© 1997 Ken Glasziou
© 1997 The Brotherhood of Man Library
«Las razas mortales figuran como representantes de la orden más humilde de la creación inteligente y personal. Vosotros, los mortales, sois divinamente amados, y cada uno de vosotros puede elegir aceptar el destino seguro de una experiencia gloriosa, pero todavía no pertenecéis por naturaleza a la orden divina; sois totalmente mortales. Seréis considerados como hijos ascendentes en el instante en que tenga lugar la fusión, pero antes del acontecimiento de la amalgamación final del alma mortal sobreviviente con algún tipo de espíritu eterno e inmortal, el estado de los mortales del tiempo y del espacio es el de hijos por la fe.»
«Es un hecho solemne y celestial que unas criaturas tan humildes y materiales como los seres humanos de Urantia sean hijos de Dios, hijos del Altísimo por la fe. «Mirad la clase de amor que el Padre nos ha otorgado para que seamos llamados hijos de Dios». «A todos los que lo han recibido les ha dado el poder de conocer que son hijos de Dios». Aunque «todavía no es evidente lo que llegaréis a ser» incluso ahora «sois los hijos de Dios por la fe»; «pues no habéis recibido el espíritu de la esclavitud para temer de nuevo, sino que habéis recibido el espíritu de la filiación por medio del cual exclamáis «Padre nuestro»». El profeta de antaño dijo en nombre del Dios eterno: «Incluso a ellos les daré un lugar en mi casa y un nombre mejor que el de hijos; les daré un nombre perpetuo, un nombre que nunca perecerá». «Y puesto que sois hijos, Dios ha enviado el espíritu de su Hijo a vuestros corazones».»
«Todos los mundos evolutivos habitados por los mortales albergan a estos hijos de Dios por la fe, hijos de la gracia y de la misericordia, seres humanos que pertenecen a la familia divina y que son llamados en consecuencia hijos de Dios. Los mortales de Urantia tienen derecho a considerarse como hijos de Dios porque:»
«1. Sois los hijos de una promesa espiritual, los hijos por la fe; habéis aceptado el estado de la filiación. Creéis en la realidad de vuestra filiación, y vuestra filiación con Dios se vuelve así eternamente real.»
«2. Un Hijo Creador surgido de Dios se volvió uno de vosotros; es de hecho vuestro hermano mayor; y si os convertís, en espíritu, en hermanos verdaderamente emparentados con Cristo, el victorioso Miguel, entonces también debéis ser, en espíritu, los hijos de ese Padre que tenéis en común, el mismo Padre Universal de todos.»
«3. Sois hijos porque el espíritu de un Hijo ha sido derramado sobre vosotros, ha sido conferido de manera gratuita y segura a todas las razas de Urantia. Este espíritu siempre os atrae hacia el Hijo divino, que es su fuente, y hacia el Padre Paradisiaco, que es la fuente de ese Hijo divino.»
«4. El Padre Universal os ha dado, por su libre albedrío divino, vuestra personalidad de criatura. Habéis sido dotados de una parte de esa divina espontaneidad de acción, basada en el libre albedrío, que Dios comparte con todos aquellos que pueden convertirse en sus hijos.»
«5. Dentro de vosotros reside un fragmento del Padre Universal, y estáis así directamente emparentados con el Padre divino de todos los Hijos de Dios.» (LU 40:6.1-8)