© 2011 Olga López, Ismael García y Mariano Pérez
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Convergencias y divergencias: No somos el único planeta | Luz y Vida — Núm. 26 — Septiembre 2011 — Índice |
Llegamos a Chicago el jueves 13 de julio, cansados del viaje pero con mucha ilusión por vivir la experiencia del Simposio de Liderazgo. Debido a que me encargué de hacer las traducciones al español de muchas de las actividades, ya tenía una idea de cuál sería el contenido del simposio, pero el resultado final superó todas mis expectativas.
Tengo que agradecer a los organizadores del simposio la manera en que se volcaron y esforzaron para que nuestra estancia en Techny Towers transcurriera sin contratiempos. Desde el primer día hubo voluntarios dedicados a recoger a los asistentes en el aeropuerto y a llevarnos a Techny, que está situado al norte de la ciudad de Chicago. Y tuvieron también la misma atención el último día, ya de regreso a nuestras casas. ¡Mi más profundo agradecimiento a todos ellos!
Las actividades tuvieron dos partes bien diferenciadas. Por la mañana teníamos sesiones plenarias, a las que asistíamos todos y donde se nos daban charlas breves en las que se compartían experiencias de muy diversa índole, pero todas relacionadas con la diseminación de las enseñanzas de El Libro de Urantia y con el concepto novedoso de «líder» que viene asociado con la quinta revelación de época. Quizá la palabra «líder» nos asuste un poco, pero creo que tenemos que quitarnos ese «respeto» de encima y reafirmarnos en lo importante: que, sin importar cómo se nos denomine, estamos embarcados en el proyecto vital de servir a nuestros semejantes dando a conocer las enseñanzas de El Libro de Urantia. Como se dijo en numerosas ocasiones a lo largo del Simposio, todos somos líderes y tenemos algo que aportar.
La segunda parte venía por la tarde, en las sesiones de grupo, unas sesiones organizadas en forma de preguntas que debían responderse por el grupo, relacionadas con las charlas que se habían impartido por la mañana. Los grupos se organizaron de manera que los miembros eran los mismos durante todo el Simposio. De esta forma llegamos a conocernos y a confraternizar muy bien. Estos grupos estaban identificados con nombres de pueblos que se mencionan en El Libro de Urantia; en concreto me tocó en el grupo de los «adamsonitas», en el que tuve la ocasión de charlar y confraternizar con amigos lectores de Brasil, Bolivia, Perú, México, además de con mis amigos Sheila de EEUU e Ismael, compañero de grupo de estudio que viajó conmigo para vivir la experiencia del Simposio.
Durante las comidas y después de las actividades siempre teníamos la ocasión de socializar con los asistentes. Éramos muchos y fue materialmente imposible hablar con todos, pero hay momentos de confraternización que recordaré durante toda mi vida y más allá. Momentos mágicos en los que sientes que las almas hablan de tú a tú sin barreras ni intermediarios. Realmente solo por eso merece la pena asistir a este tipo de reuniones.
El domingo por la mañana, el último día de nuestras actividades, sentíamos nuestro corazón dividido: por un lado teníamos ganas de volver a casa, pero por otro queríamos prolongar un poco más nuestra estancia y seguir viviendo ese ambiente de confraternización, tan difícil de encontrar en nuestra vida cotidiana. Esa mañana se celebró una sesión de adoración que fue realmente bonita, y una «cena del recuerdo» con la lectura de pasajes del LU. Al final, Gaétan Charland, presidente de la AUI, dio un discurso final en el que nos animó a enseñar en nuestros países todo lo que habíamos aprendido en ese simposio, y a aplicarlo para dar a conocer las enseñanzas del libro y así, entre todos, acercarnos un poco más a la luz y vida. ¡Y eso haremos!
«¿Qué estoy haciendo yo aquí?», me preguntaba una y otra vez nada más aterrizar en Chicago. Reconozco que, aunque estaba ilusionado con este evento, en mi interior tenía muchas dudas. Una vez acabado el simposio, y tras reflexionar con tranquilidad sobre toda esta experiencia, he vuelto a España renovado y con fuerzas redobladas. ¡Ha sido una gran experiencia!
Primero de todo quiero mostrar mi agradecimiento a Olga, por todas las molestias que se ha tomado conmigo (que han sido muchas) tanto en el papeleo necesario, como guía en los aeropuertos, como traductora durante el evento y varias cosas más. A su lado es muy fácil viajar, no sé como hubiera ido todo sin ella a mi lado… gracias de corazón.
Debo felicitar a la AUI por la elección del lugar donde se desarrolló el simposio… a 30 Km. de Chicago se encontraba Techny Towers, un centro de retiro espiritual que me encantó. La frondosidad del lugar me hizo sentir como en casa desde el primer momento… tranquilidad y buena compañía era lo que necesitaba.
Desde el primer momento, todos comenzamos a fraternizar. El idioma no fue ningún obstáculo insalvable, pues hubo muchos hermanos que ejercieron el rol de traductores, incluso sin ellos encontrábamos la manera de comunicarnos. En total debíamos ser unas 150 personas … era emocionante, diferentes razas, diferentes culturas, diferentes idiomas pero todos unidos y compartiendo experiencias durante esos días. Españoles solo estábamos cuatro: Olga, Mariano, su esposa Blanca y yo… pero creo que dejamos el pabellón alto, sobretodo en el improvisado «karaoke» del sábado noche, ja, ja.
Hicimos muchas amistades; es difícil explicar los sentimientos de unos eventos de estas características, pero tengo que decir que el ambiente era especial. Ahora comprendo la importancia de poder vivir momentos así, la ilusión, el hermanamiento reinante creaba una «energía» difícil de describir pero que te tenía como sumido en un plácido sueño.
Durante las mañanas asistimos a varias charlas a cargo de miembros de la AUI. Durante ellas tuvimos servicio de traducción simultanea… eran muy interesantes. Hubo charlas sobre casi todo: experiencias personales, discursos, espiritualidad práctica, formas de adoración y de oración, etc. Ahí comprendí el concepto que la Fundación Urantia tiene de «liderazgo» y debo decir que me tranquilizó. El LU es un libro adelantado a su época, destinado a formar maestros e instructores futuros… por eso realmente TODOS los que nos encontramos inmersos en la ardua tarea de diseminar el LU y su espíritu somos líderes. Mediante nuestra transformación personal, mediante nuestro «brillo» hacia los demás, independientemente de nuestros talentos o ámbitos de acción, todos podemos ser líderes… de hecho lo somos, todos estamos liderando. Solo debemos estar convencidos de ello y seguir trabajando.
Me gustaron mucho los detalles sobre la historia del LU y sobre su preparación. Mientras miraba las diapositivas de aquellos hombres y mujeres me di cuenta de algo: Toda la preparación del LU, desde que el doctor Sadler comenzara a recibir información hasta su publicación… ¡llevó cincuenta años! Increíble. Eso me lleva a pensar que debemos ser muy pacientes, debemos sembrar y sembrar… Ya recogerá quién deba hacerlo.
Me gustó conocer de primera mano a los miembros de la Fundación, gente normal e ilusionada. Personas que alegremente asumen la responsabilidad de tirar de este carro, personas que aportan su precioso tiempo e incluso dinero para que el LU llegue a cada rincón del mundo. Personas muy válidas que nos pusieron al corriente de todos los entresijos de la fundación y que nos animaron a descubrir por nosotros mismos que efectivamente todos podemos ser líderes, todos somos líderes. Personas humildes y cercanas independientemente de su condición social… ¡Me gustaron mucho!
Uno de los días hubo algo que me encantó: hubo un ofrecimiento sincero y público por parte de Asociación Urantia Internacional a la Fellowship, para limar antiguas asperezas y diferencias. Ese es el camino a seguir, unidad de objetivo sin que haga falta una uniformidad.
Nos llevaron una tarde a Chicago ¡y estuve en la «casa»! Es un edificio singular. Aunque me gustó, debo decir que me fue muy bien conocerlo porque me sirvió para desmitificarlo. Al igual que los componentes de la Fundación eran personas normales, la casa era simplemente eso: una casa con una gran historia que contar, pero en definitiva una casa.
Las tardes las dedicábamos a trabajar en grupo, Según el idioma, se formaron grupos de ocho a diez personas y en ellos se trabajó sobre el tema del liderazgo y de lo que pensamos que es. Fue emocionante compartir experiencias, opiniones tan diversas… todos participamos. Sinceramente creo que allí se forjaron grandes relaciones futuras entre personas muy distantes y diferentes, fue una delicia. Diferentes maneras de ver y entender las cosas, experiencias personales increíbles… todo suma, fueron grandes momentos que quedaron grabados para siempre en mi memoria. Todos: Sheila, Olga, Beatriz, Susana, Nemias, Alfredo, etc., todos volcaron lo mejor de ellos en aquellas sesiones y todos salimos de allí más completos… un recuerdo especial sobretodo para mi hermanita boliviana Marianela, a la que conocía de Internet, y con la que acabé teniendo unas conversaciones muy interesantes de las que guardo un recuerdo imborrable. Deberíais conocerla: es la persona más dulce y tierna que he visto nunca.
Las noches eran para socializar, y vaya si lo hicimos. En una sala exclusiva para ello nos lo pasamos pipa… es muy importante también los momentos de diversión en eventos como estos. También tuvimos dos conciertos: uno de «rap» muy electrizante. El otro se celebró en la capilla interior de aquel magnífico edificio, era un concierto de piano, violín y una solista… fue MAGNÍFICO.
Debo felicitar a la organización del simposio porque fue un exitoso evento de lo más variado, hubo tiempo para todo. La comida, el alojamiento y sobretodo la disponibilidad de todos y cada uno de los amigos americanos, hicieron que nos sintiéramos en todo momento como en casa.
Ahora comprendo la necesidad de organizar eventos internacionales de este tipo… Mi ilusión ha aumentado considerablemente, mi compromiso es ahora mayor y sobretodo me ha ayudado a reafirmarme en todo aquello en lo que creo… en Dios. Cientos de hermanos en todo el mundo se esfuerzan diariamente en extender el LU en el mundo de las maneras más curiosas que podáis imaginar. Cientos de ellos se esfuerzan en progresar personalmente en la capacidad de intuir la voluntad del Padre y de materializarla con sus manos en el planeta. No estamos solos, tenedlo siempre en cuenta. Simposios como el de Chicago te abren los ojos, por eso animo a todos a que vayáis a poco que podáis. El año que viene se celebrará la conferencia internacional en Colombia, ¡ANIMAOS!
Es difícil transmitir la experiencia vivida en el Simposio de liderazgo en Chicago, ya que explicar los sentimientos, sensaciones, relaciones humanas, no deja de ser algo dentro del terreno personal sentimental de cada asistente.
Múltiples han sido las manifestaciones de gratitud y de entusiasmo por parte de todos los participantes, después de los días vividos. Los e-mail han colapsado mi correo, en inglés, en español e incluso en francés; algunos en los tres idiomas.
Es curioso, como personas de todas las nacionalidades y con distinto idioma llegan a hermanarse, llegan a sentir que no están solos, que con ellos hay muchos otros hermanos y hermanas que tienen el mismo sentir: La filiación divina, la hermandad universal, e incluso se sienten arropados por alguien más, por los que nos son visibles a nuestros ojos. En ciertos momentos, era como tomar consciencia de que la 5ª Revelación propiciada por las huestes cósmicas, se vieran plasmadas, incluso culminadas a día de hoy, en un encuentro cumbre, especial como ese. A buen seguro nos observaron con gran agrado.
Tratando, posteriormente, de averiguar por qué nos sentíamos todos los presentes en un evento tan especial, diferente a otros encuentros nacionales e internacionales (y esto no lo digo porque desde el principio lo sintiera así, sino que fue algo que se fue consolidando), llego a la siguiente conclusión:
Se dieron algunas actividades en las cuales afloró lo que potencialmente está en nuestras almas, un sentimiento elevado de amor al Padre y a la humanidad, más marcadamente hacia los presentes; en eso tuvieron un acierto muy grande los organizadores. Con independencia de presentaciones de diversos tipos, trabajos en grupos, donde se compartía las experiencias de otros hermanos de Sudamérica (en nuestro caso), y que fueron un aporte importante, se consiguió que aflorara en la mayoría de nosotros, supongo que en todos, algo que está por encima de las palabras, que no se puede explicar fácilmente. Quizás los seres espirituales, nuestros supervisores, quisieron ayudarnos mandando algún tipo energía espiritual, estando predispuestos a recibirla como lo estábamos, no lo sé, pero lo cierto es que algo ocurría. Algo que, a posteriori, parece incluso aumentado. Y es que la Revelación no es solo para intelectualizarla, sino para sentirla, para sentir el amor con que sus realizadores la hicieron, y vivirla. Esto último conlleva un compromiso con uno mismo, de trabajar las virtudes y buscar hacer la voluntad del Padre.
En verdad siento, al menos yo, haber salido del Simposio más consciente del papel tan importante y fundamental que tenemos todos los lectores de El Libro de Urantia, y sobre todo, aquellos que quieren, mejor dicho, que sienten la necesidad de dar a conocer sus enseñanzas o el propio libro en sí, sabiendo que eso irá contribuyendo a despertar la fe y la esperanza en los corazones.
No se nos dio ninguna pauta concreta, no se nos dijo qué hacer o cómo debíamos poner en marcha nuestros proyectos después del Simposio, pero sí pienso que se consiguió la motivación, la fuerza necesaria para seguir trabajando en ese objetivo, aunque seguramente, en el fondo, ya estaba dentro de nosotros.
Mariano Pérez, responsable de los grupos de estudio
Recientemente se ha incorporado a la junta directiva de la asociación Mariano Pérez, lector de Madrid, en calidad de responsable de los grupos de estudio, con el fin de mantener y reforzar un contacto continuado con los grupos de estudio existentes y ayudar a crear grupos nuevos en nuestro país. ¡Bienvenido al equipo, Mariano!
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