© 2003 Ken Glasziou
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«Sois mis mensajeros. estáis obligados a vivir vuestra vida como yo he vivido la mía en espíritu.» (LU 140:6.8)
A menudo se afirma que vivir nuestras vidas como Jesús vivió la suya es una proposición bastante poco práctica. Eso sería así si tratáramos de imitar a Jesús, pero su exhortación no era esa, más bien era vivir nuestras vidas como él en espíritu vivió la suya.
También tenemos, «Una de las cosas más importantes de la vida humana consiste en averiguar lo que Jesús creía, en descubrir sus ideales, y en esforzarse por alcanzar el elevado objetivo de su vida. De todos los conocimientos humanos, el que posee mayor valor es el de conocer la vida religiosa de Jesús y la manera en que la vivió.» (LU 196:1.3) :
Nuestro problema básico es nuestra herencia animal. Esas emociones que nos informan de la impracticabilidad del camino de Jesús, derivan de emociones que evolucionaron para asegurar nuestra supervivencia. Dos formas principales son el territorialismo y el comportamiento de dominación. Ya sea que un animal sea un ‘solitario’ como el tigre, o un animal de manada o de carga, como el perro salvaje africano, todos marcan su territorio y lo defenderán hasta la muerte. El comportamiento de dominación es de varios tipos. En una manada cada individuo tiene su lugar. Intimida a los que están debajo de él y es obsequioso con los de arriba.
Donde las sociedades humanas son tribales, ocurre un comportamiento similar. Incluso cuando una sociedad está muy desarrollada, los restos de nuestra herencia animal permanecen. Jesús nos mostró el camino a la libertad de nuestra herencia animal.
Para los llamados grandes hombres de la historia, hombres como Alejandro Magno, Julio César, Genghis Khan, Atila, el huno, Napoleón y otros por el estilo, Jesús está en marcado contraste. Era diferente, absoluta y totalmente diferente. Hoy tiene más de mil millones de seguidores sinceros. Pero pregúntele a la gente al azar de la calle qué saben sobre los grandes conquistadores de los libros de historia, y aparte quizás de su nombre, no sabrán prácticamente nada. Eso seguramente debe decir algo sobre el camino de Jesús.
¿Puedo vivir como vivió Jesús? Por supuesto que puedo. Todo lo que se requiere es el deseo sincero de hacerlo. Si tenemos eso, nuestro Dios-Espíritu que mora en nosotros cuidará del resto.
Todas las acciones humanas están motivadas en su nivel más profundo por una de dos emociones: miedo o amor.
Tu ritmo de progreso espiritual no es tanto una cuestión de aprender como de recordar.