestión centrándose en los derechos de los niños a tener una infancia feliz y con sus necesidades cubiertas.
Debo decir que antes de leer el artículo era partidaria de realizar medidas más coercitivas (como el tema de impedir la reproducción por ser portador de enfermedades hereditarias), pero creo que lo que propone el autor sería también muy efectivo y no parecería que se atenta contra la libertad del individuo de experimentar la paternidad.
Queridos amigos: desde mi punto de vista y a la vista del artículo, que he leído pero con el que no estoy del todo de acuerdo, mi valoración está más de acuerdo con los valores humanos que con los intelectuales.
Estoy de acuerdo con los las dificultades que muestra en la primera página, tales como los « acusadamente incapaces, deficientes, degenerados y antisociales», pero hoy por hoy no tenemos elementos suficientes para determinar justa y honestamente estas deficiencias y me temo que pasarán muchas generaciones, para alcanzar tales fines.
Creo que hay muchas personas buenas de corazón que no han ido a la universidad, ¡cómo las catalogaríamos! Pero también hay personas con muchos estudios y no son nada humanos ni sociables, es decir algo ¿hijos de…? ¿A estos cómo los catalogaríamos? Una persona puede tener inteligencia y no tener estudios.
En este artículo en ningún momento se habla de los nobles de corazón pero sí de la cultura y el conocimiento para determinar o valorar a las personas. Por esto no estoy muy de acuerdo con parte del escrito, especialmente donde recalca mucho el valor de la enseñanza y la «titulitis» y poco los valores humanos que debemos adquirir primero. Claro que esta es mi opinión.
Bajo mi punto de vista, es una de las mejores «aplicaciones» prácticas de la filosofía que se extrae del LU, a un tiempo concreto: el nuestro.
Me parece genial, y quizá sea una buena forma de abordar el espinoso tema. Pero tengo algún reparo: quizá me he precipitado en la lectura, pero de entrada me da la impresión de que uno de los criterios de selección es económico, argumentado en que la situación económica de las personas, denoten cierta capacidad para adaptarse (sean aptas), o permitan que el niño «crezca en un ambiente favorable», y estoy de acuerdo que si la unidad familiar es estable económicamente, favorecerá lo que nos interesa, pero ahí creo que tiene que venir la diferencia, es decir que la situación económica sea algo a ayudar a resolver a esta pareja. Porque todos sabemos que el dinero y la posición social no están precisamente bien distribuidos, y por consiguiente la «llegada a la universidad», no nos separa precisamente a los aptos de los no aptos. Yo el asunto económico, y por consiguiente el nivel socio-cultural de los progenitores, que sin duda han dependido de situaciones socioculturales que ellos no han tenido ocasión de gestionar, no lo pondría como criterio electivo para «limpiar linajes»; yo creo que aunque fuera más lento sería más acertado, impidiendo o restringiendo la reproducción a cualquiera que haya estado más de dos veces en la cárcel, por ejemplo, o a los que han sido presas de vicios peligrosos para la salud, etc. Un tipo de medidas que temporalmente, mientras estos individuos no cambien, se les impida «proliferar», pero desde luego la situación sociocultural (y con esto me refiero, a ingresos económicos, nivel de estudios, etc.), con mucha reserva.
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