© 1997 Association Francophone des Lecteurs du Livre d'Urantia
- Las revelaciones como personalidad de la Fuente-Centro Segunda. Las presencias mentales del Actor Conjunto unifican el espíritu de la divinidad con el arquetipo de la energía. Las encarnaciones donadoras del Hijo Eterno y de sus Hijos Paradisíacos unifican, fusionan realmente, la naturaleza divina de un Creador con la naturaleza evolutiva de una criatura. El Supremo es a la vez criatura y creador, y la posibilidad de ser ambas cosas se revela en los actos donadores del Hijo Eterno y de sus Hijos coordinados y subordinados. Las órdenes de filiación que se donan, los Migueles y los Avonales, acrecientan realmente su naturaleza divina con la auténtica naturaleza de las criaturas, la cual se vuelve suya viviendo la vida real de las criaturas en los mundos evolutivos. Cuando la divinidad se vuelve semejante a la humanidad, esta relación contiene la posibilidad inherente de que la humanidad pueda volverse divina. (LU 116:3.3)
En una reunión de nuestro grupo de lectura, estalló una acalorada discusión cuando uno de los miembros tuvo el descaro de declarar que era divino. Sólo evitó por poco el linchamiento negando el núcleo de sus pensamientos.
Si se hubiera proclamado Deidad, habríamos llevado el asunto a los tribunales de Uversa. Pero, como veremos, aunque nuestra divinidad actual es mínima y tiene valor real sólo en potencialidad, declararse divino no es necesariamente una jactancia demasiado excesiva. En el caso que nos ocupa, quizás no había nada de qué preocuparse.
Podemos decir de la Deidad:
Podemos decir de la Divinidad:
La personalidad es inmutable, es “invariante en presencia de cambio” (LU 112:0.9).
Después de la resurrección, Jesús no se aparece a sus discípulos bajo la misma identidad: de hecho, ha perdido su cuerpo material y se presenta a ellos bajo la apariencia de un cuerpo morontial. Es gracias a su personalidad que los amigos de Jesús lo reconocen.
Dado que la personalidad no se mueve, el crecimiento espiritual del ser humano puede asimilarse a un crecimiento en la divinidad (LU 12:8.5): “La acción de la gravedad espiritual mide cualitativamente la energía viva de la divinidad”.
Aunque la parcela divina que nos habita es la garantía de nuestra supervivencia a través de la fusión, podemos aquí y ahora que cada vez que crecemos en el amor, que elegimos las directivas de nuestro ajustador del pensamiento, nos volvemos un poco más divinos y reales (LU 54:1.4: "La libertad es inexistente fuera de la realidad cósmica, y toda realidad de la personalidad es proporcional a su relación con la divinidad. Por otro lado, la fusión con nuestro ajustador n no equivale a la realización de nuestro divinidad Es simplemente su fijación (LU 112:7.1) “La fusión con el Ajustador del Pensamiento transmite a la personalidad actualidades eternas que antes eran únicas. Entre estas nuevas dotaciones podemos mencionar: la fijación de la cualidad de divinidad. …
Podemos decir que la divinidad hace brillar la personalidad.
La frase del libro, en el origen de nuestra discusión sobre la divinidad en la naturaleza misma del hombre, fue esta: (LU 12:6.1): “*La estabilidad es total y siempre proporcional a la divinidad *”. Llegamos a la conclusión de que lo que era inestable en nosotros no era divino. Lo que se aplica a nosotros podría aplicarse al universo entero. De esto se deducía que el universo mismo, como nosotros con él, sólo podría anclarse en la luz cuando todos los seres que lo habitan poseyeran un estatus divino relativo. Puede haber otra explicación para esta frase, pero esta es la que hemos elegido.
Otros pasajes del libro apuntan en la misma dirección:
«Cuando una mente en evolución se sintoniza con los circuitos de la mente cósmica, cuando un universo en evolución se estabiliza a la manera del modelo del universo central, cuando un espíritu que progresa se pone en contacto con el ministerio unificado de los Espíritus Maestros, cuando la personalidad de un mortal ascendente se sintoniza finalmente con las directrices divinas de su Ajustador interior, entonces la manifestación del Supremo se vuelve un grado más real en los universos; la divinidad de la Supremacía ha avanzado entonces un paso más hacia su realización cósmica.» (LU 117:0.3)
«Una reacción universal automática es estable y, de alguna forma, tiene una continuidad en el cosmos. Una personalidad que conoce a Dios y que desea hacer su voluntad, que tiene perspicacia espiritual, es divinamente estable y existe eternamente. La gran aventura universal del hombre consiste en la transición de su mente mortal entre la estabilidad de la estática mecánica y la divinidad de la dinámica espiritual, y esta transformación la consigue mediante la fuerza y la constancia de las decisiones de su propia personalidad, declarando en cada situación de la vida: «Es mi voluntad que se haga tu voluntad»{2}.» (LU 118:8.11)
Así, ver en los ojos de quienes encontramos, la partícula de belleza, de verdad y de bondad que también nos habita, es quizás rendir homenaje a Aquel que nos moldeó a su imagen y que nos hace compartir su divinidad.
Para concluir, podemos decir que para un mortal «declararse divino» puede parecer presuntuoso, pero decir que está en el camino hacia un estatus divino es cierto si hace la elección.
El grupo de Aviñón
La verdad es coherente, la belleza es atractiva y la bondad es estabilizadora. Cuando estos valores de lo que es real se coordinan en la experiencia de la personalidad, el resultado es un elevado tipo de amor condicionado por la sabiduría y capacitado por la lealtad. La verdadera finalidad de toda la educación en el universo consiste en coordinar de la mejor manera a los hijos aislados de los mundos con las realidades más amplias de su experiencia en expansión. La realidad es finita en el nivel humano, y es infinita y eterna en los niveles superiores y divinos. (LU 2:7.12)