© 2003 Ken Glasziou
© 2003 The Brotherhood of Man Library
… La gran meta de la existencia humana consiste en sintonizarse con la divinidad del Ajustador interior; el gran logro de la vida mortal consiste en alcanzar una verdadera consagración comprensiva a los objetivos eternos del espíritu divino que espera y trabaja dentro de vuestra mente. Pero un esfuerzo ferviente y determinado por hacer realidad el destino eterno es enteramente compatible con una vida despreocupada y alegre, y con una carrera lograda y honorable en la Tierra. La cooperación con el Ajustador del Pensamiento no implica que haya que torturarse, fingir piedad o autodegradarse de manera hipócrita y ostentosa; la vida ideal consiste en servir con amor, en lugar de llevar una existencia de aprensión temerosa.
La confusión, el sentirse desconcertado e incluso a veces desalentado y perturbado, no significa necesariamente resistencia a las directrices del Ajustador interior. Estas actitudes implican a veces una falta de cooperación activa con el Monitor divino y, por lo tanto, pueden retrasar un poco el progreso espiritual, pero estas dificultades emotivas intelectuales no obstaculizan en lo más mínimo la supervivencia segura del alma que conoce a Dios. La ignorancia por sí sola nunca puede impedir la supervivencia, así como tampoco las dudas confusas o la incertidumbre temerosa. Sólo la resistencia consciente a la guía del Ajustador puede impedir la supervivencia del alma inmortal en evolución.
No debéis considerar que la cooperación con vuestro Ajustador es un proceso particularmente consciente, porque no lo es; pero vuestros móviles y decisiones, vuestras fieles determinaciones y vuestros deseos supremos constituyen de hecho una cooperación real y eficaz. Podéis acrecentar conscientemente la armonía con el Ajustador:
- Escogiendo responder a la guía divina; basando sinceramente vuestra vida humana en vuestra conciencia más elevada sobre la verdad, la belleza y la bondad, y luego coordinar estas cualidades de la divinidad mediante la sabiduría, la adoración, la fe y el amor.
- Amando a Dios y deseando pareceros a él —el auténtico reconocimiento de la paternidad divina y la adoración amorosa del Padre celestial.
- Amando a los hombres y deseando sinceramente servirles —el reconocimiento sincero de la fraternidad de los hombres, unido a un afecto inteligente y sabio por cada uno de vuestros semejantes mortales.
- Aceptando alegremente la ciudadanía cósmica —el reconocimiento honrado de vuestras obligaciones progresivas hacia el Ser Supremo, la conciencia de la interdependencia del hombre evolutivo y de la Deidad en evolución. Es el nacimiento de la moralidad cósmica y la comprensión naciente del deber universal. (LU 110:3.4-10)