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La edad del universo | Luz y Vida — Núm. 26 — Septiembre 2011 — Índice | Convergencias y divergencias: No somos el único planeta |
Es necesario aclarar que existen personalidades de la Tercera Fuente y Centro, el Espíritu Infinito. Estas personalidades no forman parte del circuito de Personalidad del Padre, pero dichas personalidades se pueden conectar y contactar con todo tipo de personalidades. Para más entendimiento de estas personalidades, en LU 9:8.14 están todas y cada una de ellas y sus funciones.
Las personalidades espirituales de la inmensa familia del Espíritu Divino e Infinito están dedicadas para siempre al servicio del ministerio del amor de Dios y de la misericordia del Hijo hacia todas las criaturas inteligentes de los mundos evolutivos del tiempo y del espacio. Estos seres espirituales constituyen la escala viviente por la que el hombre mortal se eleva desde el caos hasta la gloria. LU 9:8.25
No podría continuar sin detenerme en esta maravillosa revelación, que me hace sentir tan acompañado, tan asistido por seres tan dedicados al servicio. Seres que son oriundos de la Tercera Fuente, havôneros como mínimo y paradisiacos otros, que han decidido dejar la comodidad de la perfección infinita para venir a los universos del tiempo y del espacio a ministrar a los seres inteligentes. Y el punto final: que representan la escala viviente por la cual nosotros los hombres mortales podemos ascender del caos a la gloria. Sencillamente me llama a la más grande humildad y pequeñez, y al mismo tiempo a la importancia y responsabilidad que representa todo este conocimiento y discernimiento.
El Padre concede la personalidad por su libre albedrío personal. Sólo podemos conjeturar por qué lo hace, y no sabemos cómo lo hace. Tampoco sabemos por qué la Fuente Tercera confiere la personalidad no procedente del Padre, pero el Espíritu Infinito hace esto en su propio nombre,en conjunción creativa con el Hijo Eterno y de numerosas maneras desconocidas para vosotros. El Espíritu Infinito puede actuar también por el Padre para conceder la personalidad de tipo Fuente Primera. LU 9:8.10
Por su libre albedrio el Padre otorga personalidad, y nos dice este Consejero Divino de Uversa, comisionado por los Ancianos de los Días para describir la naturaleza y obra del Espíritu Infinito, que ellos solo pueden conjeturar por qué lo hace, pero no cómo lo hace. Pienso, leyendo en LU 6:7.1 sobre la personalidad del Hijo Eterno, que de aquí sale el porqué. El Hijo Eterno es esa personalidad infinita de cuyas ataduras de personalidad no cualificada el Padre Universal escapó mediante la téenica de la trinidización, y por virtud de la cual ha seguido desde entonces otorgándose en interminable profusión sobre el universo en expansión sempiterna de Creadores y criaturas. El Hijo es personalidad absoluta; Dios es personalidad paterna: la fuente de la personalidad, el otorgador de personalidad, la causa de la personalidad. Cada ser personal deriva la personalidad del Padre Universal, así como el hijo original eternamente deriva su personalidad del Padre del Paraíso. Y aquí volvemos nosotros al origen de nuestra personalidad. La personalidad del Hijo del Paraíso es absoluta y puramente espiritual, y esta personalidad absoluta es también el-modelo original divino y eterno, primero, del otorgamiento de personalidad que efectúa el Padre al Actor Conjunto, y, posteriormente, del otorgamiento de personalidad a las miríadas de sus criaturas del vasto universo. Por lo tanto, el porqué lo hace, sería para escapar, como nos dice el Consejero, de las ataduras de personalidad no cualificada, y escapa mediante la técnica de trinidización. Volviendo a LU 9:8.11, nos encontramos con que el Espíritu otorga personalidad no del Padre, pero lo hace en su propio nombre y en conjunto con el Hijo Eterno. Obviamente, de muchos modos desconocidos para nosotros. Y, por último, en este punto hay que hacer notar que el Actor Conjunto puede actuar para el Padre en el otorgamiento de personalidad de la Primera Fuente. Esto nos puede resultar contradictorio, ya que nos dicen insistentemente que solo el Padre otorga la personalidad, pero no lo es tanto, ya que el Actor Conjunto, como su nombre indica, puede y debe hacer para el Padre y en su nombre, eso y más. De hecho es el ministerio, el brazo actuante del Padre y del Hijo en los universos girantes del espacio.
«El yo y el entorno establecen un contacto significativo por mediación de la mente. La capacidad y la buena disposición del organismo para efectuar estos contactos significativos con el entorno (para reaccionar a los estímulos) representa la actitud de toda la personalidad»
«La personalidad no puede trabajar muy bien cuando está aislada. El hombre es de manera innata una criatura sociable; está dominado por el ardiente deseo de la pertenencia. Es literalmente cierto que «ningún hombre vive para sí mismo»»
«Pero el concepto de la personalidad, en el sentido de la totalidad de la criatura que vive y actúa, significa mucho más que la integración de unas relaciones; significa la unificación de todos los factores de la realidad, así como la coordinación de las relaciones. Entre dos objetos existen relaciones, pero tres objetos o más producen un sistema, y este sistema representa mucho más que una relación ampliada o compleja. Esta distinción es fundamental, porque en un sistema cósmico los miembros individuales no están conectados entre sí salvo en relación con el todo, y gracias a la individualidad de ese todo»
«En el organismo humano, la suma de las partes constituye el yo —la individualidad— pero este proceso no tiene absolutamente nada que ver con la personalidad, que unifica todos estos factores en sus relaciones con las realidades cósmicas»
«En los conjuntos, las partes están sumadas; en los sistemas, las partes están puestas en orden. Los sistemas son significativos debido a su organización —a sus valores de posición. En un buen sistema, todos los factores están en posición cósmica. En un mal sistema, hay algo que falta o que está desplazado— desordenado. En el sistema humano, la personalidad es la que unifica todas las actividades y comunica a la vez las cualidades de identidad y de creatividad» LU 112:1.15-19
Pues bien, vamos entrando a lo profundo de este tema. A través de la mediación de la mente, sentimos, pensamos, tenemos nuestro intelecto, nuestras sensaciones etc. Por lo tanto es por su mediación que nos relacionamos con el medio ambiente, y es a través de ella que estableceremos contacto con el medio ambiente que nos rodea. La habilidad y el consentimiento del organismo para hacer tales contactos con el medio ambiente (respuesta a un impulso) representan la actitud de la personalidad entera. Esto se debe relacionar con la conducta que tendremos, cómo vamos a reaccionar ante tales impulsos, ante tales contactos, y eso representará la actitud completa de nuestra personalidad, ya sea un grupo de personas, situaciones, medio ambiente físico, etc.
Vamos a estar todos de acuerdo en el sentido que ningún ser humano puede vivir en aislamiento. Nos convertiríamos en cavernícolas si viviéramos solo para nosotros y en soledad. Todos anhelamos pertenecer a lo que sea: a los bomberos, al club de tenis, a los rotarios, al municipio, a la junta de vecinos… a lo que sea, pero pertenecer. Es necesario desgastarnos los unos con los otros; ahí crece la tolerancia, el respeto, las ideas, el altruismo, etc. Todos ellos fundamentales para nuestro crecimiento y desarrollo. Y ahora nos dicen que el concepto de la personalidad como sentido total de la criatura viviente y en funcionamiento significa mucho más que la integración de las relaciones: significa la UNIFICACIÓN de todos los factores de la realidad así como la coordinación de las relaciones.
Vamos viendo el concepto de la personalidad como sentido total de la criatura viviente. Sentido total, qué tremendo. Es más que un integrador de las relaciones: UNIFICA todos los factores de la realidad y coordina las relaciones. También nos dicen que las relaciones son entre dos objetos, pero 3 ó más resultan en un sistema y este sistema es mucho más que una relación, ampliada o compleja. La distinción es vital porque, en un sistema cósmico, los miembros individuales no están conectados entre sí, excepto en relación con el todo y a través de la individualidad del todo.
Veamos: en el fondo nosotros nos podemos relacionar con nuestros pares, y a su vez conformar un sistema, y en este sistema no estamos conectados entre nosotros por nosotros mismos, sino con el todo y a través del todo, que es el dador de la personalidad y en quien y por quien tenemos nuestro ser, nuestra vida. Y seguimos aclarando conceptos. En el organismo humano, la suma de sus partes constituye el yo, la individualidad, pero este proceso no es la personalidad, que es el unificador de todos estos factores en cuanto se relacionan con las realidades cósmicas. Vaya puntito este: en cuanto se relacionan con las realidades cósmicas, claro que sí, porque la personalidad, que quiere volver a su origen (el Padre) tiene cualidades absolutamente cósmicas. Lamentablemente vemos a cada paso, a cada momento de nuestras vidas, que hay mucha gente que malogra su personalidad, distorsionándola de tal manera que llega incluso a la iniquidad.
Y por último, siguiendo con el mismo punto; en los agregados las partes se suman, en los sistemas se arreglan. Los sistemas son significativos debido a la organización, a los valores de posición. En un buen sistema, todos los factores están en posición cósmica. En uno malo, lógicamente algo no está en su lugar. Y terminan diciéndonos que en el sistema humano es la personalidad la que unifica todas las actividades y a su vez imparte las cualidades de identidad y creatividad.
Qué tremenda revelación, qué tremenda responsabilidad con nosotros mismos, ya que vamos sabiendo tal y como son las cosas. Por lo tanto, no podemos hacernos los tontos o esperar a más adelante para poner en práctica todos los conocimientos impartidos por los reveladores respecto de qué somos y cómo somos, y nos dan la guía perfecta para saber qué hacemos con nosotros mismos. Depende de nosotros hacer la voluntad del Padre, llegar de vuelta a Él con la personalidad de cada uno y dejar a los Ajustadores del Pensamiento trabajar en la construcción de nuestras almas moronciales, pensando en cosas de valor. La autentica autorrealización cósmica es el resultado de la identificación con la realidad cósmica y con el cosmos finito de la energía, la mente y el espíritu, limitados por el espacio y condicionados por el tiempo.
«La posibilidad de unificar el yo en evolución es inherente a las cualidades de sus factores constitutivos, que son: las energías básicas, los tejidos principales, el supercontrol químico fundamental, las ideas supremas, los móviles supremos, las metas supremas y el espíritu divino otorgado desde el Paraíso —el secreto de la conciencia de la naturaleza espiritual del hombre.»
«La finalidad de la evolución cósmica consiste en alcanzar la unidad de la personalidad mediante el dominio creciente del espíritu, una reacción volitiva a las enseñanzas y directrices del Ajustador del Pensamiento. La personalidad, tanto humana como superhumana, está caracterizada por una cualidad cósmica inherente que podríamos llamar «la evolución del dominio», la expansión del control sobre sí mismo y sobre el entorno».» LU 112:2.14-15
Aquí vemos lo importantes que son las partes constituyentes de nuestros cuerpos. La genética que heredamos de nuestros padres; las energías básicas, los tejidos principales, el supercontrol químico fundamental, para mi punto de vista esto tiene que ver con nuestros cuerpos, y sigue con lo que es más bien mental: los motivos supremos, los objetivos supremos, y por supuesto, nuestros Ajustadores del Pensamiento, espíritus puros provenientes del mismo Padre de las personalidades, el secreto de la autoconciencia de la naturaleza espiritual humana. Obvio, esa es la razón, el secreto de que vayamos logrando tener cada vez más autoconciencia de nuestra naturaleza espiritual y humana. Y sigue este punto con aun más discernimiento; el propósito de la evolución cósmica consiste en adquirir la unidad de la personalidad a través de un dominio cada vez mayor del espíritu, con una respuesta de nuestra voluntad a su conducción y sus enseñanzas. Se caracteriza la personalidad humana y superhumana por una cualidad cósmica que llaman la EVOLUCION DEL DOMINIO, la expansión del control tanto del yo, nuestras tendencias animales, como del medio ambiente, lo que nos rodea.
«Cuando las condiciones físicas están maduras, se pueden producir evoluciones mentales repentinas; cuando el estado de la mente es propicio, pueden ocurrir transformaciones espirituales repentinas; cuando los valores espirituales reciben el reconocimiento adecuado, entonces los significados cósmicos se vuelven discernibles, y la personalidad se libera cada vez más de los obstáculos del tiempo y de las limitaciones del espacio». LU 65:8.6
Aquí vemos lo importante que es mantenernos en buenas condiciones físicas, sanos, bien alimentados, lejos de los excesos, etc., para optar a esas evoluciones mentales repentinas. Nuestras mentes sanas, con poco prejuicio, poco temor, poca ansiedad, etc., pueden optar a transformaciones espirituales repentinas. Y si a los valores espirituales les damos el reconocimiento que merecen, los significados cósmicos se tornan discernibles, y la personalidad en creciente escala (unificación) puede liberarse de los obstáculos del tiempo y redimirse de las limitaciones del espacio. Y cómo, muy sencillo, esto se logra con pensamientos moronciales, de valor de trascendencia para nuestros próximos estados de vida, mediante el silencio mental, oración, adoración, contemplación, etc.
«La experiencia de la adoración consiste en el intento sublime del Ajustador prometido por comunicar al Padre divino los anhelos inexpresables y las aspiraciones indecibles del alma humana - creación conjunta de la mente mortal que busca a Dios y del Ajustador inmortal que revela a Dios. Por consiguiente, la adoración es el acto mediante el cual la mente material consiente que su yo en vías de espiritualizarse intente comunicarse con Dios, bajo la dirección del espíritu asociado, como hijo por la fe del Padre Universal. La mente mortal consiente en adorar; el alma inmortal anhela e inicia la adoración; la presencia divina del Ajustador dirige esta adoración en nombre de la mente mortal y del alma inmortal evolutiva. A fin de cuentas, la verdadera adoración se convierte en una experiencia que se lleva a cabo en cuatro niveles cósmicos: el intelectual, el morontial, el espiritual y el personal - la conciencia de la mente, del alma y del espíritu, y su unificación en la personalidad». LU 5:3.8
En este punto maravilloso huelgan las palabras, y llegamos a la adoración, a cómo y por qué adoramos, y cómo es llevada a buen fin por el Ajustador en cuatro niveles cósmicos: el intelectual, el moroncial, el espiritual y el personal, todos unificados por el personal, la personalidad. Una y otra vez, a cada paso, en cada nivel que nos encontremos, siempre será la personalidad la que unifique todo y la que nos reunirá, con Miguel primero y de ahí a la eternidad, pasando por todo el resto del superuniverso de Orvonton, y recibiendo nuestros pasaportes de los Ancianos de los Días para partir a la eternidad. Y aquí en la pág. 998 hay un punto que se relaciona con la oración, y dice: A medida que el concepto del otro yo de la oración se torna supremo y divino, del mismo modo los ideales del hombre son elevados de lo meramente humano hacia niveles excelsos y divinos, y el resultado de toda oración de este tipo es el enaltecimiento del carácter humano y la PROFUNDA UNIFICACION DE LA PERSONALIDAD HUMANA. La profunda unificación. Maravilloso entonces saber que mediante la oración también estamos unificando profundamente nuestra personalidad. Oremos entonces cada vez con más pasión, sinceridad, altruismo y fe, porque esto también redunda en el crecimiento de nuestras almas y nuestros valores, y nuestra personalidad avanza decididamente hacia su unificación.
«Cada vez que examinéis los fenómenos universales, aseguraos de que tomáis en consideración la interrelación de las energías físicas, intelectuales y espirituales, y de que tenéis debidamente en cuenta los fenómenos inesperados que aparecen a causa de su unificación por medio de la personalidad, y los fenómenos imprevisibles producidos por las acciones y reacciones de la Deidad experiencial y de los Absolutos». LU 12:6.4
Sencillamente fantástico, nos dejan muy en claro la importancia de la contemplación de los fenómenos del universo, y además lo relacionadas que se encuentran las energías físicas, intelectuales y espirituales. De nuevo nos hacen entender que nada está sin control, y nos hacen tener en cuenta los fenómenos inesperados correspondientes a su unificación por la personalidad y los fenómenos imprevisibles resultantes, por tal acción, de las reacciones y acciones de la Deidad experiencial, el Supremo, y los Absolutos. El Supremo sin duda reacciona a cada una de nuestras acciones, buenas o malas, a cada una de nuestras decisiones, buenas o malas, ya que Él es la Deidad experiencial, y experimenta en cada uno de nosotros, además de millones de otros fenómenos que no se nos revelan en este estado actual en que estamos. Pero sin duda Él experimentará una gratificante sensación de logro por cada personalidad que se unifica, muy insignificante si ese logro es solitario, pero como pertenecemos a un todo, de esa forma aportamos nuestro granito de arena a la consumación de su logro final: Respecto a las reacciones de los Absolutos, ni siquiera tengo la más remota idea de lo que pueda suceder, más allá de suponer que también hacemos un gran aporte al unificar nuestra personalidad, sobre todo si coincidimos en el hecho de que es parte del mandato de nuestro Padre Universal que así sea.
«El hombre no se une con el Supremo y sumerge su identidad personal, pero las repercusiones universales de la experiencia de todos los hombres forman una parte de la experimentación divina del Supremo. «El acto es nuestro, pero sus consecuencias pertenecen a Dios»». LU 117:5.5
Este punto aclara definitivamente nuestra relación con el Ser Supremo.
«Los hombres no encuentran al Supremo de una manera espectacular y repentina como un terremoto que abre abismos entre las rocas, sino que lo encuentran lenta y pacientemente como un río que desgasta suavemente el lecho subyacente. Cuando encontréis al Padre, habréis encontrado la gran causa de vuestra ascensión espiritual por los universos; cuando encontréis al Supremo, descubriréis el gran resultado de vuestra carrera de progreso hacia el Paraíso. Pero ningún mortal que conoce a Dios estará nunca solo en su viaje por el cosmos, porque sabe que el Padre camina a su lado en cada etapa del camino, mientras que el camino mismo que atraviesa es la presencia del Supremo». LU 117:6.25-27
No podría terminar este trabajo de la personalidad sin rendir un momento de gratitud al magnífico Ser Supremo, a la personalidad Suprema, nosotros literalmente vivimos en el, crecemos en el. Él es la evolución y la síntesis de la experiencia, y él será la totalidad de la experiencia. Él es el camino que estamos recorriendo.
«Con Dios Padre, la gran relación que existe es la filiación. Con Dios Supremo, la realización es el requisito previo para conseguir una posición uno tiene que hacer algo, así como ser algo». LU 115:0.1
Cada uno de nosotros tiene sus instrucciones, su mandato y sus órdenes de avanzar, entonces manos a la obra, démosle expresión a nuestros espíritus prepersonales. A ellos, los Ajustadores del Pensamiento, que nos eligieron y apostaron por nosotros, humanos con potencial de ser seres ascendentes. Ellos serán los pilotos que nos guíen y nos lleven con sabiduría por los caminos de esta vida y de las tantas que tendremos por delante. Ellos vienen del Padre, de nuestro Padre, el mismo que nos brindó la personalidad, lo que verdaderamente somos y seremos siempre, ya que la personalidad es «LA PERMANENCIA EN PRESENCIA DEL CAMBIO».
«El hombre que conoce a Dios no describe sus experiencias espirituales para convencer a los incrédulos, sino para la edificación y la satisfacción mutua de los creyentes». LU 1:6.6
Qué descripción más hermosa de los sentimientos que nos embargan a todos los que andamos tras la Voluntad del Padre.
«El Maestro mostraba una gran sabiduría y manifestaba una equidad perfecta en todas sus relaciones con sus apóstoles y con todos sus discípulos. Jesús era realmente un maestro de hombres; ejercía una gran influencia sobre sus semejantes a causa de la fuerza y el encanto combinados de su personalidad. Su vida ruda, nómada y sin hogar producía una sutil influencia dominante. Había un atractivo intelectual y un poder persuasivo espiritual en su manera de enseñar llena de autoridad, en su lógica lúcida, en la fuerza de su razonamiento, en su perspicacia sagaz, en su viveza mental, en su serenidad incomparable y en su sublime tolerancia. Era sencillo, varonil, honrado e intrépido. Junto a toda esta influencia física e intelectual que manifestaba la presencia del Maestro, también se encontraban todos los encantos espirituales del ser que se habían asociado con su personalidad - la paciencia, la ternura, la mansedumbre, la dulzura y la humildad». LU 141:3.4
Nada que agregar a las descripciones sobre el Maestro, solo lamentar que las religiones evolutivas ligadas al cristianismo en el mundo hayan descrito al Maestro como un pobre flaco, mal alimentado, sufriente y casi como un desposeído de todo atributo del mundo, y no como era en verdad, tal y como lo describen tantas veces en esta revelación, y tal como lo hacen en la cita anterior. Pero lo que a mí me llevó a traerla a este trabajo es por el atractivo maravilloso que logra los encantos espirituales del ser. Nos dicen que se han asociado a través del tiempo con su personalidad y ellos son; la paciencia, la ternura, la mansedumbre y la humildad. Por lo tanto nosotros, seres dotados de personalidad, tenemos todas las posibilidades, siguiendo el ejemplo del Maestro de lograr estos encantos, y al lograrlos, con el ejemplo que daremos, estaremos sin pensarlo siquiera iluminando humildemente quizás, el camino para tantos y tantos millones de seres que hoy deambulan por la oscuridad en nuestro mundo.
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