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¿Para qué sirven los siete mundos de las mansiones? | Luz y Vida — Núm. 4 — Febrero 2006 — Índice | Un instante infinito (poema) |
La primera vez que leí El Libro de Urantia tenía la impresión de no estar entendiendo nada, como que todavía sé que hay muchas cosas en este misterioso libro que no entiendo. Podía caer en el error de quedarme en el dato. Por ejemplo, son tantos o cuantos los mundos celestiales del superuniverso o de Havona, y perder de vista la importancia del hecho de que hay un cielo y un paraíso. Realmente es un texto extenso, pero creo que no hay que sentirse abrumado por ello. Es importante que, en un mundo como el nuestro, tan dado al agnosticismo, alguien deje las cosas claras: Dios existe, es el «arquitecto» del universo, y el ser humano transciende la naturaleza material.
Y es que vivir de espaldas a la realidad espiritual es un acto de ignorancia suicida. Las consecuencias del materialismo son catastróficas, tanto para el individuo y su alma como para la sociedad y su progreso.
Si alguien nos dijera que es con fe como cambiará el mundo acercándose a la utopía, ¿qué pensaríamos? Actualmente, que es un ingenuo. Pero, si no nos hacemos como niños, puede ser que terminemos como los eruditos sofisticados, engañados por las apariencias del «conocimiento», sin llegar a ningún puerto. Ser conscientes de que la fe es sencilla y simple como una flor. Sin embargo, la inteligencia natural acompaña a los creyentes. Decimos que un doctor ateo y versado en letras es muy listo, y que un creyente es un simplón, según la vara de medir de un mundo bajo la influencia de las rebeliones…Pero mucha gente inteligente en este mundo no se ha dejado engañar por los sofismas del materialismo. Pongo por ejemplo a Leonardo da Vinci o a Albert Einstein, de los que nadie duda de su genialidad.
A veces tengo la impresión, y es también una autocrítica, de que es el espíritu lo importante, y no los mentalismos. De que me pierdo en la especulación, y olvido la convicción, la fe. Como indican los autores del Libro de Urantia, es esta misma fe, que inculca el espíritu, y este mismo espíritu, el que lleva al acercamiento a las verdades. Que la verdad se experimenta, se siente, como una realidad. Que no son solamente letra muerta.
Y es en esta realidad personal en la que se desenvuelve la vida.
Creo que con fe, sencillamente, se vive mejor.
¡Salud!
¿Para qué sirven los siete mundos de las mansiones? | Luz y Vida — Núm. 4 — Febrero 2006 — Índice | Un instante infinito (poema) |