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La evolución espiritual del hombre para el logro de la sobrevivencia mortal (última parte) | Luz y Vida — Núm. 30 — Septiembre 2012 — Índice | El aborto |
Cuando las personas se encuentran con El Libro de Urantia y empiezan a leerlo y estudiarlo, se pueden hacer la siguiente pregunta, especialmente personas que creen en la reencarnación: ¿qué tiene que decir El libro de Urantia acerca de la reencarnación?
Pues bien respecto a la reencarnación, en otra vida física aquí en este planeta, El Libro de Urantia tiene muy poco que decir. Simplemente dice que no reencarnamos aquí otra vez, que los espíritus de los muertos no vuelven.
Jesús explicó además a sus apóstoles que los espíritus de los seres humanos fallecidos no regresan a su mundo de origen para comunicarse con sus semejantes vivos. Al espíritu en progreso del hombre mortal sólo le sería posible volver a la Tierra después de haber transcurrido una época dispensacional, e incluso entonces, sólo sería en casos excepcionales y como parte de la administración espiritual del planeta. (LU 146:7.2)
Los espíritus de los muertos no regresan para comunicarse con sus familiares o con sus antiguos amigos todavía vivos. (LU 150:3.5)
El libro nos da una amplia y muy detallada explicación sobre cómo y dónde ocurre esta próxima «reencarnación» respecto a nosotros y nuestra continuada existencia. Los reencarnacioncitas convencidos al 100% de que reencarnamos otra vez en este mundo con otro cuerpo físico, cuando leen El Libro de Urantia y descubren que el libro dice que no reencarnamos aquí otra vez, antes de cerrar de un golpe el libro y dejarlo abandonado en algún rincón y sacar conclusiones precipitadas, sería muy conveniente que hiciesen un estudio calmado, sereno y minucioso en El Libro de Urantia para comprender la explicación que da el libro sobre lo que llamamos o entendemos como «reencarnación», que no es otra cosa que nuestra continuada existencia en otros niveles de realidad.
En los mundos de las mansiones, los supervivientes mortales resucitados reanudan su vida exactamente donde la dejaron cuando la muerte les sorprendió. Cuando vayáis desde Urantia al primer mundo de las mansiones, notaréis un cambio considerable, pero si vinierais de una esfera del tiempo más normal y progresiva, apenas notaríais la diferencia salvo por el hecho de que poseéis un cuerpo diferente; el tabernáculo de carne y hueso ha sido dejado atrás en el mundo de nacimiento. (LU 47:3.1)
Cuando estuvo en este mundo, Jesús les dijo a sus apóstoles que en la Casa del Padre había muchas moradas:
«No se turbe vuestro corazón, creéis en Dios, creed también en mi. En la casa de mi Padre muchas moradas hay, si asi no fuera yo os lo hubiera dicho, voy pues a preparar lugar para vosotros.» (Juan 14:1,2)
Cuando el Hijo Creador estuvo en Urantia, habló de las «numerosas mansiones en el universo del Padre». En cierto sentido, los cincuenta y seis mundos que rodean a Jerusem están dedicados a la cultura de transición de los mortales ascendentes, pero los siete satélites del mundo número uno se conocen más expresamente como los mundos de las mansiones. (LU 47:0.1)
El Libro de Urantia nos dice que no reencarnamos otra vez aquí físicamente en otro cuerpo de carne. Pero sí que da un nuevo concepto más ampliado sobre el tema de la reencarnación, y explica claramente dónde y cómo ocurre esta «reencarnación». Y está reencarnación, entendida desde el punto de vista humano, ocurre en otros niveles y etapas de nuestra existencia, mucho mejores y más avanzados; que tenemos un nuevo cuerpo e incluso en las primeras etapas seguimos comiendo y bebiendo en otro nivel muy parecido a este mundo físico solo que muchísimo mejor -el nivel morontial-, pero no volvemos otra vez a este mundo físico en el que hemos vivido.
Aunque tenéis un cuerpo morontial, continuáis comiendo, bebiendo y descansando a lo largo de todos estos siete mundos. Tomáis los alimentos de tipo morontial, un reino de energía viviente desconocido en los mundos materiales. El cuerpo morontial utiliza plenamente tanto la comida como el agua, pero no hay desechos residuales. (LU 47:4.6)
Toda la vida humana, desde que nacemos hasta que morimos, forma un curso y una escuela de capacitación para nuestra próxima etapa. Y, una vez morimos y dejamos atrás este cuerpo físico, iya está!, «consumado es», se acabó el curso en este planeta, nos hemos graduado.
Cuando termináis vuestra carrera terrestre vuestro cuerpo se queda en este planeta. Vuestro Ajustador del Pensamiento se dirige al seno del Padre, y estos ángeles no se ocupan directamente de la reconstitución posterior de vuestra personalidad en el mundo de identificación de las mansiones. Allí, vuestro nuevo cuerpo es una forma morontial, una forma que puede ser enserafinada. «Sembráis un cuerpo mortal» en la tumba, y «cosecháis una forma morontial» en los mundos de las mansiones. LU 39:2.13
Se siembra cuerpo animal, resucitará cuerpo espiritual. Hay cuerpo animal (o sea nuestro cuerpo material) y hay cuerpo espiritual. 1 Corintios 15:44
Según El Libro de Urantia, los únicos seres en el universo que experimentan la reencarnación son unos seres que residen en un maravilloso mundo sede central: Jerusem (la Nueva Jerusalén, descrita en el Apocalipsis de san Juan, capítulo 21).
Cuando los cuerpos físicos de estas criaturas únicas se deterioran con el paso del tiempo debido al uso y a la edad, sus creadores, en colaboración con los Portadores de Vida, les fabrican unos nuevos cuerpos en los cuales los viejos espornagias vuelven a establecer su residencia. Los espornagias son las únicas criaturas de todo el universo de Nebadon que experimentan este tipo o cualquier otro tipo de reencarnación. (LU 46:7.4)
La meta del universo es de progreso y avance. El libro explica y nos da a entender que no volvemos otra vez aquí en alguna encarnación o cientos de encarnacion es, como afirma a creencias orientales; eso solo representa un paso atrás y sin sentido.
Algunas creencias orientales sobre la reencarnación han caído en ese error. Afirman que tenemos que volver aquí algunas veces o cientos de veces, y a lo mejor reencarnarnos en alguna situación de miserables y pobres, para purificar nuestro karma o rectificar errores de nuestra pasada vida, y vuelta a sufrir una y otra vez. Eso solo representa una doctrina bastante pesimista y desesperante. Se puede comparar con un estudiante que llegase a 7º a 8º curso de enseñanza básica, que estuviese listo para entrar en la Universidad y de repente lo mandasen otra vez al primer o segundo curso. No tiene sentido, y mucho menos si no recordamos nuestra vida anterior. Porque si reencarnamos aquí y no recordamos nuestra existencia pasada, entonces ¿qué punto de referencia podemos tener para aprender cosas y rectificar posibles errores para seguir aprendiendo?
De todas las creencias contaminantes que podian haberse adherido a lo que podría haber sido un monoteismo emergente, ninguna fue tan embrutecedora como esta creencia en la transmigración - la doctrina de la reencarnación de las almas - que procedía del Decán dravidiano. Esta creencia en una serie monótona y agotadora de transmigraciones repetidas quitó a los mortales combativos su esperanza largamente acariciada de encontrar en la muerte la liberación y el avance espiritual que habian formado parte de la fe védica anterior. (LU 94:2.3)
En todas estas regiones existía una vaga creencia en la reencarnación. Los antiguos educadores judios, así como Platón, Filón y muchos esenios, toleraban la teoría de que los hombres pueden cosechar en una encarnación lo que han sembrado en una existencia anterior; y así creían que en una vida expiaban los pecados cometidos en las vidas precedentes. El Maestro encontródifícil hacer creer a los hombres que sus almas no habian tenido una existencia anterior. (LU 164:3.4)
El Libro de Urantia nos explica claramente que, en las próximas etapas en los mundos celestiales, tenemos recuerdos y vivencias de nuestra vida física aquí en este mundo, y tenemos un fuerte punto de referencia para comparar cosas, rectificar errores y seguir aprendiendo. Y eso sí que tiene sentido y es una «reencarnación» con un propósito y una meta.
Durante vuestra larga ascensión nunca perderéis el poder de reconocer a vuestros asociados de las existencias anteriores. A medida que ascendáis hacia el interior en la escala de la vida, siempre conservaréis la capacidad de reconocer y de fraternizar con los compañeros de vuestros niveles de experiencias anteriores e inferiores. Cada nuevo traslado o resurrección añadirá un grupo más de seres espirituales a vuestro campo visual, sin privaros en lo más mínimo de la capacidad de reconocer a vuestros amigos y compañeros de los estados anteriores. (LU 44:0.18)
En las primeras etapas en los mundos celestiales, seguimos teniendo un cuerpo muy parecido a este, y seguimos comiendo y bebiendo y descansando, solo que en un nivel mucho mejor y más avanzado. Seguimos recordando nuestra existencia aquí en la Tierra, a nuestros amigos, logros y proyectos que hemos vivido aquí en este mundo, y tenemos la gran oportunidad de encontrarnos otra vez con nuestros amigos y seres queridos que tanto apreciábamos cuando estábamos aquí en la carne.
A medida que ascendáis hacia el interior en la escala de la vida, siempre conservaréis la capacidad de reconocer y de fraternizar con los compañeros de vuestros niveles de experiencias anteriores e inferiores. (LU 44:0.18)
Los diversos mundos sede están provistos de todas las fases de la creación material y espiritual. Todos los tipos de seres materiales, morontiales y espirituales se sienten en su hogar en estos mundos de encuentro de los universos. A medida que las criaturas mortales ascienden por el universo, pasando de los mundos materiales a los mundos espirituales, nunca pierden su aprecio por los niveles anteriores de existencia, ni el placer que experimentaron en ellos. (LU 15:7.4)
En todo El Libro de Urantia no hay ninguna ley o norma que prohíba creer en la reencarnación o en cualquier otra creencia muy arraigada que puedan tener las personas.
El Libro de Urantia solo invita, aclara ideas y conceptos erróneos o que pudieran estar equivocados, y da sobre la reencarnación una extensa y amplia explicación sobre cómo ocurre y dónde se efectúa.
El libro no habla de una reencarnación otra vez en un cuerpo físico aquí en este mundo, pero sí que dá una amplia explicación de nuestras próximas etapas de existencia en otros niveles de realidad y lo que ocurre con nuestra personalidad y nuestra continuada existencia una vez que hemos partido de este mundo.
L.Coll
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