© 1996 Ken Glasziou
© 1996 The Brotherhood of Man Library
Aunque los mortales materiales no pueden ver la persona de Dios, deberían regocijarse en la seguridad de que es una persona; aceptar por la fe la verdad que indica que el Padre Universal ha amado tanto al mundo que ha tomado precauciones para el progreso espiritual eterno de sus humildes habitantes; que «se deleita en sus hijos». Dios no carece de ninguno de esos atributos superhumanos y divinos que constituyen la personalidad perfecta, eterna, amorosa e infinita del Creador.
… Si la fe de la criatura fuera perfecta, sabría con seguridad que habiendo visto a un Hijo Creador ha visto al Padre Universal; al buscar al Padre, no pediría ni esperaría ver otra cosa que al Hijo. El hombre mortal no puede simplemente ver a Dios hasta que no lleve a cabo una transformación espiritual completa y alcance realmente el Paraíso.
La naturaleza de los Hijos Creadores Paradisiacos no abarca todos los potenciales incalificados de la absolutidad universal de la naturaleza infinita de la Gran Fuente-Centro Primera, pero el Padre Universal está divinamente presente de todas las maneras en los Hijos Creadores. El Padre y sus Hijos son una sola cosa. Estos Hijos Paradisiacos de la orden de los Migueles son unas personalidades perfectas, e incluso el modelo para todas las personalidades del universo local, desde la Radiante Estrella Matutina hasta las criaturas humanas más humildes de la evolución animal progresiva.
Sin Dios, y exceptuando su persona magnífica y central, no habría ninguna personalidad en todo el inmenso universo de universos. Dios es personalidad.
A pesar de que Dios es un poder eterno, una presencia majestuosa, un ideal trascendente y un espíritu glorioso, aunque es todo esto e infinitamente más, sin embargo es verdadera y eternamente una personalidad perfecta de Creador, una persona que puede «conocer y ser conocida», que puede «amar y ser amada», alguien que puede manifestarnos amistad; y a vosotros se os puede conocer, como a otros humanos les ha sucedido, como amigos de Dios. Él es un espíritu real y una realidad espiritual.
Cuando vemos al Padre Universal revelado en todo su universo; cuando lo discernimos habitando en las miríadas de sus criaturas; cuando lo contemplamos en las personas de sus Hijos Soberanos; cuando seguimos sintiendo su presencia divina aquí y allá, cerca y lejos, no dudemos ni pongamos en tela de juicio la primacía de su personalidad. A pesar de todas estas extensas distribuciones, continúa siendo una verdadera persona y mantiene perpetuamente una conexión personal con la multitud incontable de sus criaturas diseminadas por todo el universo de universos.
La idea de la personalidad del Padre Universal es un concepto más amplio y verdadero de Dios, que ha llegado principalmente a la humanidad a través de la revelación. La razón, la sabiduría y la experiencia religiosa infieren e implican la personalidad de Dios, pero no la validan por completo. Incluso el Ajustador del Pensamiento interior es prepersonal. La verdad y la madurez de cualquier religión es directamente proporcional a su concepto de la personalidad infinita de Dios y a su captación de la unidad absoluta de la Deidad. La idea de una Deidad personal se convierte entonces en la medida de la madurez religiosa, después de que la religión ha formulado previamente el concepto de la unidad de Dios.
La religión primitiva tenía muchos dioses personales, y estaban forjados a imagen del hombre. La revelación afirma la validez del concepto de la personalidad de Dios, que no es más que una posibilidad en el postulado científico de una Causa Primera, y sólo está provisionalmente insinuado en la idea filosófica de la Unidad Universal. Una persona sólo puede empezar a comprender la unidad de Dios mediante el enfoque de la personalidad. Negar la personalidad de la Fuente-Centro Primera sólo deja una elección entre los dos dilemas filosóficos: el materialismo o el panteísmo.
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La personalidad no es simplemente un atributo de Dios; representa más bien la totalidad de la naturaleza infinita coordinada y de la voluntad divina unificada que se manifiesta en una expresión perfecta eterna y universal. En el sentido supremo, la personalidad es la revelación de Dios al universo de universos. ((LU 1:5.4-13))
Dios es absoluto dejar-ser, y dejar-ser es el fundamento ontológico del amor. Dejar ser es entrega o entrega de sí mismo, de modo que la obra creadora de Dios es una obra de amor y de entrega en la que Él se ha puesto a sí mismo. En la medida en que los mismos seres creados manifiestan creatividad, amor, entrega, tienden a ser como Dios.
John Macquarrie «Principios de la teología cristiana.»
La naturaleza de Dios se puede comprender mejor mediante la revelación del Padre que Miguel de Nebadon desarrolló en sus múltiples enseñanzas y en su magnífica vida humana en la carne. El hombre también puede comprender mejor la naturaleza divina si se considera a sí mismo como un hijo de Dios y aprecia al Creador Paradisiaco como un verdadero Padre espiritual. (LU 2:0.1)