© 1999 Ken Glasziou
© 1999 The Brotherhood of Man Library
«La Paternidad de Dios y la fraternidad de los hombres presentan la paradoja de la parte y del todo al nivel de la personalidad. Dios ama a cada individuo como a un hijo particular de la familia celestial. Sin embargo, Dios ama así a todos los individuos; no hace acepción de personas, y la universalidad de su amor engendra una relación de totalidad, la fraternidad universal.»
«El amor del Padre individualiza de manera absoluta a cada personalidad como hijo único del Padre Universal, un hijo sin duplicado en la infinidad, una criatura volitiva irreemplazable en toda la eternidad. El amor del Padre glorifica a cada hijo de Dios, iluminando a cada miembro de la familia celestial, destacando claramente la naturaleza única de cada ser personal, frente a los niveles impersonales situados fuera del círculo fraternal del Padre de todos. El amor de Dios describe de manera impresionante el valor trascendente de cada criatura volitiva, revela inequívocamente el alto valor que el Padre Universal ha atribuido a todos y a cada uno de sus hijos, desde la más alta personalidad creadora con rango paradisiaco hasta la personalidad más humilde con dignidad volitiva entre las tribus salvajes de hombres en los albores de la especie humana en algún mundo evolutivo del tiempo y del espacio.»
«El mismo amor de Dios por el individuo engendra la familia divina de todos los individuos, la fraternidad universal de los hijos del Padre Paradisiaco dotados de libre albedrío. Y como esta fraternidad es universal, es una relación de totalidad. Cuando la fraternidad es universal, no revela la relación con cadauno, sino la relación con todos. La fraternidad es una realidad de la totalidad, y revela por tanto las cualidades del conjunto en contraste con las cualidades de la parte.» (LU 12:7.8-10)