© 2005 Jeff Wattles
© 2005 Asociación Urantia de España
Al reconocer El Libro de Urantia como un regalo maravilloso, lo natural es que queramos darlo a conocer a los demás. El Libro trae buenas noticias (el evangelio, la paternidad de Dios y la hermandad de los hombres) de una forma que resulta ideal desde muchos puntos de vista. Estamos llamados a proclamar el evangelio a todo el mundo, pero ¿debemos hacer lo mismo con El Libro de Urantia? Algunos hablan de promoción intensiva del Libro, mientras otros se adhieren a la tradición de un acercamiento tranquilo y gradual. ¿Podemos encontrar alguna orientación en el Libro?
Hay tres formas posibles de utilizar el libro ante cuestiones controvertidas:
Las principales palabras de sabiduría en este tema han sido dada por Jesús: cuando entras en el reino, has vuelto a nacer. No puedes enseñar las cosas profundas del espíritu a aquellos que sólo han nacido de la carne; primero mira que los hombres han nacido del espíritu antes de buscar instruirles en los avanzados caminos del espíritu. No te empeñes en mostrar a los hombres las bellezas del templo hasta que no les hayas llevado al templo (p.1592:6). Sin embargo, incluso esta sabiduría no instruye completamente a aquellos que comparten hoy el Libro, y necesitamos estudio adicional para ganar el equilibrio que percibimos en la vida del Maestro.
Compartir la verdad como algo normal en las relaciones personales (LU 1:7.6) es también una verdad sagrada. Los Mensajeros Solitarios consideran la tarea de revelar la verdad como «la responsabilidad más elevada de su orden» (LU 23:2.22). Y, como sabemos por experiencia, no importa cuánto trabajemos en «naturales, normales, difíciles y penosos» métodos, compartir la verdad es un placer (LU 136:8.7). Para aquellos que aspiran a «caminar en la clara luz de la verdad viviente» y que seguirían los consejos sobre la oración antes que «rendirse a todo deseo de la mente y todo apetito del alma» en busca del consejo divino, deberíamos ser industriosos, y esto incluye hacer un minucioso estudio del Libro por la orientación que nos ofrece (LU 140:3.18, LU 91:9.4).
Este ensayo incluye muchas referencias para el estudio y el debate. Hace unos años un grupo de estudio estuvo considerando la primera versión de este ensayo. Inicialmente discreparon sobre sus conclusiones, pero semanas de estudio y debate les convencieron de lo contrario. Puesto que la generación actual de lectores parece en general precipitarse en compartir el Libro y demorarse en compartir enseñanzas seleccionadas (y puesto que éste es un ensayo sobre compartir el Libro), este ensayo hace mucho hincapié en el tema del crecimiento gradual y evolutivo. Rezo porque lectores con diferentes puntos de vista puedan mantener la unidad espiritual aunque consideren que este tema es en ocasiones conflictivo. Este ensayo no habrá servido para nada, sin embargo, si aquellos que aprecian la sabiduría del Libro lo usan como razón fundamental para el miedo, el elitismo, la inacción y el error al adaptar las lecciones de los primeros tiempos para cambiar las circunstancias actuales.
Obviamente, El Libro de Urantia no da detalles precisos sobre políticas para ninguna generación de lectores. Esto traicionaría las tensiones creativas introducidas deliberadamente en el mismo Libro para fingir resumirlo todo demasiado fácilmente. Puesto que la orientación del Libro al respecto es muy indirecta, puesto que la situación histórica continúa su curso, y puesto que los individuos se encuentran ellos mismos bajo circunstancias excepcionales, no sería razonable elaborar una política dogmática e inflexible. Insisto en que las interpretaciones y conclusiones ofrecidas aquí son sólo mías y no representan en ningún caso a ninguna posición oficial.
Aquí están los principios del manejo de la revelación de época que se destilan de las cuatro partes del Libro. No necesitamos confiar únicamente en el consejo dado por nuestros amigos invisibles sobre la difusión tranquila y gradual del Libro, o sobre hasta qué punto ese consejo se ha convertido en obsoleto.
La razón para entrenar a maestros y líderes, formar miles de grupos de estudio y preparar traducciones es estar preparados para una de estas dos cosas suceda:
Dar publicidad del Libro de forma imprudente estimula los conflictos prematuros y viola el plan de aquellos que nos han dado este precioso regalo.
La perspectiva de la parte I transciende la secuencia específica de las épocas planetarias. Anuncia un proceso que está en marcha, que empezó hace mucho tiempo y cuya finalización necesitará innumerables generaciones en el futuro.
La revelación de la verdad sobre Dios está surgiendo, la raza humana está destinada a conocer al Padre Universal en toda esa belleza de carácter y de atributos tan magníficamente reflejados por el Hijo Creador que residió en Urantia como el Hijo del Hombre y el Hijo de Dios (LU 4:5.7).
Entre los muchos principios de verdad compatida expresados en la parte I, destacamos que los encargados de revelar la verdad del universo están realmente calificados para su trabajo. No dan una revelación excesiva, sino que dan preferencia a los «conceptos humanos más elevados existentes» en sus esfuerzos para llegar a la mente humana. (LU 30:0.2, LU 13:1.1, LU 18:0.1, LU 0:12.10, LU 0:12.12, LU 121:8.12).
La parte II comienza estableciendo el patrón normal de evolución en el que un planeta recibe una serie de revelaciones de época (LU 50:5.2 y doc.52). En «La edad postautootorgadora en Urantia» (LU 52:6.5), el capítulo más relevante y directamente relacionado con nuestro tema, el autor evita cualquier referencia concreta a los documentos mismos. En su lugar, tras destacar la importancia de la religión revelada, el autor simplemente dice que Jesús nos ha mostrado el camino, y continúa apelando a diversas «transformaciones personales y ajustes planetarios»: fraternidad social, fertilización intelectual cruzada, despertar ético, sabiduría política y discernimiento espiritual.
La parte III nos ayuda a distinguir los métodos sabios y evolutivos de los métodos revolucionarios narrando historias de éxitos y fracasos de las tres primeras revelaciones de época. A veces los autores hacen afirmaciones generales que son directamente aplicables hoy en día, aunque presentan con mayor frecuencia narraciones instructivas que debemos adaptar juiciosamente a los problemas actuales. ¿Por qué nos dan tanto detalle sobre revelaciones de época anteriores?
Si el propósito fuera únicamente explicar por qué el planeta se encuentra en su condición actual, no se necesitarían tantos detalles. Parece más bien que nos den la oportunidad de ganar en sabiduría comprendiendo los éxitos y fracasos del pasado, descritos en términos que invitan a la aplicación juiciosa por parte de los lectores del Libro. Excepto por declaraciones ocasionales y universales, tales como el aviso contra los atajos (LU 75:8.5), la mayoría de comentarios sobre el manejo de la revelación de época se limitan a la revelación particular en cuestión y sólo pueden ser extendidos con discernimiento para un debate sobre las bases para compartir El Libro de Urantia.
La primera revelación de época fue administrada para cubrir todo el rango de necesidades humanas: espirituales, intelectuales y materiales. El séquito del Príncipe Planetario llevó a cabo una fase preliminar en la que reunió a sus asociados, organizó su sede y estableció los diez consejos de servicio (LU 50:4.3, LU 66:6.4). Disfrutaron durante 300.000 años de éxito al seguir la clásica política de revelación evolutiva: nadie del séquito del Príncipe presentó la revelación para complicar la evolución, sino como el punto más alto del agotamiento de las fuerzas de la evolución (LU 66:5.14, cf. LU 91:9.3). «A veces el error es tan grande que rectificarlo mediante la revelación podría ser fatal para esas verdades que surgen lentamente y que son esenciales para reemplazar experiencialmente el error» (LU 48:6.31). Aunque la palabra del séquito del Príncipe se difundió lentamente, ocurrieron cambios muy significativos bajo su influencia (LU 66:4.1). Aunque el colegio de la religión revelada fue lento en funcionamiento y estaba integrado completamente en el programa de todo el séquito (LU 66:5.13-16, LU 66:5.26), fueron proclamando un evangelio audaz de iniciativa personal para desafiar a las tribus apegadas a la tradición de aquellos días (LU 66:6.2, LU 68:4.4).
Hay una forma exitosa de presentar la verdad espiritual dentro del contexto de una revelación espiritual y cultural, y el colegio de la religión revelada de Hap es un ejemplo típico. Su enseñanza estuvo completamente integrada en el programa de todo el séquito (LU 66:3.3, LU 66:5.14-17, LU 66:5.26). En otras palabras, el colegio de la religión revelada no salió a proclamar su mensaje por delante del resto. No se estaba preparado para conocer a Hap y sus asociados hasta que no se estuviera preparado para conocer el resto de consejos del séquito del Príncipe. La analogía de hoy día (hasta el punto que uno quiere modelar la política de la primera revelación de época) es ésta: uno no va proclamando por ahí, por ejemplo, la cuarta parte, sin considerar las otras partes del Libro.
Al describir políticas graduales en LU 66:6.4, el autor destaca (con la ayuda de un ejemplo del siglo veinte) la «confusión y consternación cada vez que los seres superiores iluminados emprenden la elevación de las razas atrasadas en forma de excesiva erudición e iluminación». Uno de sus métodos principales para avanzar en sus objetivos «lenta y naturalmente» era éste: «El personal corpóreo del Príncipe, incesantemente reunía a los elementos superiores de las tribus circundantes y, tras haber adiestrado e inspirado a estos estudiantes, los enviaba de regreso en calidad de maestros y dirigentes de sus pueblos respectivos.» (LU 66:3.8). Su revelación de época fracasó cuando algunos de ellos dejaron que el orgullo y la falsa libertad acabaran con el plan que se les había dado.
La segunda revelación de época fue también un ministerio para cubrir todo el rango de necesidades planetarias. Una donación adánica normalmente consta de dos fases, desde el contacto restringido con la población del planeta hasta la interacción total (LU 51:5.2). Sin embargo, aunque habían informado a nuestros Adán y Eva sobre «la locura de intentar lograr el avance planetario independientemente del designio divino de la progresión» (LU 74:3.3), el progreso eran tan lento y su situación parecía tan desesperada, que se impacientaron por ver resultados inmediatos, con lo que cayeron víctimas de «la propaganda insidiosa de la libertad personal y la libertad de acción planetaria» (LU 75:1.6, LU 75:8.4). La lección es universal y da que pensar, pertenece al crecimiento personal tanto como a la dirección de la revelación de época.
Jamás, en todo nuestro camino hacia el Paraíso, ganaremos nada intentando burlar impacientemente el plan divino establecido con atajos, inventos personales u otros recursos para mejorar el camino de perfección, hacia la perfección y para la perfección eterna (LU 75:8.5). Una de las lecciones más importantes de esa falta fue que las sofisterías luciferianas de la libertad personal y la libertad de acción planetaria pueden contagiar incluso a aquellos que creen en el Padre Universal y están trabajando para elevar el destino del planeta.
La tercera revelación de época fue de un nuevo tipo: una misión exclusivamente espiritual. Como Jesús, Melquisedek se dedicó estrictamente al desempeño de la misión de su donación. No intentó reformar ni cambiar las costumbres, ni siquiera promulgar prácticas sanitarias o verdades científicas. Vino para lograr dos objetivos: mantener viva en la tierra la verdad de un solo Dios, y preparar el camino para la siguiente donación mortal de un Hijo Paradisiaco de ese Padre Universal (LU 93:4.15).
Quiero destacar que la comparación de Melquisedek con Jesús establece un tipo de revelación que está en contraste con el tipo anterior. La misión de Melquisedek, sin embargo, también recorrió una serie de fases, y no se aceleró hasta después de ganarse a Abraham.
La parte IV habla sobre otra revelación de época exclusivamente espiritual, la vida y las enseñanzas de Jesús. La estrategia y la táctica de Jesús no fueron ni impulsivas ni compulsivas, sino que su espontaneidad se cimentaba en decisiones hechas a la luz de la reflexión minuciosa. Cuando era un adolescente, Jesús pensaba exhaustivamente sobre el bosque de problemas asociados con su misión (LU 126:3.1). Más tarde, tras consagrarse por completo a ella y comenzar su carrera pública, necesitó cuarenta días en el desierto para formular las grandes decisiones que conformarían su estrategia de dirección de la revelación de época. Empezó a meditar sobre «toda la historia de la vida humana en Urantia, desde los días de Andón y Fonta, pasando por la falta de Adán, hasta el ministerio de Melquisedek de Salem.» (LU 136:4.5). El tema principal de estas decisiones fue su resolución cuidadosamente articulada de no usar los poderes revelatorios que tenía a su disposición; además, evitaría rigurosamente comprometerse con el miedo y subordinaría sus inclinaciones en el resto de asuntos a la voluntad del Padre (LU 136:5.1). Jesús «siempre estuvo dividido, en su corazón humano» entre su fuerte deseo de ganar al mundo y el camino del Padre (LU 136:4.7-8). Rechazando la falsa generosidad y el fácil estremecimiento de fascinar a la gente con una sobredosis de revelación, Jesús eligió métodos «naturales, normales, difíciles y penosos» (LU 136:8.6). Una vez provisto de esas decisiones magníficamente claras sobre su estrategia, se marchó con gran entusiasmo como el gran maestro que fue: centrado, responsable, positivo, libre, lleno de vida y confiado. En estos primeros años de la quinta revelación de época, es bueno para los estudiantes comportarse de la misma forma: tomarse el tiempo necesario para solucionar los problemas pacientemente, mediante una revisión detallada de la historia planetaria y el diseño de una estrategia cuidadosa.
La carrera pública de Jesús se desarrolló en fases no forzadas, con diferentes razones para las actividades y las correspondientes restricciones apropiadas en cada paso. En la primera fase, Jesús hizo todos los esfuerzos para salvar la religión preexistente, de forma calmada y gradual, para seguir con el trabajo de Juan el Bautista (LU 144:7.1), previa a una fase más intensiva de trabajo público, orientado inicialmente, aunque no exclusivamente, a los judíos, con esfuerzos persistentes para ganarse a los líderes religiosos. Hasta la última fase de su carrera terrenal, el hecho de época de la naturaleza combinada de Jesús estuvo encubierto. Al buscar analogías instructivas entre el ministerio de Jesús y el trabajo de la quinta revelación de época, recordad que la carrera de Jesús en la tierra transcurrió durante unas pocas décadas, mientras que el Libro de Urantia está proyectado para mil años (LU 30:0.2).
Como consecuencia de la naturaleza específica de este proyecto, y de acuerdo con las instrucciones de Emmanuel (LU 120:3.4), Jesús excluyó ciertos temas de su predicación pública.
Advirtió a sus apóstoles para que fueran discretos en sus observaciones relacionadas con las tensas relaciones existentes entonces entre los judíos y el gobierno romano; les prohibió que bajo ningún concepto se involucraran en esos asuntos. También tuvo cuidado de evitar caer en las trampas de sus enemigos, respondiendo siempre: «Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios». Rehusó desviarse de su misión de establecer un nuevo camino de salvación; no se permitió dedicarse a nada más. En su vida personal fue un observador escrupuloso de todas las leyes y regulaciones civiles; en todas sus enseñanzas públicas ignoró el ámbito civil, social y económico. Les dijo a los tres apóstoles que él se preocupaba de los principios interiores del hombre y de la vida espiritual personal (LU 140:8.9).
Jesús, como hemos destacado anteriormente, impuso también un segundo tipo de restricción en sus mensajes evangelizadores, basados en su conocimiento de las leyes psicológicas del crecimiento espiritual: no deberíamos dar enseñanzas avanzadas a aquellos que no han nacido todavía del espíritu (LU 141:6.4).
Podemos inferir de la estrategia de Jesús el principio de actuar de esta forma y de evitar o demorar un enfrentamiento de época hasta que sea inevitable e inminente. Recordemos como el joven Jesús manejó la impresión de presenciar la escena del templo de Jerusalén la primera vez. Se retiró repetidas veces a meditar; llamaba la atención a los maestros religiosos con preguntas que impartían enseñanzas, pero manteniéndose libre de cualquier intento de conseguir victorias (p.1377ss). Destaquemos que, una vez comenzó la carrera pública de Jesús, incluso la oposición en Jerusalén (LU 142:8.1) y el rechazo en Nazaret (LU 150:8.9) no justificaron el cambio de táctica del sermón memorable de Jesús (LU 153:1.7). Únicamente la oposición organizada de los líderes religiosos le llevaron a declarar la guerra abierta (LU 153:1.3). Una vez más, retrasar el enfrentamiento de época no significa evitar toda controversia. Más bien el maestro sabio proclama esa verdad que tiene una mayor influencia para el crecimiento de la gente en ese momento.
Los dos últimos documentos que cierran la parte IV hacen una revisión de la historia desde Pentecostés y nos dan una conclusión vigorizante y equilibrada de la parte IV y del Libro como un todo. También dice varias cosas sobre las que trataremos ahora, que aluden directamente a nuestra cuestión.
La religión revelada es excelente así como auténtica. Muestras esa excelencia por tu disposición a estudiar el Libro en esta cuestión tan importante.
La actitud es el fundamento del método. ¿Es una actitud paciente un extremo a lo largo de un espectro de actitudes razonables, o podría la paciencia misma ser posiblemente el medio de oro? Un pasaje de la parte II que describe a los Estimuladores de la Moralidad presenta la paciencia como el medio para evitar caer en el estancamiento y en el crecimiento excesivamente rápido. La impaciencia es «un veneno del espíritu» (LU 48:7.20). La verdadera paciencia no es pasividad; es una actitud activa y llena de entusiasmo por los ritmos cósmicos en los que participamos mientras realizamos nuestro destino con visión de futuro (LU 118:1.6). La paciencia es compatible con una acción decidida y adecuadamente dirigida.
Podemos ser entusiastas acerca de nuestros fines y seguir la sabiduría sobre los métodos. Los documentos contiene muchas llamadas claras que alertan al lector sobre los fines. Por ejemplo, al final del documento 94, «Las enseñanzas de Melquisedek en el Oriente», el autor habla sobre el budismo del siglo veinte, y se pregunta cómo responderá a la «presentación de los nuevos conceptos de Dios y el Absoluto» (posiblemente por aquellos que mantienen las enseñanzas tan bien como por el libro mismo).
Toda Urantia está esperando la proclamación del ennoblecedor mensaje de Miguel, libre de doctrinas y dogmas acumulados durante diecinueve siglos de conacto con las religiones de origen evolutivo. Está llegando la hora de presentar al budismo, al cristinaismo, al hinduismo, a gente de todas las religiones, no el evangelio sobre Jesús, sino la realidad viviente y espiritual del evangelio de Jesús. (LU 94:12.7).
Hay otra llamada clara señalando las urgentes necesidades de verdad de todo el planeta. Los registros de la tradición religiosa «no son confiables como guías para la vida religiosa ni como fuentes de verdadera información acerca del Padre Universal» (LU 4:5.1). Además, «la revelación es la única técnica para restaurar esta deficiencia en los datos conceptuales que el hombre tan urgentemente necesita para poder construir una filosofía lógica del universo y llegar a una comprensión satisfactoria de su lugar seguro y establecido en ese universo.» (LU 103:6.13). Vivimos en tiempos turbulentos, y «estas épocas de grandes pruebas y de derrotas amenazantes siempre son períodos de gran revelación» (LU 195:9.4).
Si nos tomamos estas afirmaciones sobre fines fuera de contexto, sin considerar el Libro como un todo, se podrían justificar políticas revolucionarias para compartir El Libro de Urantia. O podrían hacernos creer que están en conflicto con otras afirmaciones del Libro que hablan sobre sabiduría y progreso evolutivo. Pero mientras distingamos el entusiasmo sobre los fines de la sabiduría sobre los métodos, podemos inspirarnos en estas afirmaciones sin sentirnos confusos. Nuestro interés sobre los métodos debería canalizar nuestro entusiasmo, no bloquearlo.
El principio más claro y sencillo, citado anteriormente, es éste de Jesús.
«Cuando entráis en el reino, nacéis de nuevo. No podéis enseñar las cosas profundas del espíritu a los que sólo han nacido de la carne; primero cuidad de que los hombres nazcan de espíritu, antes de intentar instruirlos en los caminos avanzados del espíritu. No empecéis a mostrar a los hombres las bellezas del templo hasta que hayan entrado primero dentro del templo» (LU 141:6.4-5).
Jesús presentó este requisito sin matización, no como un noble ideal al que aproximarse gradualmente, ni como un alto estándar para los apóstoles que les distinguiera de los discípulos. ¿Cómo se promulgarán entonces las verdades avanzadas? Jesús quiso que sus mensajeros aprendieran a vivir la verdad, de modo que aquella gente buscara después enseñanzas adicionales (LU 155:1.6, LU 141:6.2; cf LU 44:7.3; LU 195:10.1). Hoy tendemos a considerar que ese ideal es poco realista. ¿O somos nosotros los poco realistas? Hay tal sabiduría en las leyes del crecimiento y en las formas de enseñar implícitas en esta enseñanza que vale la pena investigar en ello. Melquisedek siguió la misma estrategia, presentando enseñanzas avanzadas sólo a aquellos que pudieran manejarlas (p.1916-7). El Libro de Urantia presenta las bellezas del templo. Así que deberíamos presentar el Libro sólo a aquellos que sabemos que han nacido del espíritu.
A pesar de su importancia, ni siquiera hoy esta enseñanza es una guía absoluta para nosotros. Si la aplicáramos descuidadamente, dejaríamos de hablar del Libro en páginas web o de colocarlo en librerías y bibliotecas (aunque presumiblemente el propósito de hacer el Libro disponible públicamente no es llamar la atención de los que simplemente pasaban por allí, sino de los que están receptivos a encontrarlo). Sin embargo, el principio de Jesús nos guía estupendamente en nuestra búsqueda de sabiduría mientras diseñamos proyectos y estrategias.
Está claro que la revelación va a llegar en cierto modo a través de la vida que vivimos. «El mundo necesita ver a Jesús viviendo de nuevo en la tierra en la experiencia de los mortales nacidos del espíritu que revelan el Maestro eficazmente a todos los hombres.» (LU 195:10.1). Por supuesto, el mismo Libro está ahí para desempeñar un papel importante. «La gran esperanza de Urantia reside en la posibilidad de una nueva revelación de Jesús, con una presentación nueva y ampliada de su mensaje salvador, que uniría espiritualmente en un servicio amoroso a las numerosas familias de sus seguidores declarados de hoy día.» (LU 195:10.16). « ¡Qué servicio trascendente prestaría la presente revelación si, a través de ella, el Hijo del Hombre fuera rescatado de la tumba de la teología tradicional, y fuera presentado como el Jesús vivo a la iglesia que lleva su nombre y a todas las demás religiones!» (LU 196:1.2). Es mucho más fácil darle a alguien un libro que impartir el evangelio, y una hazaña mayor aún amar a alguien de forma que incorpore el evangelio y el Libro a su debido tiempo.
Si la única herramienta que tienes es un martillo, lo tratarás todo como si fuera un clavo. Si hacemos que El Libro de Urantia esté obligatoriamente en nuestro ministerio, caeremos en este gran error. Destruiría la sagacidad y el buen gusto a sentirnos honrados el revelar nuestra fuente cada vez que mencionamos una verdad que hemos encontrado allí. Con esto no quiero negar que el Libro puede conseguir resultados que los esfuerzos humanos no pueden lograr. La práctica de presentar enseñanzas reveladas sin mencionar el hecho de la revelación de época se llama a veces «contrabando», connotando algo tortuoso. Sin embargo las dos primeras revelaciones de época hicieron eso precisamente. Melquisedek no anunció inicialmente el hecho epocal (que era superhumano) y se marchó cuando empezó a ser considerado con respeto supersticioso. No sobrecargó sus enseñanzas, sino que presentó lo que el oyente era capaz de recibir y asimilar (LU 93:3.4-6) (destaquemos las altas notas dadas a Akenatón y Moisés por ajustar juiciosamente las altas enseñanzas al nivel de receptividad de sus oyentes) (LU 95:5.6, LU 96:4.2). Cuando el hecho de época fue anunciado prematuramente por Ana y Simón (LU 122:9.2), el niño Jesús fue perseguido criminalmente (LU 122:9.11). Consideremos cómo manejó Jesús su revelación de época durante la mayor parte de su carrera. Preparó las enseñanzas en Roma mediante un mensaje que sólo les llegaría más tarde. A menudo enseñó sin divulgar el paquete completo, demoró grandemente el anuncio de su filiación divina, e insistió en que el evangelio no fuera eclipsado por el hecho de época (LU 149:2.4, LU 193:0.4). ¿Por qué Melquisedek y Jesús aplazaron mencionar el hecho de época? Sabían que la atención se enfocaría menos en el mensaje principal que en la fuente extraordinaria y fascinante. Cuando la secuencia adecuada de la verdad del evangelio y las enseñanzas avanzadas se invirtió, la religión de Jesús se convirtió en una religión sobre Jesús (LU 195:10.15). Podría suceder de nuevo con este libro, aun de forma inconsciente y con buenas intenciones.
En la mayoría de las situaciones es sabio diseminar las enseñanzas de El Libro de Urantia sin mencionar el Libro mismo. Como experto que escribe publicaciones, cito El Libro de Urantia en notas al pie tal y como requieren la integridad y la ética profesional. Recuerdo, sin embargo, que años después de publicar un artículo en el que aludía a una gran deuda con El Libro de Urantia, un compañero que lo leyó me preguntó sobre mi interés por el Libro. En su mente, mi conexión con el Libro eclipsaba lo que tenía que decir. Por lo tanto, intento a menudo escribir con la suficiente originalidad y compromiso en los debates en curso como para no necesitar citar el Libro como la fuente principal. Este asunto apela al buen juicio, y continúo buscándolo en casos particulares.
Algunas personas ponen objeciones a presentar las enseñanzas de El Libro de Urantia sin presentar el libro mismo porque parece secretismo, y mucha gente se siente incómoda sobre eso. En cada parte del Libro, sin embargo, los autores hablan con respeto de ciertos tipos de secretos. Al evaluar la ética de omitir o retrasar cierta información dada podríamos considerar los siguientes puntos.
Hay secretos por varias razones (LU 13:1.1, LU 18:0.10). La información podría ser incomprensible (en ese momento o siempre) (LU 6:7.1, LU 13:1.4, LU 13:1.6, LU 19:5.2). Podría haber violación de la intimidad personal (LU 18:1.5, LU 18:1.6) o por reverencia (LU 53:3.2). La información puede ser irrelevante para el trabajo de uno (LU 13:1.5, LU 13:2.1, LU 13:3.3, LU 31:8.3), dañina (puede confundir y poner dificultades a la persona) (LU 13:1.6, LU 13:2.6, LU 13:3.3) o ahogar la imaginación (LU 30:0.2).
A medida que Jesús crecía, iba desvelando menos información acerca de sí mismo (LU 126:3.14-15). Disociaba las fases de su carrera (LU 129:3.3-6). Evitaba hablar de la voz escuchada en su bautismo (p.1545;4). Se abstuvo de predicar públicamente durante la fase más temprana de trabajo del reino (LU 138:1.1). Prohibió censurar al César o sus servidores y dijo a los apóstoles que no se metieran en líos políticos, sociales y económicos (LU 138:5.4, LU 140:8.6). Intentó mantener su poder curativo en calma. Presentó sus enseñanzas en parábolas, en parte como medida defensiva para confundir a los oyentes superficiales (LU 157:6.5). Impartió una enseñanza especial a aquellos (por ejemplo, Natanael) que estaban preparados para ella y que prometían no compartir con los demás (LU 159:4.2). Restringió algunos encuentros para consejo y planificación a aquellos que eran discípulos probados y demostrados (LU 154:1.1). Destacamos también su respuesta selectiva a las preguntas en su juicio (LU 184:1.5, LU 184:3.6, LU 184:3.12; LU 184:4.1, LU 184:5.11, LU 185:2.13, LU 185:4.3, LU 185:7.2). También el contraste entre la discrección del Maestro y la evasiva de la negación de Pedro. Jesús recomendó que nuestras oraciones fueran en secreto (LU 146:2.13). Se nos avisó de que no malgastáramos nuestro tiempo intentando aclarar los misterios de su encarnación (LU 119:7.6) y excarnación (LU 189:1.5-10).
¿Cuál será nuestra conclusión? Como mínimo, no necesitamos estar angustiados por la culpa si, en más de una situación, no desvelamos nuestro apoyo en El Libro de Urantia, sino que nos ocupamos de las necesidades inmediatas de los demás.
Podríamos clasificar a las revelaciones de época según los tipos de proyecto que promueven o evitan promover. El primer tipo de revelación de época es una revelación espiritual y cultural. Tal revelación incluye enseñanza espiritual y también se dirige a asuntos sociales, económicos y políticos. El séquito del Príncipe Planetario tenía un colegio de religión revelada con un evangelio que proclamar; también enseñaban cómo regar los campos, atrapar a las bestias salvajes, seleccionar cónyuges, mejorar los gobiernos tribales, etc. Adán y Eva enseñaron las bases de la religión y la adoración dirigida, y también establecieron un sistema escolar, trabajaron para la elevación racial y promovieron el progreso cultural.
El segundo tipo de revelación de época, ejemplificado por Melquisedek y Jesús, es una revelación específicamente espiritual. El segundo tipo no se involucra en proyectos de elevación cultural.
Por así decirlo, cada tipo de revelación tiene su propia velocidad de propagación. Un camión Mack no es un Ferrari. El lema de la revelación espiritual es, expresamente, «Proclama este evangelio enérgicamente a todo el mundo». Más gente es receptiva al evangelio sencillo que a la revelación espiritual y cultural, y responder a un mensaje de evangelio acarrea pocos cambios en el receptor (LU 81:6.40). El lema de la revelación espiritual y cultural es «crecimiento gradual y sólido». El fracaso en seguir los consejos de las instrucciones y la ceguera a los patrones y principios no funciona. No puedes conducir un camión Mack como un Ferrari, al menos no durante mucho tiempo. Si tomas una curva demasiado rápido, el camión vuelca. Cuando la revelación exclusivamente espiritual se involucra en reformas sociales y culturales se produce el desastre. Después de que los líderes de las primeras revelaciones de época aceleraran su ritmo, la empresa se interrumpió durante 50 años. (LU 67:4.7). Tras la falta de Adán y Eva, el plan A fracasó y tuvieron que improvisar el plan B (LU 75:5.3). Las revelaciones exclusivamente espirituales han tenido problemas similares. El evangelio de Salem progresaba bien en Mesopotamia hasta que el líder decidió atacar una práctica asociada con el culto local (LU 95:1.6-9). La cristiandad se vio afectada por la mezcla de la religión con otros asuntos (LU 195:0.3, LU 195:10.20, LU 99:2.1-2). Las carreras pasadas de revelación de época que violaron sus instrucciones podrían haber predicho a duras penas las consecuencias. Si alguien les hubiera avisado adecuadamente de lo que se escondía tras sus propuestas, él o ella habrían sido expulsados como instigadores del miedo. Una lección de la falta adánica es que las sofisterías de la libertad personal de Lucifer y la libertad de acción planetaria pueden infectar incluso a aquellos que creen en el Padre Universal y trabajan para conseguir un destino planetario elevado. Únicamente una percepción retrospectiva les informaría de lo que han hecho.
¿Cómo encaja El Libro de Urantia en la clasificación precedente de tipos de revelación de época? ¿Es una revelación espiritual y cultural o una revelación exclusivamente espiritual? Algunos lectores se confunden pues el Libro describe ambos tipos. Sin embargo, el hecho de que El Libro de Urantia incluya instrucciones para toda clase de proyectos lo coloca en la primera categoría. Presenta enseñanzas sobre prioridades espirituales y religiosas y también sobre ciencia, eugenesia, gobierno mundial y otros asuntos sociales, económicos y políticos (y es importante mantener estos proyectos separadamente, no sea que los grupos religiosos se conviertan en partidos políticos (LU 99:0.1, LU 195:10.13)). El hecho de que El Libro de Urantia sea una revelación espiritual y cultural implica que el Libro no está considerado como una herramienta de evangelización; más bien que el movimiento de estudiantes de El Libro de Urantia debería seguir un ritmo de crecimiento sólido y seguro. En el río de la verdad, el evangelio es el rompehielos; El Libro de Urantia es el barco mercante que le sigue.
Las revelaciones de época están orientadas a grupos con una receptividad media elevada para alcanzar en realidad a los individuos receptivos. Las dos primeras revelaciones de época buscaron individuos superiores (LU 50:4.1, LU 51:5.2, LU 66:4.1), y factores análogos operaron en la tercera y cuarta revelación de época (LU 93:5.2, LU 122:0.2). Jesús dio enseñanzas avanzadas a individuos seleccionados (LU 132:0.5, LU 159:4.2).
Nos gustaría presentar la revelación a aquellos que son receptivos y evitar aquellos que pueden dañarla. Por tanto sería apropiado utilizar alguna visualización de panoramas de revelación de época. Éste es un tema duro, pero podemos utilizar la intuición para saber lo que es apropiado decir en una conversación dada. Poner un leño en un pequeño fuego que se acaba de encender puede apagar el fuego, mientras que una vez está ardiendo brillantemente, el gran tronco está bien puesto. Hay peligro de elitismo y orgullo cuando surge la cuestión de quién está preparado para el Libro, y no queremos juzgar a nadie. Sin embargo, si queremos aprender lo que El Libro de Urantia puede enseñarnos sobre esta cuestión, debemos considerar el asunto. El discernimiento no implica juzgar a la gente ni juzgar almas. La proyección es un asunto de ser sabios como serpientes, aunque pretendamos ser inofensivos como palomas.
Las políticas de proyección de las revelaciones de época anteriores muestran dos tipos básicos de proyección. El primer tipo es proyección por receptividad. Los que tenemos una revelación de época compleja que compartir necesitamos un concepto complejo de receptividad. La receptividad al Libro no es la misma que la necesidad de una nueva verdad o incluso la receptividad a ideas selectas del Libro. Las prácticas de revelaciones de época anteriores nos sugieren cuatro líneas maestras que considerar:
¿A quiénes está destinada la quinta revelación de época? Otra clave es intentar discernir del mismo texto cuáles son las creencias y el conocimiento que los autores parecen presuponer. Eso puede indicar a qué tipo de lector está inicialmente (aunque no exclusivamente) dirigido.
El segundo tipo de proyección es la proyección por seguridad a la revelación. «Se admitían observadores inermes libremente en Edén para visitas breves. Un urantiano tenía que ser «adoptado» para residir temporalmente en el Jardín. Recibía instrucciones sobre el designio y propósito del autootorgamiento adánico, expresaba su intención de adherirse a esta misión, y luego prestaba una declaración de lealtad al régimen social de Adán y a la soberanía espiritual del Padre Universal.» (LU 74:7.5). La prohibición contra las armas nos recuerda, por supuesto, que los visitantes podían hacer daño a los habitantes del Jardín. La proyección inicial aquí es protectora. Recordemos que Jesús recomentó una proyección protectora en el Sermón de la Ordenación: «No ofrezcáis las cosas santas a los perros, ni arrojéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que pisoteen vuestras joyas y se vuelvan para despedazaros.» (LU 140:3.19).
¿Qué peligros implica la proyección en nuestros días? Más obviamente, preferiríamos evitar dar a conocer la revelación a aquellos que se convertirían en sus enemigos. Menos obviamente, sería bueno visualizar a nuestros amigos revolucionarios (aquellos cuyo entusiasmo por la revelación carecería de respeto por la evolución). Los esfueroz revolucionarios multiplican a los enemigos y precipitan el conflicto prematuro.
El Libro de Urantia se enfrenta a los poderes de este mundo. Desafía al nacionalismo de todas las naciones que se consideran a sí mismas como soberanas, al materialismo de cada empresa de negocios que subordina el servicio al beneficio, a la autoridad de todas las tradiciones religiosas, y al secularismo de toda sociedad, que intenta vivir sin Dios. Y la respuesta al Libro puede ser proporcional al poder del Libro, ahora difícilmente considerado. Aquellos de nosotros acostumbrados a siglos de libertades civiles podemos dar mucho por hecho (LU 118:8.7). Esto lleva a mi imaginación a pensar que nosotros los lectores no sufriremos persecuciones jamás. Si esto fuera inevitable, alegrémonos al compartir las experiencias de los profetas que nos precedieron. Pero no evoquemos una atmósfera tormentosa prematuramente sobre aquellos que tendrían de otro modo una oportunidad para crecer en paz.
El punto principal de esta observación no es que deberíamos evitar toda controversia. El séquito del Príncipe Planetario, por ejemplo, proclamó «el evangelio de la iniciativa individual» dentro de los grupos sociales orientados a la tradición de aquellos días (LU 70:9.9). El punto principal es que la mayoría de puntos estratégicos deberían ser seleccionados allí donde la controversia es oportuna.
En la práctica, ¿cómo hacemos nuestra proyección? Se nos dice que nunca podremos conocer a una persona como resultado de un simple encuentro (LU 12:9.2). Además, la comprensión requiere conocer la motivación del individuo (LU 100:4.5). Este es un requisito exigente, a veces demasiado exigente. Por mi propia experiencia, hay una diferencia cualitativa entre las veces que advierto que alguien me parece «preparado», y las veces en las que alguien formula una pregunta que es inconsciente pero inequívocamente una pregunta sobre El Libro de Urantia. En realidad rezo para que la persona haga esa pregunta como una ayuda para discernir si debería presentarle El Libro de Urantia. No podemos operar humanamente si tomamos las líneas maestras como absolutas o nos impacientamos sobre nuestra incapacidad para aplicarlas perfectamente. Pero si vamos al otro extremo y rechazamos la responsabilidad del discernimiento, creo que defraudamos a los reveladores.
Al compartir la verdad, algunos riesgos son razonables, y otros no. Y aquellas elites que corren riesgos no razonables lo hacen no sólo para ellos mismos, sino para todos nosotros y para la quinta revelación de época. Si hacemos lo mejor que sabemos a la luz de todas las instrucciones que podemos deducir de fuentes más elevadas, podemos estar razonablemente contentos. Durante esta primera fase en la que la exposición masiva del Libro nos garantiza un rechazo casi universal, si nos dedicamos a proyectos que caen claramente dentro del terreno de juego indicado por El Libro de Urantia, veremos una gran reducción en la controversia organizacional de consumo de energía y preparará a aquellos desarrollos planetarios anticipados y emocionantes para los que nadie puede estar demasiado preparado cuando llegue el momento (o que no veremos en nuestras propias vidas).
En la práctica, estamos normalmente lejos de estar más relajados al mencionar el Libro a otros que aquellos que tenían que proteger las primeras revelaciones de época, y creo que esto es casi siempre bueno. El punto principal de este estudio, sin embargo es hacernos parar y considerar un poco.
Un patrón de la revelación de época es que no estallan sobre el planeta, sino que se desarrollan en etapas. La donación adánica ejemplifica una revelación de época de dos etapas: una fase de contacto parcial con la población del planeta, y una fase de contacto total (LU 51:6.2). Hay alguna analogía con esta revelación en dos etapas que pueden encontrarse en otras revelaciones. El séquito del Príncipe Planetario tuvo un primer período de reunión de sus asociados (incluyendo la procreación de los intermedios primarios), de organizar sus sedes y establecer sus diez consejos de servicio. La misión de Melquisedek no aceleró su ritmo hasta que no hubo ganado sobre Abraham. Y la misión de Jesús avanzó a través de una serie de etapas, incluso después de que hubiera empezado su carrera pública.
¿Cómo sabremos cuando es el momento de atraer a un público más amplio hacia El Libro de Urantia? Hay un consenso impresionante sobre que necesitamos miles de grupos de estudio, traducciones a la mayoría de los idiomas y maestros y líderes preparados. Debemos estar preparados para manejar el intenso cuestionamiento y la inevitable confusión que habrá cuando la fiebre del oro de la verdad haya llegado. Otro criterio es un calmado, estable y pacífico orden mundial.
Como profesor, sé que mi primer trabajo es «despertar la pregunta», hacer que otros me pregunten la cuestión en la que quiero centrar el interés. Si procedo dando enseñanzas en respuesta a una cuestión que no me han preguntado, estoy desaprovechando ampliamente mi mensaje. Creo que hay también un encuentro planeado entre la pregunta planetaria y la respuesta universal. ¿Y si nos anticipamos al ritmo de la idoneidad con publicidad prematura? El drama del encuentro planeado de la pregunta planetaria y la respuesta universal se habrá perdido en parte. Arrojar perlas precipita el rechazo prematuro y el conflicto.
Dar publicidad de forma agresiva a El Libro de Urantia podría suponer un paso atrás. Ya ha sucedido antes: «el debilitamiento del vedismo a través del rechazo de la verdad más elevada» (LU 94:2.2). Advirtamos que esa negligencia al errar en alcanzar apropiadamente las enseñanzas del Libro puede también interferir con la planificación. La prisa tonta o la pereza podrían abortar una gran esperanza, con consecuencias que no nos imaginamos. ¿Y qué sucede si trabajamos con métodos sabios? ¡Que el corazón late fuerte al contemplar la cosecha!
Nuestro deseo sincero de hacer bien las cosas se encuentra con una promesa maravillosa. Seguir pacientemente las políticas evolutivas sabias puede tener resultados rápidos y significativos. «Evolutivo» parece sinónimo de «lento», y eso es así en una primera aproximación (LU 66:6.4). Pero la paciencia evolutiva no significa movimiento lento permanente. Si crecemos más, la efectividad de nuestro alcance se multiplicará. A veces la evolución transcurre rápidamente. «El orden de la evolución progresiva está sujeto a cambios periódicos, repentinos e inesperados, tanto en el mundo material como en el mundo espiritual.». «Cuando las condiciones físicas son idóneas, pueden producirse evoluciones mentales repentinas, cuando la condición de la mente es propicia, pueden ocurrir transformaciones espirituales repentinas…» (LU 65:8.6). Las enseñanzas y conducta del séquito del Príncipe recién llegado tuvieron una tremenda influencia en las tribus cercanas (LU 66:4.1). Hay un impacto similar e inmediato en una misión adánica normal (LU 51:6.1). Y grandes posibilidades están otra vez con nosotros. Tras asegurarnos el largo tiempo que será necesario para eliminar las diferencias de clase social a través del progreso racial, educacional y religioso, se nos dice que «mucho mejoramiento social resultará inmediatamente de la manipulación inteligente, prudente y paciente de estos factores de aceleración del progreso cultural» (LU 70:8.16). Y hay una posibilidad fascinante: «Los reajustes sociales, las transformaciones económicas, los rejuvenecimientos morales y las revisiones religiosas de la civilización cristiana serían drásticas y revolucionarias si la religión viviente de Jesús suplantara repentinamente a la religión teológica acerca de Jesús.» (LU 196:1.2).
Supongamos que alguien dice que, en este tiempo de cambios acelerados, los viejos métodos evolutivos están obsoletos. Esto es como decir que cuando chocas contra los rápidos de aguas blancas, puedes deshacerte de los fundamentos del piragüismo. Durante un periodo de cambios rápidos, debemos ser fieles a lo esencial. «Y sólo mediante la adherencia a estos factores esenciales, el hombre puede esperar mantener su civilización actual, contribuyendo a la vez a su desarrollo continuo y a su sobrevivencia segura.» (LU 81:6.44).
No debemos tener miedo. Los reveladores de los documentos anticiparon la guerra mundial del mismo modo que predijeron un renacimiento espiritual (LU 195:8.13). Ser fiel a las esencias bloquea los proyectos tontos y dañinos pero no contiene al individuo progresivamente agresivo (LU 94:0.1).
Hay muchos proyectos con las enseñanzas del Libro que caen claramente dentro del campo de acción de lo razonable, proyectos que llaman al trabajo en público ahora.
La evolución no siempre es lenta, pero siempre funciona. Tiene éxito donde hasta la revelación falla (LU 81:1.3, LU 84:5.9, LU 90:3.10). Así que si manejamos nuestra revelación de época de forma que se alinee directamente con los métodos probados y verdaderos de la revelación evolutiva, estamos seguros de contribuir a su éxito. Seguir métodos evolutivos, con todo lo lentos que puedan parecer, es ciertamente exitoso. La contribución de la revelación es frágil: necesita ser manejada con manos evolutivas y sabias.
¿Cuál es el plan para El Libro de Urantia? Las interpretaciones varían. Aquí está la mía. Destaco que las primeras dos revelaciones de época tenían un plan A, pero tuvieron que improvisar un plan B. El plan A de Jesús era ganarse a los líderes judíos y tener una red de sinagogas que se convirtieran en un canal de distribución para el nuevo evangelio, mientras que el plan B consistió en desplazar el movimiento del centro del evangelio hacia el oeste.
Las enseñanzas de Jesús están también para servir de fundación de una civilización nueva y más elevada (LU 154:4.6). Este proyecto es de alguna forma bastante inusual. Normalmente, hay una secuencia de revelaciones, de forma que cada una se construye sobre la anterior. En la base de misiones que establecen la integridad cultural general (educacionnal, familiar, intelectual), actúa la revelación espiritual. La misión espiritualizante del Hijo donador llega como la gema central del precioso anillo confeccionado por el séquito del Príncipe Planetario, la misión adánica y los logros intelectuales patrocinados por el Hijo Magistral (LU 52:2.6). Pero Jesús llegó para espiritualizar a un planeta cuya cultura era en el mejor de los casos parcial y fragmentaria. Debido a la rebelión y a la falta adánica, la ausencia relativa de revelación espiritual y cultural en nuestro planeta invirtió la relación normal entre el tipo de misión de época que sirve como fundamento y el tipo que prospera en ese fundamento. Ahora se nos pide, por así decirlo, que reconstruyamos la cultura de una fundamento espiritual. El Libro de Urantia puede ayudarnos a conseguir esa civilización, dando líneas maestras que nos ayuden a compensar las revelaciones perdidas.
El cristianismo está en crisis (LU 195:9.4). Es la religión del mundo dirigente, el mayor exponente de las enseñanzas de Jesús y al mismo tiempo su mayor obstáculo (LU 195:10.9-10). La religión de Jesús está destinada a triunfar (LU 143:1.4). ¿Se realizará la gran esperanza de Urantia (para la nueva revelación unificar a los seguidores de Jesús) ?
Esta revelación de época está destinada a beneficiar a todas las religiones y a todos los pueblos; sirve precisamente para romper barreras religiosoas, como por ejemplo entre aquellos que se consideran a ellos mismos como seguidores de Jesús y aquellos que no (LU 92:5.16). Pero el plan A parece ser para el Libro de Urantia ser presentado a la cristiandad de una manera que sea aceptado por una masa crítica de creyentes. Si presentamos el Libro mal, ¿será obligado a ser retirado de las bibliotecas y serán los grupos de estudio de una minoría entusiasta quienes esperen a otro Hijo para reivindicar su lealtad? Nuestras políticas y conductas influirán enormemente sobre el resultado. No quiero decir que los lectores deban centrarse únicamente en la cristinadad o que distorsionen sus enseñanzas para atraer a la cristiandad, o que se unan a la adoración cristiana si no tienen deseos de hacerlo, o que consideren a los cristianos como «mejores» que a los adscritos a otras religiones o como los receptores elegidos de la quinta revelación de época. Quiero decir que hay algunas habilidades históricas claramente evidentes en las políticas de Jesús que tienen analogías de hoy.
Los lectores que llegan a los documentos 195 y 196 habiendo digerido las lecciones de las revelaciones de época previas están preparados para hacer un uso sabio de las directivas vigorosas y específicas que se dan allí. El plan A para El Libro de Urantia parece estar basado en el reconocimiento de la necesidad de la cristiandad de «una nueva visión de la vida del Maestro en la tierra» y la promesa de una «nueva y más completa revelación de la religión de Jesús» para superar el naturalismo mecanicista (LU 195:9.2).
¿Cómo se hará efectiva la «gran revelación» (LU 195:9.3)?
La religión necesita nuevos líderes, hombres y mujeres espirituales que se atrevan a depender únicamente de Jesús y de sus incomparables enseñanzas. Si la cristiandad persiste en desatender su misión espiritual mientras continúa ocupada en problemas sociales y materiales, el renacimiento espiritual deberá esperar la llegada de estos nuevos maestros de la religión de Jesús que estarán exclusivamente dedicados a la regeneración espiritual de los hombres. Y entonces estas almas naciadas del espíritu aportarán el liderazgo y el requisito de inspiración para la reorganización social, moral, económica y política del mundo (LU 195:9.4).
A esos pasajes les sigue una llamada a la «religión de primera mano» y una reflexión destacada sobre lo estimulante que sería si la gente pudiera «ver a Jesús tal como vivió realmente en la tierra, y conocer de primera mano sus enseñanzas dadoras de vida». (LU 195:9.8). Si esta aparente fantasía es desconcertante, el suspense queda rápidamente eliminado: «La gran esperanza de Urantia reside en la posibilidad de una nueva revelación de Jesús, con una presentación nueva y ampliada de su mensaje salvador, que uniría espiritualmente en un servicio amoroso a las numerosas familias de sus seguidores declarados de hoy día.» (LU 195:10.16).
El diseño creativo del documento 196 es instructuvo. Comienza con un retrato vigoroso del mismo Jesús que podemos revelar en nuestras vidas, y entonces retoma el plan A en la primera sección. «¿Qué servicio trascendente prestaría la presente revelación si, a través de ella, el Hijo del Hombre fuera rescatado de la tumba de la teología tradicional, y fuera presentado como el Jesús vivo a la iglesia que lleva su nombre y a todas las demás religiones!» (LU 196:1.2). El documento no acaba enviándonos como misioneros disparados en un cañón. En su lugar, culmina con una sección que integra la dinámica visión de la religión con la perspectiva equilibrada del libro como un todo. Los autores destacan que el progreso resulta de la «evolución de la revelación» (LU 196:3.15). Parece razonable interpretar que nuestra forma (evolutiva) de vivir puede ser reveladora y nuestro uso de la quinta revelación de época puede ser evolutiva. Los párrafos finales nos redirigen hacia «el gran desafío del hombre moderno», conseguir un mejor contacto con el espíritu residente, hacia la vida del Hijo Creador, y de vuelta al Padre.
El plan A para la quinta revelación de época parece tener las siguientes características:
Infiero que poniendo la parte del león de nuestras energías en participar en este plan directamente y apoyándolo indirectamente es la manera más adecuada de asegurar el éxito de la quinta revelación de época. El corolario es que hacer del Libro nuestro proyecto principal equivale a tomar un atajo corto de miras.
Cada revelación de época tiene sus disciplinas. Los beneficiarios de la primera tuvieron que regresar a su región de origen como maestros. Los invitados del Jardín tuvieron que dejar a muchos amigos. Los primeros mensajeros de la tercera y la cuarta revelación tuvieron que dejar la reconstrucción social, económica y política a sus oyentes. Quizá se espere que los estudiantes de la quinta revelación de época se abstengan de tratar a El Libro de Urantia como un evangelio. Tendemos a querer hacerlo todo, que nosotros o nuestras organizaciones realicen ambas funciones: la función de difundir una profunda y exhaustiva revelación espiritual y cultural y la función del tipo de dinamismo que conviene al movimiento del evangelio. No podemos conducir un camión Mack como un Ferrari. Las numerosas llamadas urgentes para proclamar el evangelio no deben ser tomadas fuera de contexto y aplicadas al Libro de Urantia mismo. El Libro no precede o acompaña al mensaje público del evangelio, sino que le sigue. Desde el día de la efusión del Espíritu de la Verdad, Pedro y sus asociados invirtieron el evangelio y pusieron en el primer plano de su proclamación verdades que se suponían secundarias. Como resultado, la aceptación de la filiación divina de Jesús se convirtió en la puerta de entrada a la proclamación cristiana del amor del Padre. Muchísimas personas han chocado contra esa puerta, y eso ha hecho que la hermandad de los hombres se resienta. Hoy, un exceso de consideración hacia el Libro en lugar de a las realidades que desvela fomenta inconscientemente una religión sobre El Libro de Urantia (LU 195:10.15).
Aquellos que deseen participar activamente en llevar el Libro a aquellos que están preparados para ello tienen muchas fronteras para una actividad completamente legítima y heroica. Pueden desplazarse a áreas donde no existen grupos de estudio, conocer a gente a la que presentarles el Libro de forma selectiva y organizar un grupo de estudio. Pueden conocer a personas religiosas del lugar o a otros grupos donde sea probable conocer a muchos candidatos al Libro. Pueden incluso mantener correspondiencia con conocidos de Internet o con autores que hayan publicado artículos en la línea de pensamiento del Libro e introducir el Libro en el contexto de una relación fructífera. Hay otros muchos proyectos que entran dentro del terreno de juego delineado por los principios anteriores. No tenemos que elegir entre el estancamiento de no hacer nada y la publicidad arriesgada. Hay muchos y magníficos esfuerzos que han estado ampliamente infravalorados.
Los estudiantes que deseen dar a conocer El Libro de Urantia a otros de acuerdo con sus enseñanzas aprenden a trabajar con recursos evolutivos y a atraer a futuros lectores viviendo de acuerdo a la revelación. Al buscar a grupos muy receptivos y al compartir las verdades adecuadas no confunden el Libro con el evangelio ni echan perlas a los cerdos. Consiguen conocer a individuos receptivos quedando con ellos más de una vez, y así ven si el individuo ha nacido del espíritu. Cuando disciernen tanto la receptividad cultural como la espiritual, les dan a conocer la quinta revelación de época con lealtad, alegría y confianza.
Estos ideales son tan desafiantes que resulta tentador seguir el camino más fácil. Es comprensible que erremos, teniendo en cuenta la complejidad de nuestro libro, los errores de ciertos líderes, y las emociones materiales que recorren nuestras limitadas mentes. Pero experimentar con publicidad irrazonable del Libro es tomar riesgos para nosotros y para la posteridad; y tal conducta consume un tiempo precioso de nuestros amigos invisibles, que están obligados a dedicarse a limitar los daños.
Gracias a Dios podemos hacerlo mejor. Podemos alistarnos como compañeros mortales en un gran equipo. Podemos prepararnos para cosechar la semilla mixta que ha sido sembrada y para construir cimientos sólidos para el futuro. Los lectores responsables exprimentan dentro de las líneas principales, no con las líneas principales. ¡Qué regalo para la posteridad conducirnos de ahora en delante de acuerdo con las enseñanzas del Libro que nos han sido confiadas! Difundiremos enseñanzas selectas, especialmente con el evangelio, y compartiremos sabiamente el Libro con individuos receptivos que, en su payor parte, encontraremos ya «en el templo».
(Traducido del inglés por Olga López)