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Luz y Vida — Núm. 30 — Presentación | Luz y Vida — Núm. 30 — Septiembre 2012 — Índice | El Libro de Urantia y la reencarnación |
¡Cuál puede ser la magia que encierra la muerte, que en un solo paso puede transformar de forma instantánea el alma mortal material en un espíritu inmortal perfeccionado? Estas creencias no son más que supersticiones ignorantes que en nada contribuyen a la evolución espiritual del alma morontial y a su consiguiente sobrevivencia inmortal. Por eso, es de suma importancia que se empiece a comprender que la carrera morontial ascendente se inicia durante el transcurso de nuestra vida terrenal, ya que el vivir mortal es una autentica escuela de capacitación en la cual el alma morontial evolutiva del hombre deberá evolucionar a través de los siguientes valores espirituales:
VERDAD: Cuando el intelecto humano ya está dominado por el espíritu divino residente, y se encuentra consciente de conocer a DIOS.
BONDAD: El reconocimiento mental de los valores relativos a los diversos niveles de perfección divina.
AMOR: El reconocimiento de la hermandad universal del hombre a través del servicio desinteresado y altruista para con nuestros semejantes.
Así pues; el alma evolutiva que logre empezar su capacitación morontial (la eliminación gradual de los instintos animales) durante el transcurso de su vida terrenal se volverá indestructible y no solo sobrevivirá a la muerte, también logrará la supervivencia eterna. En cambio, para el alma evolutiva del hombre que no tenga conciencia de los más altos valores espirituales, no tendrá ningún significado su existencia mortal y su vida misma; solo será una ilusión trágica (LU 111:3.7).
4.-LA PERSONALIDAD: Es un «un Don divino» que ha sido otorgado por el Padre Universal a todas las criaturas inteligentes de su gran creación, trátese de personalidades superhumanas o materiales. Este DON está destinado a funcionar dentro de los diferentes niveles de realidad universal y va de lo finito más bajo hasta el absonito más elevado y aún hasta el nivel de lo absoluto.
La personalidad es un DON potencialmente eterno que es otorgado a todos los sistemas vivientes de energías asociadas de materia, mente y espíritu; es decir, es una cualidad de valor eterno que se desenvuelve y evoluciona dentro de los diferentes niveles cósmicos de realidad universal (finita, absonita y absoluta).
Los mortales evolucionarios de Urantia están dotados de una personalidad de tipo finito, la cual tiene la característica de permanecer inalterable ante la presencia del cambio. Es decir, que si la personalidad humana, «el YO mortal», logra sobrevivir a la muerte, su personalidad eterna no sufrirá cambio alguno a través de su carrera ascendente espiritual, ya que la personalidad es única en el tiempo y en el espacio. Es única desde que se le recibe como «Don divino»; es única en la eternidad y en el Paraíso; es única en cada momento de su existencia; es única en su relación con DIOS.
La personalidad es una dotación de naturaleza original, distinta y exclusiva, que va a caracterizar al individuo que conocemos y que posteriormente nos va a permitir identificarlo en algún futuro, sea cual fuere su cambio de forma, de mente o de estado espiritual. La personalidad es esa parte de todo individuo que nos permite reconocerlo e identificarlo positivamente, a pesar de que haya experimentado un cambio debido a la modificación de su vehículo de expresión; ya sea este de estado material o espiritual, su personalidad será siempre la misma en ambos estados.
El «YO MATERIAL» de la personalidad humana va a depender, durante su vida física, de la función continuada de su vehículo material de vida (el cuerpo humano), pero el YO de sobrevivencia eterna, el «YO ESPIRITUAL», el que trasciende la experiencia de la muerte (la personalidad) va a depender de la función continuada de un vehículo de naturaleza más duradera: el alma inmortal.
Esta asociación de «la potencial alma inmortal» con la potencial «personalidad eterna» solo se podrá lograr cuando el hombre mortal, con su libre albedrio espiritual, manifieste la voluntad, el deseo sincero y la firme convicción de cumplir con el mandato supremo que el Padre Universal ha ordenado a todas sus criaturas: SED TODOS PERFECTOS, ASI COMO YO SOY PERFECTO. Ya que cumplir con la voluntad de DIOS es la llave que abrirá las puertas de la sobrevivencia eterna al alma y a la personalidad mortal.
Ese acto de someter la «voluntad propia» a la «voluntad de Dios» es la expresión sincera de un auténtico hijo espiritual de DIOS, que de manera consciente decide expresar «es mi voluntad que se haga tu voluntad». Pero nosotros, por nuestra ignorancia espiritual, dejamos todo a la voluntad de DIOS, somos tan perezosos que siempre le estamos pidiendo que resuelva nuestros problemas y dificultades. Jamás le pedimos la sabiduría y fuerza espiritual para que nos guíe y nos sostenga mientras atacamos con resolución y valor los problemas que se nos presentan (pag.999.8). No poseemos esa voluntad que se requiere para que nosotros mismos resolvamos nuestros problemas. Siempre dejamos que ÉL decida por nosotros. Nos falta la voluntad de elegir de manera consciente esa elección de vida espiritual que el PADRE exige a sus hijos y que tan maravillosamente nos enseñó Jesús de Nazaret al ofrecer como hombre la más grande de las ofrendas que mortal alguno pueda mostrar a DIOS: consagrar y dedicar su propia voluntad al servicio majestuoso de cumplir con la voluntad divina del Padre Universal.
La expresión «es mi voluntad que se haga tu voluntad» no es ningún sometimiento de la voluntad del hombre. Esta expresión tiene un significado más profundo; es una consagración de la voluntad, una expansión de la voluntad, un perfeccionamiento de la voluntad, una voluntad consciente que esta siempre dispuesta a cumplir con la voluntad de DIOS, donde tal elección eleva la voluntad de la criatura mortal a un estado más elevado de realidad cósmica, que es cuando la PERSONALIDAD de la criatura empieza a comulgar con la PERSONALIDAD DEL PADRE, cuando verdaderamente se inicia la comunicación con el ajustador del pensamiento, cuando la criatura logra ser identificada como un auténtico hijo espiritual de DIOS, que es cuando verdaderamente el hombre mortal adquiere la posesión de LA PERSONALIDAD ETERNA (LU 101:10.4,LU 112:2.9).
Así pues; habiendo proporcionado el Padre Universal los atributos espirituales (la mente, el espíritu, el alma y la personalidad) para el crecimiento de sus criaturas mortales y habiéndole proporcionado al hombre los medios necesarios para que se libere de las cadenas del materialismo en el que vive y se desenvuelve, EL DIOS-PADRE se hace a un lado para permitir que el hombre, a través de los atributos divinos que posee y con su libre albedrío espiritual, haga su elección de VIDA ETERNA.
En este punto, es importante destacar que, en verdad, «el hombre es el arquitecto de su propio destino eterno», ya que va a ser su voluntad y no la voluntad de DIOS la que va a decidir su potencial destino eterno.
DIOS concede a todas las personalidades la capacidad de elección (libre albedrío) para que tomen sus propias decisiones espirituales, ÉL no puede forzar a ninguna criatura con personalidad a emprender LA AVENTURA ETERNA sin su consentimiento.
Las puertas de la eternidad se abren tan solo en respuesta a la libre elección que haga un verdadero «hijo espiritual de DIOS», el cual, de manera consciente y de acuerdo a su albedrío espiritual, elige cumplir con la voluntad del PADRE. Pero nosotros aún no alcanzamos a comprender que, dentro de nuestra mente cósmica, existe un conjunto de fuerzas espirituales y que, si tomamos conciencia de su existencia y cooperamos con ellas, seriamos capaces de cumplir con el mandato supremo de perfección humana que exige DIOS a sus criaturas mortales.
Esa PERFECCION HUMANA la exhibió tan ejemplarmente hace más de dos mil años un mortal evolutivo ascendente, un auténtico hijo espiritual de DIOS llamado Jesús de Nazaret, la personalidad más religiosa y espiritual que ha existido en la historia de la humanidad.
Es importante resaltar que ese hombre mortal llamado Jesús fue capaz de llevar tan ejemplar vida de perfección humana a través de los mismos ATRIBUTOS ESPIRITUALES que cada uno de nosotros posee (mente cósmica, alma morontial, ajustador del pensamiento y personalidad evolutiva), pero fue gracias a la elección que hizo con su libre albedrío que logró ascender en la escala de vida mortal hasta alcanzar el admirable estado espiritual de ser un «verdadero hijo de DIOS por la FE» (LU 40:6.1). Jesús jamás utilizó su naturaleza divina para alcanzar tal grado de perfección humana.
Jesús vivió una vida mortal plena, una vida verdaderamente normal y común como la de cualquier mortal, ÉL conoció por experiencia propia la manera de vivir de las razas mortales de Urantia, el mismo tipo de vida mortal que se vive en los mundos evolucionarios del tiempo y el espacio. La vida y las enseñanzas de Jesús son una herencia de instrucción espiritual para todas las épocas de todos los mundos del universo, no únicamente para las razas humanas de la tierra. La vida mortal de Jesús de Nazaret será por siempre el modelo a seguir por todos los mortales evolutivos del universo (LU 129:4.3, LU 129:4.7, LU 129:4.8, LU 140:8.30).
«El maestro» Jesús de Nazaret nos enseñó cómo se debe vivir la vida en nuestro mundo y en nuestro tiempo, y cómo se debe vivir también en los otros mundos evolucionarios. Incluso la vida mortal que Jesús vivió entre las razas mortales de Urantia sigue sirviendo de ejemplo a los mundos que tienen un elevado avance espiritual y ya se encuentran establecidos en la época de «luz y vida» (en camino hacia la perfección), LU 129:4.8.
Definitivamente no podemos aspirar a llevar la vida de perfección humana del Maestro Jesús; pero a lo que sí estamos obligados es a que, si deseamos alcanzar la sobrevivencia de nuestra alma mortal, y a través de nuestro «libre albedrío espiritual», tomemos la decisión inteligente de vivir nuestras vidas con los mismos medios que Jesús vivió la suya. Es decir, utilizando los mismos dones espirituales que le fueron otorgados «al Hijo del Hombre» Jesús de Nazaret, los mismos dones espirituales que tan generosamente derramó el Padre Universal sobre todas las razas mortales de Urantia (LU 129:4.8).
Ya para finalizar: nos debe de quedar muy claro que, para alcanzar EL LOGRO DE LA SOBREVIVENCIA INMORTAL, todas las almas de toda fase posible de existencia mortal sobrevivirán siempre y cuando manifiesten el deseo sincero de cooperar con su «ajustador del pensamiento» y exhiban el impulso de hallar a DIOS, así como el de lograr la perfección humana que exige el Padre Universal a todos sus hijos, la cual podrán obtener transitando por ese camino nuevo de vida mortal que tan magistralmente enseñó el Maestro Jesús a la humanidad (LU 34:7.6, LU 40:6.1).
Es importante conocer que la vida de perfección humana que alcanzó Jesús durante sus primeros veintinueve años de edad (su ministerio personal), cuando prácticamente terminó su desarrollo espiritual puramente humano, van a transcurrir primero dentro de los veintisiete años que vivió Jesús con su entorno familiar y social en Nazaret y en Jerusalén (el mundo judío), y después durante los dos siguiente años en que se decidió a viajar a través del Mediterráneo por todo el imperio romano (el mundo de los gentiles), con el propósito de conocer de cerca toda la gama de emociones humanas (LU 129:4.1).
Jesús prácticamente alcanzó la cumbre del vivir humano espiritual durante su vigésimo año de edad. El Hijo del Hombre vino a la tierra para que se manifestara la plenitud de DIOS al hombre. Jesús ya se ha convertido CASI EN LA PERFECCIÓN DEL HOMBRE que espera la ocasión de manifestarse a DIOS, y todo esto lo hizo antes de cumplir los treinta años de edad (LU 129:4.8).
Así pues, si verdaderamente DESEAMOS EVOLUCIONAR ESPIRITUALMENTE PARA EL LOGRO DE LA SOBREVIVENCIA INMORTAL, si verdaderamente aspiramos a llevar una auténtica vida espiritual y si estamos dispuestos a desarrollar una genuina espiritualidad, solo lo podremos lograr si primero estudiamos la vida personal de Jesús de Nazaret, ya que es su ministerio personal, y no las lecciones a sus doce apóstoles ni los sermones a las multitudes (su vida de predicación), lo que nos guiará a vivir una auténtica vida espiritual, estado que en verdad nos va a permitir conocer el carácter divino y la personalidad amante de nuestro Padre Universal (LU 32:2.13, LU 34:5.6, LU 140:8.20).
Si vamos a iniciar la lectura de la vida y enseñanzas de Jesús, debemos tomar en cuenta lo siguiente. La vida terrenal de Jesús pasa por tres etapas: su ministerio personal, un periodo de transición y su ministerio público (LU 129:4.1).
Les hago una amorosa invitación para que estudien con detalle LA VIDA PERSONAL DE Jesús, la cual está magistralmente detallada en la parte cuarta de EL LIBRO DE URANTIA, que contiene la vida y las enseñanzas de Jesús. Ya que, cuando se haya hecho un estudio detallado de la vida personal que vivió Jesús dentro de su ambiente inmediato, estaremos mejor capacitados para comprender el verdadero significado de sus incomparables enseñanzas de vida eterna, al cual podemos acceder si logramos cumplir con la voluntad de nuestro Padre Universal: SER HUMANAMENTE PERFECTOS COMO NUESTRO HERMANO JesúS ES PERFECTO
Gracias.
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