© 1995 Meredith Sprunger
© 1995 La Christian Fellowship de Estudiantes de El libro de Urantia
Hay señales de que el conflicto histórico entre ciencia y religión puede estar cambiando. Un artículo publicado en la edición de noviembre de 1994 de Omni, titulado «Ciencia y religión: desdibujando los límites», escrito por Margaret Wertheim, describe un creciente cuerpo de teólogos y científicos para quienes la fe religiosa y la razón científica no son incompatibles. Robert Russell, que es a la vez científico y teólogo, fundó en 1981 el Centro de Teología y Ciencias Naturales, ubicado en la Graduate Theological Union en Berkeley. CTNS ha recibido financiación de los Institutos Nacionales de Salud para examinar las implicaciones teológicas del Proyecto Genoma Humano. El Centro, además de sus actividades académicas, ofrece conferencias públicas y brinda capacitación y orientación a ministros cristianos de todas las denominaciones. El Dr. Russell señala que ninguna religión contemporánea puede darse el lujo de ignorar la ciencia sin convertirse en un anacronismo. La ciencia moderna puede proporcionar «alcance y comprensión de la fe».
El número del 14 de noviembre de 1999 de The Wall Street Journal revisó Of Pandas and People de Dean Kenyon y Percival Davis. El libro intenta cerrar la brecha entre evolucionistas y creacionistas presentando una «teoría del diseño inteligente» del origen de la humanidad. Los críticos lo ven como creacionismo disfrazado, pero los autores niegan esta acusación, afirmando que tanto la creación como la evolución están involucradas en el origen humano.
Los estudiantes de El Libro de Urantia reconocerán cuán relevante y revelador es El Libro de Urantia a la hora de integrar estos problemas contemporáneos entre ciencia y religión. Los autores describen el trabajo de los Portadores de Vida en la creación de vida en nuestro planeta y relatan el desarrollo evolutivo de las formas de vida, muy paralelo al panorama científico, que culmina con la aparición de los seres humanos. El libro también presagia desarrollos contemporáneos como el Centro de Teología y Ciencias Naturales en su magnífica integración de ciencia, filosofía y religión.
Actualmente atravesamos una época de cuestionamiento y debate sobre la naturaleza de la realidad que Thomas Kuhn en La estructura de las revoluciones científicas señala caracteriza el período justo antes del surgimiento de un nuevo paradigma en la comprensión del universo en el que vivimos. El libro de Frank J. Tipler, The Physics of Inmortality, Doubleday, 1994, hace una contribución interesante a este cambio de paradigma. El Dr. Tipler no es sólo un físico erudito, sino que muestra un conocimiento notable de la historia de la ciencia, la filosofía y la teología. Su Teoría del Punto Omega presenta un argumento empírico a favor de la existencia de un Dios omnipresente, omnisciente y omnipotente y de la futura resurrección de todo ser humano que jamás haya existido. Tipler también ofrece respuestas a una serie de cuestiones teológico-religiosas y declara que la «teología» es una rama de la física.
La teoría del punto Omega reduce todo lo relacionado con los seres humanos (vida, mente, personalidad y alma) a descripciones físicas. El extenso y astuto argumento científico del Dr. Tipler recuerda la observación de que Dios es «la más ineludible de todas las presencias, el más real de todos los hechos». (LU 102:7.10) A lo largo de la historia intelectual de la civilización occidental, muchos de los filósofos y científicos más equilibrados y perspicaces han afirmado que hay más hechos y razones para postular una Primera Causa inteligente en el fundamento de la realidad que el azar.
Para aquellas personas contemporáneas que sólo aceptan evidencia empírica de lo que es real, La Física de la Inmortalidad puede influir significativamente en su visión de la vida y el destino humanos. El libro ha recibido un gran número de lectores en Europa. Aunque el Dr. Tipler aporta considerable sabiduría a la búsqueda de la realidad por parte de la humanidad, su error básico, a mi juicio, es su suposición de que la mente humana tiene acceso a una sola forma de realidad: los fenómenos físicos. Pero, sorprendentemente, llega a conclusiones que sustentan las afirmaciones de verdad básicas de las principales religiones del mundo. Estas verdades, sin embargo, se ven en un contexto bastante diferente.
Todos estos acontecimientos se suman a la creciente evidencia de que estamos en medio de un cambio importante en la comprensión de la realidad. Creo que la piedra angular de este nuevo paradigma será la imagen del universo espiritual presentada en El Libro de Urantia.