© 2004 Jean-Claude Romeuf
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Le Lien Urantien — Número 31 - Otoño de 2004 | Le Lien Urantien — Número 31 — Otoño 2004 | Discernimiento y libre albedrío |
Desde el punto de vista mental, el desarrollo de la conciencia cósmica no consiste tanto en descubrir y comprender las leyes de rotación de los planetas, soles y galaxias, como en sentir e intelectualizar la benevolencia del universo.
Esta clarividencia se vuelve espiritual porque implica el reconocimiento de una Causa Primera amorosa y proviene de una revelación de la divinidad que requiere la constancia de la elección personal entre el bien y el mal, la verdad y el error. Va acompañado y equilibrado por un aumento de la sensibilidad a la percepción de la belleza en la aparente fealdad de las cosas.
Es fruto de la comunión amorosa de lo divino y lo humano. Es la revelación misma del espíritu interior, la voz susurrante pero perceptible de Dios.
Demuestra la superioridad de la religión personal sobre los credos de las religiones teológicas.
Da a la personalidad una visión más amplia de la realidad y refuerza la certeza de seguridad.
Hace retroceder los límites del miedo, porque permite comprender la utilidad o mejor, la necesidad de las pruebas de la vida en un mundo experiencial. Así, adquiere fuerza y grandeza, y permite al hombre florecer con encanto.
Marca la posición exacta del individuo en el universo, revelándole su carácter irremplazable y original, como hijo único de Dios y como ciudadano cósmico.
En resumen, traza el camino hacia la verdadera libertad.
Su nombre, como el nuestro, está eternamente inscrito en el estandarte simbólico de la Hermandad de los Seres Celestiales.
Jean-Claude Romeuf
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