© 1998 Ken Glasziou
© 1998 The Brotherhood of Man Library
En respuesta a una pregunta de Natanael, Jesús proporcionó a los apóstoles instrucciones que son tremendamente relevantes para las dificultades actuales a las que se enfrentan muchos lectores del Libro de Urantia. Jesus dijo:
La religión es la experiencia exclusivamente espiritual del alma inmortal evolutiva del hombre que conoce a Dios, pero el poder moral y la energía espiritual son unas fuerzas poderosas que se pueden utilizar para tratar situaciones sociales difíciles y para resolver problemas económicos complicados. Estos dones morales y espirituales enriquecen más todos los niveles de la vida humana, y los hacen más significativos.
Si aprendéis a amar solamente a aquellos que os aman, estáis destinados a vivir una vida limitada y mediocre. Es cierto que el amor humano puede ser recíproco, pero el amor divino es extrovertido en toda su búsqueda de la satisfacción. Cuanto menos amor hay en la naturaleza de una criatura, más grande es su necesidad de amor, y más intenta el amor divino satisfacer esa necesidad. El amor nunca es egoísta, y no puede ser dirigido hacia uno mismo. El amor divino no puede estar encerrado en sí mismo; necesita darse generosamente.
Los creyentes en el reino deben poseer una fe implícita, una creencia con toda el alma, en el triunfo seguro de la rectitud. Los constructores del reino no deben dudar de que el evangelio de la salvación eterna es verdadero. Los creyentes deben aprender cada vez más a apartarse de las precipitaciones de la vida —a huir de los agobios de la existencia material— mientras que vivifican su alma, inspiran su mente y renuevan su espíritu por medio de la comunión en la adoración.
Los individuos que conocen a Dios no se desaniman por las desgracias ni se dejan abatir por las decepciones. Los creyentes están inmunizados contra la depresión que sigue a los cataclismos puramente materiales; los que llevan una vida espiritual no se inquietan por los episodios del mundo material. Los candidatos a la vida eterna practican una técnica vigorizante y constructiva para hacer frente a todas las vicisitudes y agobios de la vida mortal. Un verdadero creyente, cada día que vive, encuentra más fácil hacer lo que es justo.
La vida espiritual acrecienta poderosamente la verdadera autoestima. Pero la autoestima no es la admiración de sí mismo. La autoestima siempre está coordinada con el amor y el servicio a los semejantes. No es posible estimarse más a sí mismo de lo que se ama al prójimo; lo uno mide la capacidad para hacer lo otro.
A medida que pasan los días, todo verdadero creyente se vuelve más hábil en atraer a sus semejantes hacia el amor de la verdad eterna. ¿Sois hoy más ingeniosos que ayer en revelar la bondad a la humanidad? ¿Sabéis recomendar mejor la rectitud este año que el año pasado? ¿Os estáis volviendo cada vez más artistas en vuestra técnica para conducir a las almas hambrientas hacia el reino espiritual?
¿Son vuestros ideales lo suficientemente elevados como para garantizar vuestra salvación eterna, y vuestras ideas son al mismo tiempo tan prácticas como para convertiros en unos ciudadanos útiles que funcionan en la Tierra en asociación con sus compañeros mortales? En el espíritu, vuestra ciudadanía está en los cielos; en la carne, todavía sois ciudadanos de los reinos de la Tierra. Dad a los césares las cosas que son materiales, y a Dios las que son espirituales.
La medida de la capacidad espiritual del alma evolutiva es vuestra fe en la verdad y vuestro amor por los hombres; pero la medida de vuestra fuerza de carácter humano es vuestra aptitud para resistir la influencia de los resentimientos y vuestra capacidad para soportar las cavilaciones en presencia de una pena profunda. La derrota es el verdadero espejo donde podéis contemplar honradamente vuestro yo real.
A medida que tenéis más años y os volvéis más experimentados en los asuntos del reino, ¿empleáis más tacto en vuestras relaciones con los mortales inoportunos y más tolerancia en la convivencia con vuestros compañeros testarudos? El tacto es el punto de apoyo de la influencia social, y la tolerancia es el distintivo de un alma grande. Si poseéis estos dones raros y encantadores, a medida que pasan los días os volveréis más alertas y expertos en vuestros esfuerzos meritorios por evitar todos los malentendidos sociales inútiles. Estas almas sabias son capaces de evitar un buen número de dificultades que se abaten con seguridad sobre todos los que sufren una falta de adaptación emocional, los que se niegan a crecer, y los que no aceptan envejecer con elegancia.
Evitad la falta de honradez y la injusticia en todos vuestros esfuerzos por predicar la verdad y proclamar el evangelio. No busquéis un reconocimiento no ganado y no anheléis una simpatía inmerecida. Recibid libremente el amor que os llegue tanto de fuentes divinas como humanas, independientemente de que lo merezcáis o no, y amad a cambio generosamente. Pero en todas las demás cosas relacionadas con el honor y la adulación, buscad sólo lo que os pertenezca honradamente.
El mortal consciente de Dios está seguro de salvarse; no le teme a la vida; es honrado y consecuente. Sabe cómo soportar valientemente los sufrimientos inevitables; no se queja cuando se enfrenta con las penalidades ineludibles.
El verdadero creyente no se cansa de hacer el bien simplemente porque se sienta frustrado. Las dificultades estimulan el ardor de los amantes de la verdad, mientras que los obstáculos sólo sirven para desafiar los esfuerzos de los intrépidos constructores del reino. (LU 156:5.10-21)