© 2002 Jean Royer
© 2002 Association Francophone des Lecteurs du Livre d'Urantia
Tristeza, desánimo, lamentos, quejas, jeremiadas son algunos de los males que parecen afligir nuestro tiempo. El Libro de Urantia nos habla de alegría. Como siempre, y mejor que algunas revistas, es positivo. La palabra alegría se encuentra 154 veces mientras que la palabra tristeza solo se encuentra 31 veces.
William Sadler Junior dijo que El Libro de Urantia está construido como una sinfonía; una de las variaciones (o uno de los motivos o uno de los temas) es la alegría. Este término lo encontramos en LU 1:5.4 y, como debe ser, se aplica a Dios: “Encuentra su alegría en sus hijos”. Con la misma naturalidad, la última referencia a la alegría se encuentra al final del libro y se refiere a Jesús: Jesús reveló una religión de amor y dio el ejemplo: la seguridad en el amor del Padre, con la alegría y la satisfacción que resultan del compartir. este amor al servicio de la fraternidad humana. [LU 196:3.19]
«Vuestra filiación está fundada en la fe, y debéis permanecer impasibles ante el miedo. Vuestra alegría nace de la confianza en la palabra divina, y por consiguiente, no pondréis en duda la realidad del amor y de la misericordia del Padre. La bondad misma de Dios es la que conduce a los hombres a un arrepentimiento sincero y auténtico. Vuestro secreto para dominar el yo está ligado a vuestra fe en el espíritu interno, que siempre actúa por amor. Incluso esta fe salvadora no la tenéis por vosotros mismos; es también un regalo de Dios. Si sois los hijos de esta fe viviente, ya no sois los esclavos del yo, sino más bien los dueños triunfantes de vosotros mismos, los hijos liberados de Dios»{8}. ([LU 143:2.7)
La felicidad y la alegría tienen su origen en la vida interior. No podéis experimentar una verdadera alegría completamente solos. Una vida solitaria es fatal para la felicidad. Incluso las familias y las naciones disfrutarán más de la vida si la comparten con las demás. ([LU 111:4.7)
«Ninguna persona religiosa puede esperar alcanzar la iluminación de la sabiduría inmortal si persiste en ser perezosa, indolente, débil, holgazana, desvergonzada y egoísta. Pero cualquiera que es cuidadoso, prudente, reflexivo, ferviente y serio —aunque viva todavía en la Tierra— puede alcanzar la iluminación suprema de la paz y la libertad de la sabiduría divina. Recordad que toda acción recibirá su recompensa. El mal acaba en aflicción y el pecado termina en dolor. La alegría y la felicidad son el resultado de una vida buena. Incluso el malhechor disfruta de un período de gracia antes de que llegue la completa maduración de sus malas acciones; pero la plena cosecha de la maldad llega inevitablemente. Que nadie piense con ligereza en el pecado, diciéndose en su corazón: ‘El castigo de las malas acciones no se acercará hasta mí’. Lo que hacéis os será hecho en el juicio de la sabiduría. La injusticia cometida con vuestros semejantes se volverá contra vosotros. La criatura no puede eludir el destino de sus actos». ([LU 131:3.5)
«La jovialidad y la alegría son las recompensas de las acciones bien hechas y son para la gloria del Inmortal. Nadie puede robaros la libertad de vuestra propia mente. Cuando la fe de vuestra religión ha emancipado vuestro corazón, cuando la mente está estabilizada e inmutable como una montaña, entonces la paz del alma fluye tranquilamente como las aguas de un río. Los que están seguros de la salvación, están liberados para siempre de la lujuria, la envidia, el odio y las ilusiones de las riquezas. Aunque la fe sea la energía de una vida mejor, sin embargo tenéis que conseguir con perseverancia vuestra propia salvación. Si queréis estar seguros de vuestra salvación final, aseguraos entonces de que tratáis sinceramente de ejecutar todo lo que es recto. Cultivad la seguridad del corazón, que procede del interior, y venid así a disfrutar del éxtasis de la salvación eterna». ([LU 131:3.4)
Mientras los apóstoles bautizaban a los creyentes, el Maestro hablaba con los que permanecían allí. Y cierto joven le dijo: «Maestro, mi padre ha muerto dejándonos muchos bienes a mi hermano y a mí, pero mi hermano se niega a darme lo que me pertenece. ¿Quieres pedirle a mi hermano que comparta esta herencia conmigo?» A Jesús le indignó un poco que este joven materialista trajera al debate este asunto de negocios; pero aprovechó la ocasión para impartir una enseñanza adicional. Jesús dijo: «Hombre, ¿quién me ha encargado de repartir vuestras cosas? ¿De dónde has sacado la idea de que me ocupo de los asuntos materiales de este mundo?» Entonces, volviéndose hacia todos los que estaban a su alrededor, dijo: «Tened cuidado y guardaos de la codicia; la vida de un hombre no consiste en la abundancia de los bienes que pueda poseer. La felicidad no procede del poder de la fortuna, y la alegría no proviene de las riquezas. La fortuna en sí misma no es una maldición, pero el amor a las riquezas conduce muchas veces a tal dedicación a las cosas de este mundo, que el alma se vuelve ciega ante los hermosos atractivos de las realidades espirituales del reino de Dios en la Tierra, y ante las alegrías de la vida eterna en el cielo»{27}. ([LU 165:4.1)
Es uno de los frutos del Espíritu: “porque los frutos del Espíritu son amor, gozo, paz, paciencia, bondad, bondad, fe, mansedumbre y templanza” [LU 34:6.13]
Quizás sea ante todo la alegría de existir. ¿No es curioso que haya ángeles que lleven este título de Alegría de la Existencia y cuyas principales actividades estén dirigidas a fomentar respuestas de alegría entre los diversos órdenes de huestes angélicas y humildes criaturas volitivas? ?_ [LU 28:5.16]
Es también la alegría de la fraternidad universal (LU 5.5.2)
Será, más tarde, alegría profética. (LU 48:4.7) con la alegría de descubrir la inutilidad de gran parte de la gravedad de nuestra ansiedad personal. [LU 48:4.6]
También es: la alegría estimulante de enfrentar los peligros del descubrimiento intelectual. (LU 155:5.10)
Puede ser incluso el gozo de los placeres físicos: El hombre mortal tiene derecho al gozo de los placeres físicos y a la satisfacción de los afectos humanos [LU 100:2.6]
Habría sido muy sorprendente que los reveladores que saben bien que cualquier virtud, llevada al extremo, puede convertirse en vicio (cf. LU 149:4.3) no hubieran puesto freno a la exaltación de la alegría; encontramos por tanto: primero un recordatorio de la compleja realidad del significado del universo:
El plan de supervivencia de los mortales tiene un objetivo práctico y útil; no sois los destinatarios de toda esta labor divina y de todo este esmerado entrenamiento sólo para que podáis sobrevivir y disfrutar de una felicidad sin fin y de un descanso eterno. Existe una meta de servicio trascendente oculta más allá del horizonte de la presente era del universo. Si los Dioses simplemente hubieran planeado llevaros a una larga excursión de alegría eterna, ciertamente no habrían transformado en tan gran medida todo el universo en una inmensa y compleja escuela de educación práctica, no habrían requisado una parte considerable de la creación celestial como maestros e instructores, y luego pasar eras y eras guiándoos, uno a uno, a través de esta gigantesca escuela universal de educación experiencial. Fomentar el programa de la progresión de los mortales parece ser una de las ocupaciones principales del actual universo organizado, y la mayoría de las innumerables órdenes de inteligencias creadas están ocupadas, directa o indirectamente, en hacer avanzar alguna fase de este plan progresivo de perfección. ([LU 48:8.3)
«No busquéis pues una paz falsa y una alegría pasajera, sino más bien la seguridad de la fe y las garantías de la filiación divina, que dan la serenidad, el contentamiento y la alegría suprema en el espíritu». ([LU 149:5.4)
Después de que Jesús hubiera hablado sobre el matrimonio y el divorcio, más tarde aquella misma noche sus apóstoles le hicieron muchas preguntas adicionales en privado, y sus respuestas a estas preguntas liberaron sus mentes de muchos conceptos equivocados{29}. Al final de esta conferencia, Jesús dijo: «El matrimonio es honorable y todos los hombres deberían desearlo. El hecho de que el Hijo del Hombre continúe solo su misión terrenal, no es de ninguna manera un rechazo a la deseabilidad del matrimonio. Es voluntad del Padre que yo actúe de esta manera, pero el mismo Padre ha ordenado la creación del hombre y de la mujer{30}, y es voluntad divina que los hombres y las mujeres encuentren su servicio más elevado, y la alegría consiguiente, estableciendo un hogar para recibir y criar a los hijos, en cuya creación estos padres se convierten en asociados de los Hacedores del cielo y de la Tierra. Por esta razón, el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su mujer, y los dos se volverán como uno solo»{31}. ([LU 167:5.7)
Los Servitales de Havona y los Guías de los Graduados manifiestan una devoción trascendente por su trabajo y un afecto conmovedor los unos por los otros, un afecto que, aunque es espiritual, sólo podríais comprenderlo comparándolo con el fenómeno del amor humano. Cuando los servitales son enviados a sus misiones más allá de los límites del universo central, como sucede tan a menudo, su separación de los guías presenta un patetismo divino; pero parten con alegría y no con tristeza. En los seres espirituales, la alegría satisfactoria de cumplir con un deber elevado es la emoción que eclipsa a todas las demás. La tristeza no puede existir en presencia de la conciencia de un deber divino fielmente ejecutado. Cuando el alma ascendente del hombre se encuentra ante el Juez Supremo, la decisión de importancia eterna no está determinada por los éxitos materiales ni por los logros cuantitativos; el veredicto que resuena en todas las cortes supremas proclama: «Bien hecho, buen y fiel servidor; has sido fiel en algunas cosas esenciales; serás establecido como gobernante de las realidades universales»{0}. ([LU 25:1.6)
Pero el gran problema de la vida religiosa consiste en la tarea de unificar los poderes del alma, inherentes a la personalidad, mediante el dominio del AMOR. La salud, la eficacia mental y la felicidad resultan de la unificación de los sistemas físicos, de los sistemas mentales y de los sistemas espirituales. El hombre entiende mucho de salud y de juicio, pero ha comprendido realmente muy pocas cosas sobre la felicidad. La felicidad más grande está indisolublemente enlazada con el progreso espiritual. El crecimiento espiritual produce una alegría duradera, una paz que sobrepasa toda comprensión. (LU 100:4.3)
Un día, uno de los jóvenes que trabajaban con Jesús en el remo del timón se mostró muy interesado por las palabras que este último dejaba caer de vez en cuando mientras trabajaban en el astillero. Cuando Jesús sugirió que el Padre que está en los cielos se interesaba por el bienestar de sus hijos en la Tierra, este joven griego llamado Anaxando dijo: «Si los Dioses se interesan por mí, entonces ¿por qué no quitan al capataz cruel e injusto que dirige este taller?». Se quedó sorprendido cuando Jesús replicó: «Puesto que conoces los caminos de la bondad y valoras la justicia, tal vez los Dioses han puesto a este hombre equivocado cerca de ti para que puedas guiarlo por ese camino mejor. Quizás tú eres la sal que puede hacer a este hermano más agradable para todos los demás hombres, es decir, si no has perdido tu sabor. Tal como están las cosas, este hombre es tu amo porque sus malos procedimientos te influyen desfavorablemente. ¿Por qué no afirmar tu dominio sobre el mal mediante el poder de la bondad, convirtiéndote así en el amo de todas las relaciones entre vosotros dos?. Puedo predecir que el bien que hay en ti podría vencer al mal que hay en él, si le dieras una oportunidad honrada y vivificante. En el transcurso de la existencia mortal no hay aventura más apasionante que la alegría de asociarse, en la vida material, con la energía espiritual y la verdad divina en una de sus luchas victoriosas contra el error y el mal. Es una experiencia maravillosa y transformadora la de convertirse en el canal viviente de la luz espiritual para los mortales que permanecen en las tinieblas espirituales. Si estás más favorecido por la verdad que este hombre, su necesidad debería ser un desafío para ti. ¡Seguramente no serás un cobarde, capaz de permanecer en la orilla del mar mirando cómo perece un compañero que no sabe nadar!. ¡Cuánto más valiosa es el alma de este hombre que se debate en las tinieblas, comparada con su cuerpo que se ahoga en el mar!». ([LU 130:2.4)
A medida que avanzaba la cena, la alegría de los convidados se elevó a alturas de fiesta; todos estaban pasando un rato tan espléndido que los espectadores fariseos empezaron a criticar a Jesús, en su fuero interno, por su participación en un acontecimiento tan frívolo y desenfadado. Más avanzada la noche, durante los discursos, uno de los fariseos más maliciosos llegó hasta el punto de criticar la conducta de Jesús delante de Pedro, diciendo: «Cómo te atreves a enseñar que este hombre es justo, cuando come con publicanos y pecadores, prestando así su presencia a estas escenas de abandono a los placeres». Pedro le susurró esta crítica a Jesús antes de que éste pronunciara la bendición de despedida a todos los reunidos. Cuando Jesús empezó a hablar, dijo: «Al venir aquí esta noche para acoger a Mateo y a Simón en nuestra hermandad, me complace presenciar vuestra alegría y vuestro regocijo social, pero deberíais regocijaros aún más porque muchos de vosotros entraréis en el reino del espíritu por venir, donde disfrutaréis más abundantemente de las buenas cosas del reino de los cielos. A los que estáis entre nosotros, criticándome en vuestro fuero interno porque he venido aquí para divertirme con estos amigos, permitidme decir que he venido para proclamar la alegría a los oprimidos de la sociedad y la libertad espiritual a los cautivos morales. ¿Necesito recordaros que los que están sanos no necesitan al médico, sino más bien los que están enfermos? He venido, no para llamar a los justos, sino a los pecadores»{5}. ([LU 138:3.6)
Recordad que estáis encargados de predicar este evangelio del reino —el deseo supremo de hacer la voluntad del Padre, unido a la alegría suprema de comprender, por la fe, que sois hijos de Dios— y no debéis permitir que nada desvíe vuestra consagración a este único deber. Que toda la humanidad se beneficie del desbordamiento de vuestro afectuoso ministerio espiritual, de vuestra comunión intelectual iluminadora, y de vuestro servicio social edificante; pero no se debe permitir que ninguna de estas labores humanitarias, ni todas a la vez, reemplacen la proclamación del evangelio. Estos grandes servicios son los productos sociales secundarios de los ministerios y transformaciones aun más grandes y sublimes, forjados en el corazón del creyente en el reino por el Espíritu viviente de la Verdad y por la comprensión personal de que la fe de un hombre nacido del espíritu confiere la seguridad de una comunión viviente con el Dios eterno. ([LU 178:1.11)
En cuanto a nosotros, nunca debemos olvidar este mandato de Jesús a la mujer anónima: sigue tu camino en la alegría y la libertad del reino.
Jean-Royer