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La Conferencia 2018 de la Asociación Urantia Internacional | Volumen 11, Número 3, Oct. 2017 — Índice | Señales y prodigios |
De Marie Vasile, California (Estados Unidos)
«Actúa con audacia y fuerzas invisibles vendrán en tu ayuda». Esta es una cita anónima que Linda May compartió durante nuestras sesiones de estudio de El libro de Urantia. La escuché y pensé: ¡qué afirmación tan placentera! Ojalá pudiera tener ese tipo de confianza duradera en nuestros creadores celestiales y amigos invisibles.
Aunque soy lectora desde hace más de treinta y cinco años, de algún modo ese tipo de convicción me había eludido. Mi marido, Tom, se burla de mí diciendo que hago una gran imitación de Olivia, la novia de Popeye: «¡Oooh! ¡Cielos! ¡Oooh, Dios mío!». Por supuesto, tener las enseñanzas de El libro de Urantia ha ayudado. Aun así, el problema de mi psique persistió, hasta que una reunión con el amigo lector Derek Samaras lanzó una aventura transformadora para mí. He llegado a creer que esta reunión no fue casual. Me presentó a Miranda Clendening, que estaba planificando el programa infantil de la Conferencia Internacional de la Urantia Book Fellowship de 2017 (IC’17).
Ahora que nuestro nido está vacío, parecía la oportunidad perfecta para compensar y ayudar con el programa infantil. Por desgracia caí enferma, así que no pude unirme a las llamadas del comité de Vida Familiar de la Fellowship hasta septiembre. Por entonces, Miranda se había trasladado para copresidir toda la conferencia y tenía un montón de compromisos.
Quedó claro que si el programa infantil se tenía que dar, tenía que ser jugadora titular, quizá la organizadora del juego. No buscaba una responsabilidad así. Todavía me estaba recuperando de mi enfermedad y acababa de aceptar un nuevo trabajo. No es el tipo de cosas que hago (adoptar un papel de liderazgo de esta naturaleza). Seguramente esta llamada no llevaba escrito mi nombre.
Me puse a rezar y a adorar para resolver el problema. «Querido Señor, ¿qué podría yo aportar a esta situación?», pregunté. Y la respuesta fue: «Bueno, si no eres tú, ¿quién será?». Respondí que nadie, en realidad. Todos los demás del comité estaban más ocupados. Yo era la candidata más probable, así que, con muchas dudas e inquietudes, acepté la responsabilidad de organizar el programa infantil de la IC’17.
Los programas infantiles necesitan planificación e incorporar muchos detalles: tentempiés, aseos, descansos, suministro de primeros auxilios, etc. Mi cabeza daba vueltas. Afortunadamente, ha habido grandes mujeres (Julia Fenderson y Sara Blackstock) que me precedieron y crearon una maravillosa base desde la cual proporcionar la experiencia del mercado de Jerusalén. Con cinco conferencias a sus espaldas, Sara prometió ser mi tutora y demostró ser una santa que ofreció apoyo y ánimos en todo momento. Sara, ¡felicidades por décadas de entrega a nuestros hijos y a la vida familiar!
Se necesitaba planificar de manera exhaustiva. Algunos días eran de ocho a diez horas simplemente de comunicación, de mantener a todas las partes informadas de las necesidades y las decisiones. El comité de Vida Familiar de la Fellowship se reúne una vez al mes, y asesoramos y hacemos ajustes cuando es necesario. Creé seis borradores del programa. Finalmente, se desarrolló un programa infantil que parecía factible.
Subrayo lo de que «parecía». Solo podía esperar que lo que habíamos planeado saliera volando. Necesitábamos muchos voluntarios. Se pidió a cada progenitor que hiciera de voluntario un mínimo de dos horas. Los padres de tres de nuestras cinco familias inscritas ya estaban involucrados hasta las cejas en el funcionamiento de la conferencia. ¿De dónde iban a llegar las manos necesarias? Recé y la ayuda llegó en su mayor parte de fuera.
La ayuda llegó primero de la familia Deoto, Riula y William Deoto, y sus hijos, Solonia y Gabriel; sin ellos no podríamos haber tenido programa infantil. Riula, la copresidenta del programa, vio a través de mis ansiosos pasos de planificación y entrega. Tom Vasile, mi marido y copresidente, hizo mucho en casa entre bambalinas y todo lo que pudo en Denver. Lucia Samaras, madre de Derek, se quedaba la mayor parte de todos los días para ayudar. Patricia Strawser y sus jóvenes mujeres de Ingeniería Espiritual llevaron el viernes por la tarde, con meditación y arte. Jack Miller enseñó yoga la primera mañana. Pato Banton vino a contar una historia como seguidor de Jesús y, siendo tan creativo como es, coordinó un sketch que interpretó con entusiasmo antes de su concierto del viernes por la noche. Janie Whinery hizo barquitos de papel que los niños disfrutaron coloreando. Justin Michael y Patrick Yesh organizaron nuestra visita a la galería. Tony Finstad y April Helen Morgan proporcionaron calma y apoyo moral reafirmante, especialmente el sábado (el día interreligoso). Christilyn y Steve Larson donaron decoraciones de paja y flores. Y en cuanto a Jack Kane, ¡ha sido nombrado nuestro miembro invisible de la Vida Familiar y ángel guardián! No importa en qué agujero estuviéramos, qué suministro necesitáramos, Jack estaba siempre ahí. Construyó nuestra cárcel; proporcionó radiocasetes, aperitivos, suministros; encontró amigos que nos enseñaran a hacer joyas. Si lo nombrabas, él nos lo garantizaba y rechazaba que se le pagara. Estoy convencida de que los ángeles de lo alto están cantando alabanzas hacia él, pues yo no puedo proclamarlo lo suficiente. ¡Gracias, Jack!
Durante el equivalente a tres días y medio, los que se aventuraron por el mercado de Jerusalén jugaron, cantaron, rezaron y adoraron juntos. Manos y pies, brazos y piernas siguieron intactos. Compartimos principios básicos acerca de las conexiones de nuestros Creadores celestiales con cada niño, así que espero que hayamos conseguido nuestro objetivo de una experiencia segura, divertida y espiritualmente inspirada para nuestros hijos.
Un padre participante relató que no había entrado en ninguna clase ni se había sentado en un solo taller, y aun así fue su mejor experiencia en una conferencia hasta la fecha debido a la abundancia de servicio amoroso y entrega desinteresada que experimentó.
En mi experiencia, fue todo transformador. Fuimos capaces de crear una pequeña burbuja de cuidado, preocupación, compasión y amor que todavía me atraviesa. Pasé horas incontables planificando, así que había una estructura, y aun así no podíamos tener ninguna garantía. Pero lo conseguimos, de manera audaz y afortunada.
Durante la reunión de agosto del comité de Vida Familiar, se lo comunicamos todo a Sara. Al terminar, ella compartió que «trabajar con niños es trabajar con los ángeles». Sí, Sara. ¡Me considero la más afortunada, gracias a todos mis amigos visibles e invisibles!
«Actúa con audacia y fuerzas invisibles vendrán en tu ayuda». Ya no lo veo como un cliché agradable. Ahora sé lo que es tener confianza. En lugar de retorcerme las manos, digo agradecida: «¡Oh, cielos! Arremanguémonos. ¡Hay trabajo que hacer que lleva mi nombre, y va a ser glorioso!»
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